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J. Ibarzabal licenciado en derecho y en ciencias económicas

La Participación Social Activa

El autor encuentra grandes similitudes entre el «Ingreso Solidario Activo» (RSA, por sus siglas en francés) -implantado en el Estado francés como instrumento para fomentar el empleo y paliar la exclusión social- y el concepto de Participación Social Activa (PSA), acuñado por primera vez en la alternativa socioeconómica de la izquierda abertzale en 2001. Dejando a un lado las valoraciones sobre el llamativo encaje de esta iniciativa francesa en la política neoliberal de Sarkozy, Ibarzabal llama la atención sobre la capacidad intelectual de la izquierda abertzale «para influir directa o indirectamente en decisiones que se adoptan en otras administraciones estatales, en este caso la francesa».

El «Ingreso Solidario Activo» (RSA) implantado en Francia es un instrumento para fomentar el empleo y paliar la exclusión social. La reciente decisión del gobierno francés de financiar su puesta en marcha a mediados de 2009 mediante una tasa suplementaria del 1,1% sobre las rentas de capital ha sido sorprendente y ha despertado las iras del empresariado y la clase capitalista. Lo cierto es que la fuente de financiación elegida no encaja con el comportamiento neoliberal de Sarkozy, pero eso es lo que hay.

En cualquier caso, en este artículo no se trata de analizar el contenido de la RSA, sino de tomarlo como referencia para analizar las similitudes entre esa figura y la Participación Social Activa (PSA), término acuñado por primera vez en la alternativa socioeconómica de la izquierda abertzale en 2001. Esta aportación muestra que en Euskal Herria empezamos a espabilar intelectualmente, y a darnos cuenta de que la acción y la teorización son compatibles e interdependientes.

Como decíamos, hace ya varios años la izquierda abertzale dio a conocer su alternativa en el ámbito socioeconómico. Como telón de fondo, el impulso de la democracia participativa, articulando la participación de los movimientos populares y de la sociedad en general. Entre las distintas aportaciones que se hicieron (papel del sector público en la economía vasca, función subsidiaria del mercado, papel de la infraestructura en un desarrollo sostenible...) destacaba una, acuñada con un nuevo término: Participación Social Activa (PSA).

Originariamente, el término tenía un sentido laboral y su finalidad era regularizar y ordenar el paro, especialmente el de la juventud, transformándolo en una colaboración activa, en labores ecológicas, sociales, de ayuda internacional... Más adelante, el movimiento social Elkartzen utiliza el mismo término, dándole un sentido más amplio (impulsar una distribución más equitativa de la renta y de la riqueza, reducción de la precariedad laboral, acceso a una vivienda digna...) y por último, es utilizado con un carácter sociopolítico, significando la necesidad de un cambio social para que la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres sea una realidad plasmada en los presupuestos nacionales.

Estas aportaciones que giran en torno a la Participación Social Activa se analizan en los capítulos VIII «Derechos al ejercicio pleno de la Participación Social Activa» y IX «Participación Social Activa: Columna vertebral de la verdadera democracia», del libro «¿La Euskal Herria de quién?» (2008), coordinado por Nekane Jurado.

Es notable la semejanza existente entre la PSA -Participación Social Activa- y la reciente figura francesa RSA -Le Revenu de Solidarité Active-, con la particularidad de que la PSA es anterior en el tiempo. Las semejanzas son de contenido, no solamente formales. Ambas tratan de reducir el paro y de paliar la exclusión social.

Por supuesto, las aportaciones teóricas de la izquierda abertzale en el área socioeconómica no se limitan a la PSA. Hay bastantes más, de claro interés, en el área fiscal, de los conciertos económicos, en el salario social, en la vivienda... Tampoco me voy a extender en las aportaciones realizadas en otros ámbitos (educación, relaciones internacionales) y en las aportaciones políticas en el sentido estricto de la palabra. En este campo, la imaginación y la acción, fruto de una profunda reflexión del colectivo vasco, han posibilitado actuaciones políticas que acabarán ocupando un lugar de honor en los libros de marketing político.

En esta línea de aportación, un lugar especial ocupa la entrevista a Arnaldo Otegi publicada por GARA en el libro «Mañana Euskal Herria». Acosados por los Estados francés y español (con la correspondiente colaboración autóctona), se han ido superando los obstáculos para que la izquierda abertzale esté más viva que nunca.

Siguiendo las reflexiones de Lyotard en el capítulo 14 de su libro «Condición posmoderna», se puede considerar que la actuación de los estados español y francés es terrorista, al cambiar unilateralmente las reglas de juego sobre las que existía consenso. Han tenido que recurrir a la eliminación burda del adversario, estableciendo el estado de excepción y encarcelando a numerosos dirigentes de la izquierda abertzale. El coste político será inevitable, y acabarán pagando tanta tropelía.

Volviendo a la Participación Social Activa, la semejanza del reciente RSA con ella, evidencia nuestra capacidad intelectual para influir directa o indirectamente en decisiones que se adoptan en otras administraciones estatales, en este caso la francesa. Esto debe darnos confianza. Acción y teorización, ambas imprescindibles para que la historia que lean las próximas generaciones vascas sea nuestra historia, para que Europa y el mundo conozcan nuestra lucha épica, que de momento ha obtenido victorias tan destacadas como la paralización de Lemoiz, Leitzaran. Una teoría que no esté en contradicción con la realidad, basada en la práctica y en el sentido común.

Somos vanguardia en la lucha por una Confederación de los Pueblos Soberanos de Europa (CPSE) y posiblemente admirados en gran parte de ella por la causa justa que defendemos, y por nuestro espíritu tenaz de resistencia. Tenemos que teorizar sobre la Europa que queremos, que posiblemente tiene muy poco que ver con la Europa de Maastricht (la Europa de los Estados occidentales, mirando arrogantemente al Este, a Rusia, subordinada a las leyes del mercado y a la salvaje política exterior de los EEUU...) Hay que imaginar, desde el realismo, una Europa social que regule el derecho de autodeterminación de los pueblos que la componen, que converja con Rusia y que acabe con el vasallaje a los Estados Unidos y a la OTAN.

Por desgracia, en esa lucha teórica poco podemos contar con la intelectualidad vasca, con la Universidad del País Vasco. Esta no especula, no filosofa. Se ha convertido en un apéndice de la Europa de Maastricht, sin imaginación, sin impulso vital, obsesionada únicamente por la investigación tecnológica. Se olvida quizá de que la labor fundamental de la Universidad es especular, convertir la I+D+i en una innovación social.

No somos responsables de la historia de Euskal Herria. Tratamos de entenderla en clave abertzale. Pero sí somos responsables de la parte de historia que nos ha tocado vivir, de la que somos protagonistas. Y nuestra responsabilidad es dar a conocer urbi et orbe en clave abertzale lo que está pasando. Y son muchas cosas y muy positivas.

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