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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Jaime Ignacio Del Burgo, insumiso

Vivir para ver. ¡Quién nos iba a decir que terminaríamos por ver a Del Burgo llamando a la insumisión! Ayer, en «Libertad Digital», el ex diputado de UPN-PP titulaba: «Se obedece pero no se cumple», y alentaba al pase foral contra los dirigentes de su propia formación. Lo dejaba claro desde la primera línea: «El presidente de mi partido me invita a cerrar la boca. Con declaraciones así me dan ganas de volver a la primera línea de la vida política. Espero resistir la tentación. Pero si hice mutis por el foro del Congreso no fue para perder mi condición de ciudadano libre. El derecho a discrepar está en la base del sistema democrático. Así que no me callo». Pisa fuerte.

Centra el asunto en el controvertido voto de los dos diputados de UPN-PP sobre los presupuestos españoles y confiesa la verdadera naturaleza del pacto UPN-PP: «Cuando se llegó al pacto de 1991 por el que el PP aceptó su disolución en Navarra se dejó constancia del porqué de una decisión tan traumática para un partido nacional: la total afinidad de principios ideológicos, la defensa de Navarra y el objetivo de configurar en España una opción de gobierno de centro-derecha». ¿Dónde está la cacareada «autonomía» de Sanz y compañía?

Y es que, alega Del Burgo, «es dudoso que se pueda sostener que el interés general de Navarra justifica apoyar unos presupuestos contrarios al interés general de España. Navarra no es un islote inmune a lo que pase fuera de ella. Si los presupuestos son malos para España también lo son para Navarra. Y como para llegar a esa conclusión es preciso hacer un juicio de valor subjetivo es claro que, en caso de disparidad de criterio, ha de prevalecer el criterio del PP por ser un asunto que afecta de lleno a la política nacional». Ya se sabe quien manda. Más claro no podía decirlo Jaime Ignacio.

Y por todo ello, «los diputados de UPN están personalmente obligados a cumplir las reglas de juego pactadas con el PP. Si recibieran una orden ilegal e ilegítima de romperlas, adoptada por un órgano competente -el presidente, por sí y ante sí, no lo es en este caso- tendrían derecho a responder como lo hacían nuestros antepasados cuando se las tenían tiesas con el poder real si éste se salía de madre: Se obedece, pero no se cumple». Habrá más capítulos del culebrón.

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