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Ya sólo quedan presupuestos y elecciones

Ibarretxe no puede decir que ha descubierto ahora la parcialidad evidente del Constitucional cuando en 1990 el PNV ya planteó no recurrir a él y retirar las 155 demandas presentadas La consulta se aparca ahora en tribunales europeos y aquí queda el campo libre para que PSOE y PNV negocien los presupuestos de Madrid y Lakua y el EBB defina su futura estrategia electoral.

Iñaki IRIONDO

Corresponsal político

En la última quincena de vacaciones Juan José Ibarretxe se ha caído del caballo y ha visto la luz, como la Biblia cuenta que le ocurrió a Saulo camino de Damasco para convertirse en San Pablo. Fue el pasado día 20, al comprobar «la parcialidad evidente» del Tribunal Constitucional español cuando no admitió a los partidos que defienden la consulta como parte en la causa. Hasta la misma víspera decía confiar en que el TC daría vía libre a sus planes. Son cosas que tienen los discursos, porque Ibarretxe sabe de la parcialidad del Constitucional desde hace décadas, hasta el punto de que en mayo de 1990 el PNV planteó no recurrir a este tribunal y retirar las 155 demandas presentadas en defensa de competencias estatutarias. Pero dando por buenas las palabras del lehendakari es de celebrar que por fin acepte que no habrá consulta el 25 de octubre.

En cuanto a la respuesta que plantea el Ejecutivo, lo cierto es que se acerca mucho más al acatamiento preconizado por Iñigo Urkullu que al discurso de celebración de la consulta pese a quien pese que se escuchaba a Unai Ziarreta.

¿Qué consecuencias pueden extraerse?

La primera, que esta cuestión no será objeto de un enfrentamiento institucional ni de una confrontación política. Volverá a presentarse una disociación entre los objetivos finalistas y los de a corto plazo. La lucha por la consulta (o, si se quiere, por los derechos de Euskal Herria) queda aparcada sin plazo en instancias judiciales europeas, mientras aquí queda el campo libre para que PSOE y PNV negocien el precio de los apoyos mutuos en los presupuestos de Madrid y Lakua.

La vía para llegar a Estrasburgo es larga y la respuesta del tribunal europeo no puede esperarse antes de cinco años e incluso un rechazo a la aceptación de la denuncia llegaría después de las elecciones. Con esa perspectiva, lo que interesa al tripartito es la movilización de su electorado para conseguir el máximo de denuncias posibles, es decir, una buena antesala de la movilización electoral que necesitará después el PNV para ganar las elecciones.

Y la cuestión de fondo a partir de ahora es ¿ganar las elecciones para qué? Para seguir gobernando, eso es evidente, pero ¿en qué dirección? ¿Para continuar por la senda marcada por Ibarretxe en las dos últimas legislaturas que genera en las bases abertzales ilusión mientras dura el discurso y desmoralización cuando se impone la realidad? ¿O para acomodarse a una fase de mayor entendimiento con el partido gobernante en el Estado al estilo de los tiempos de Ardanza? ¿Está dispuesto Ibarretxe a asumir ese papel?

El lehendakari habló ayer de que éste va a ser un curso interesante. Seguro que sí. Pero la incógnita a despejar hace tiempo no es si habrá consulta o no, sino ver cómo sale el PNV de este atolladero y a quién elige para que lo guíe en esa travesía por el desierto.

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