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VII ANIVERSARIO DE LOS ATAQUES DEL 11-S

Siete años después, EEUU continúa enfangado en su «guerra al terror»

El inviolado suelo estadounidense sufrió hace siete años el peor ataque de su historia. Washington interpretó el suceso como una catarsis y respondió a sangre y fuego. En setiembre de 2008, el panorama de su «guerra al terror» es desalentador. Los talibán van ganando en Afganistán. El condenado escenario iraquí no deja a EEUU mover pieza y Al Qaeda sigue ahí, aunque sea metamorfoseada. Y el «sheriff» Bush sigue sin capturar a Bin Laden, «muerto o vivo».

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Dabid LAZKANOITURBURU | DONOSTIA

Siete años después de los ataques del 11-S, Washington está a punto de perder la guerra contra los talibán afganos, afronta una «postguerra» de alto riesgo en Irak y asiste a una recomposición de Al Qaeda, que ha multiplicado sus atentados en todo el mundo en los últimos años y cuyo líder, Osama Bin Laden, enemigo público número uno de EEUU, sigue vivo y libre.

Tras lanzar una «cruzada» contra Afganistán en venganza por los atentados más mortíferos de la historia de EEUU (alrededor de 3.000 muertos), George W. Bush, quien había llegado meses antes a la Casa Blanca entre denuncias de fraude electoral, se convirtió en uno de los presidentes más populares de la historia del país.

Bush completó su primera legislatura ampliando su «guerra al terror» con la invasión de Irak. EEUU removía así el estratégico escenario de Oriente Medio y, de paso, ajustaba viejas cuentas con Saddam Hussein. El crédito adquirido entre las cenizas de las Torres Gemelas y del Pentágono le permitió revalidar su victoria en 2004.

Siete años después, todo ese caudal político se ha esfumado. Bush se ha convertido en uno de los mandatarios más impopulares de EEUU y los funcionarios del mismo Pentágono ironizan en los pasillos vaticinando que el autor de los mayores atentados de la historia del país va a sobrevivir al presidente bajo cuyo mandato se cometieron.

Aunque no de forma equiparable al declive de Bush, tampoco corren buenos tiempos para EEUU, que afronta una oposición cada vez más osada en Latinoamérica -su «patio trasero»- y asiste a un repunte de la nueva Rusia, sin olvidar el creciente peso mundial de China. Todo ello en un escenario de grave crisis económico-financiera en Occidente y cuyos verdaderos efectos están aún por llegar.

En un contexto de inestabilidad -tanto interior como exterior-, las segundas presidenciales después del 11-s vienen marcadas con mensajes de cambio y de regeneración nacional. Llamamientos que se personifican en el primer candidato negro a la Casa Blanca de la historia de EEUU, Barack Obama, pero que hace suyos su rival, el republicano John McCain.

La metamorfosis de Al Qaeda

Después de que una veintena de islamistas árabes kamikazes utilizara varios aviones como arma mortífera contra los principales centros de poder del país, EEUU lleva siete años sin sufrir ataques de Al Qaeda en su suelo. No obstante, sus dos principales aliados, el Estado español y Gran Bretaña, fueron objetivo de sendos y sangrientos atentados que pusieron la puntilla a las carreras políticas de José María Aznar y de Tony Blair. Ambos posaban eufóricos años antes con Bush en la foto de las Azores.

Estos atentados fueron realizados por islamistas nativos -en el caso de Londres- o inmigrados -en el de Madrid- y atribuidos a ese oscuro magma de grupos e iniciativas que utilizan el nombre de Al Qaeda como una suerte de marca.

Una marca que va más allá y que han hecho suya organizaciones como el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, que ha puesto bajo las órdenes de Bin Laden a sus guerrillas islamistas en el Magreb. Al Qaeda a orillas del Mediterráneo.

Veinte años después de su creación en plena guerra afgana contra los soviéticos, los analistas se muestran divididos sobre el estado de salud de Al Qaeda. Expulsada de Afganistán por los bombardeos de EEUU, la red ha hallado un santuario en Waziristán, provincia paquistaní limítrofe con Afganistán. Pese a ello -y a que esta región pastún se ha convertido en objetivo de ataques de EEUU violando la soberanía paquistaní-, expertos de la CIA insisten en que Al Qaeda estaría de capa caída.

En esta línea, estos expertos destacan que la red se ha metamorfoseado. Sus dos primeras generaciones, la de los históricos y la de sus alumnos, formados en los campos afganos antes de 2001, han dejado paso a una «tercera generación» de grupos autónomos difíciles de infiltrar pero a la vez «faltos de técnica o de experiencia para lanzar ataques devastadores».

Aducen que Al Qaeda ha perdido fuerza en Arabia Saudí, donde la conjunción de una feroz represión con las condenas a sus métodos indiscriminados por parte de la intelligentsia musulmana parece haber debilitado, que no vencido, a sus seguidores. Suman a ello que la sección iraquí de la red se bate en retirada, aunque obvian el hecho de que fue su invasión la que llevó a Al Qaeda a Irak, libre hasta entonces de este tipo de manifestaciones rigoristas.

