En este artículo el autor analiza cómo ciertas estructuras de poder permanecen intactas tras las transiciones políticas en Chile y en el Estado español. En el caso del Estado español, tras la muerte biológica de Franco, «la fórmula de una reforma sin ruptura democrática se antoja adecuada. Los vencedores de la guerra civil se frotaban las manos y siguen mandando». En Chile la figura de Pinochet «se tornó intocable en la nueva etapa. Se argumentó que era un peaje. Impunidad a cambio de economía de mercado». A partir de esas constataciones, Roitman resalta la relación existente entre memoria y democracia, conceptos que guardan una estrecha relación que los tiranos y sus herederos no dudan en ocultar a toda costa.

Acatar «sine die» las disposiciones de una legalidad al servicio del PSOE y del PP supone renunciar a la superación del Estatuto y a la articulación de un nuevo marco donde la regla de oro sea el respeto absoluto a la voluntad de la sociedad vasca