Analistas de peso como el paquistaní Ahmed Rashid advierten, por contra, de que el riesgo de Al Qaeda, con su santuario cada vez más seguro, se ha acrecentado. Bin Laden y sus adeptos «viven refugiados junto a una pléyade de grupos terroristas asiáticos y árabes cuyos tentáculos se extienden hasta Europa y EEUU», alerta, para añadir que «basta que uno o dos yihadistas occidentales contacten con ellos para que vuelvan a sus países convertidos en amenazas mortales».

Vencer a una ideología

Antiguo jefe de la «unidad Bin Laden» de la CIA, Michael Scheuer coincide en alertar contra los interesados mensajes triunfalistas de la Administración Bush. Incluso en Irak. «Sí, es cierto que hemos ganado tiempo en Irak pagando a la mitad de los insurgentes para que combatan a nuestro lado y maten a sus primos de Al Qaeda (...) Pero eso no quiere decir que Al Qaeda esté vencida», advierte.

«Porque es una ideología, no un Ejército y mientras continuemos dominando el mundo musulmán con nuestros helicópteros Apache, nuestros tanques, nuestros Humvees y nuestros amigos dictadores, Al Qaeda persistirá», asegura.

El avispero afgano

Tras iniciar su campaña de bombardeos el 7 de octubre de 2001, y en conjunción con una ofensiva terrestre de sus aliados de la Alianza del Norte, EEUU tardó dos meses en expulsar a los talibán del poder.

Siete años después, nada pueden hacer los 70.000 soldados estadounidenses y aliados frente a una contraofensiva talibán que controla vastas regiones de este depauperado país y se mueve como pez en el agua entre sus 32 millones de habitantes. Las cifras de civiles muertos en bombardeos aliados superan ya con creces a los 3.000 estadounidenses cuyas muertes juró vengar Bush.

Mandos estadounidenses sobre el terreno, como el general Jeffrey Schloesser, lloran pidiendo refuerzos y advierten de una posible ofensiva pero ya de invierno de la resistencia talibán.

Cada vez son más las voces que en EEUU denuncian como uno de los mayores errores estratégicos de la historia de este país el no haber «terminado el trabajo» en Afganistán y haber distraído el objetivo principal con la invasión de Irak.

El pudridero iraquí

EEUU abrió, con su invasión en marzo de 2003, las puertas de Irak a Al Qaeda. La antigua Mesopotamia se convirtió en campo de entrenamiento para nuevas generaciones de brigadistas yihadistas apoyados por una población sunita indignada por la ocupación y que se movían sin problemas entre la profusión de organizaciones de la resistencia iraquí.

En setiembre de 2008, y tras haber logrado alinear contra Al Qaeda a milicias sunitas locales -hartas de sus métodos indiscriminados contra la población civil-, Washington duda, y mucho, a la hora de plantearse un repliegue serio del país.

Y es que sus intereses a largo plazo en Irak siguen lejos de estar afianzados. La ocupación ha alimentado el enfrentamiento sectario entre la mayoría chiíta y la minoría sunita y ambas miran con desconfianza creciente al árbitro de Washington.

Al norte, los kurdos -aliados circunstanciales de EEUU- asisten con rabia al incumplimiento de sus promesas y luchan contra el pulso centralista del poder de Bagdad. El tiempo dirá si EEUU es capaz de sortear las «minas» con las que se encargó de rellenar el suelo de Irak, repleto de un petróleo que no puede aún extraer a manos llenas. Y Bush no verá el desenlace desde el Despacho Oval.

El panorama internacional

Siete años después del 11-S, EEUU ha gastado en su «guerra al terror» más de lo que le costó la de Vietnam. Y lo que es «peor», el imperio americano tiene, a día de hoy, abiertos varios frentes que recuerdan, salvando las distancias, a aquella época.

La América Bolivariana no duda en responder a sus intentos desestabilizadores rompiendo relaciones diplomáticas. Rusia frena su expansionismo en el este de Europa. Y China sigue, lenta pero firmemente, su camino para convertirse en un agente internacional insoslayable. Site años después, EEUU sigue perdiendo pie.

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Son los días que le quedan al presidente Bush para cumplir su promesa de capturar a Osama Bin Laden «muerto o vivo». «Un presidente u otro lo hara», se resigna ahora el todavía inquilino de la Casa Blanca.

ZONA CERO

Barreras administrativas, logísticas y financieras siguen retrasando la construcción de la Zona Cero, donde se alzaban las Torres Gemelas. Del gran proyecto, sólo las estructuras metálicas de la Torre de la Libertad comienzan a emerger de entre las obras.

enfermedades

Medio centenar de antiguos empleados y residentes del sur de Manhattan han exigido a los candidatos a la Casa Blanca que financien el tratamiento de enfermedades. El 60% de los residentes de la zona sur de la 14 Avenida sufre problemas respiratorios.

Al-zawahiri

El número dos de Al Qaeda acusa a Irán de colaborar con EEUU en su ocupación de Irak y Afganistán. «¿Es que la yihad es lícita en Líbano y en Palestina pero ilícita en Irak y Afganistán?» critica al-Zawahiri en un vídeo conmemorativo.

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