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La apertura del primer cementerio musulmán de Euskal Herria se retrasa

A pesar de las promesas de los responsables del Consistorio bilbaino, la comunidad islámica aún aguarda la apertura del primer cementerio musulmán junto al camposanto de Derio. Aunque se anunció que las obras estarían terminadas para julio, ahora se aventura la fecha de finales de mes.

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Agustín GOIKOETXEA

En el nuevo cementerio de Derio, la primera infraestructura de estas características en Euskal Herria, podrán reposar los cuerpos de los musulmanes de Bilbo, el resto tendrá aún que esperar a que se materialice la voluntad política de las diferentes administraciones vascas, especialmente las de Hego Euskal Herria, que no terminan de afrontar las demandas de una comunidad cada vez más numerosa.

En el caso de la capital vizcaina, la comparecencia pública la última semana de junio del concejal delegado de Salud y Consumo, Sabin Anuzita, para informar del proyecto y anunciar que sería una realidad en apenas «quince días» se ha quedado en un acto propagandístico más del gobierno municipal que preside Iñaki Azkuna. GARA pudo confirmar de los servicios funerarios que dependen del Ayuntamiento de Bilbo que los trabajos de acondicionamiento de la parcela en Derio aún no han concluido, achacándose el retraso al «periodo estival». «No se ha abierto todavía, se hará en setiembre, probablemente a finales de mes», explicaron desde el organismo público que gestiona los cementerios de la villa.

Por tanto, previsiblemente, faltan aún unas pocas semanas para que los componentes de la comunidad islámica bilbaina puedan enterrar a sus muertos en el cementerio municipal de Bilbo, en Derio. Será cuando finalicen los trabajos en una parcela de 300 metros cuadrados, capaz de acoger entre 150 y 200 sepulturas orientadas a La Meca, tal y como recomienda el Islam, en un terreno que ocupó un antiguo depósito de aguas y con un acceso propio.

Hasta entonces, los cadáveres de los musulmanes afincados en el Botxo son trasladados a Zaragoza, Granada, Madrid o a sus localidades de origen con un desembolso económico que ronda desde los 2.000 a los 7.000 euros, dependiendo del país de destino. Aunque la jornada de la apertura del cementerio de Derio será un día feliz para quienes siguen los dictados del Corán que residen en la capital vizcaina, el resto de integrantes de la comunidad islámica de Hego Euskal Herria aguarda a que las autoridades municipales de otras localidades respondan a sus continuos requerimientos para que se habiliten lugares de enterramiento adecuados a su confesión religiosa.

La Unión de Comunidades Islámicas del País Vasco está pendiente de fijar un encuentro con los responsables de Eudel para buscar una solución, según confirmó su presidente, Ahmed Al Hannafy. Su objetivo, confiesa, alcanzar un acuerdo con la asociación de municipios similar al suscrito con el Consistorio bilbaino, en el que se resuelve que por espacio de 75 años habrá un cementerio musulmán en Derio. Uno de los hándicaps a los que se enfrentarán en el futuro es que la Sharia -la ley islámica- establece que los cadáveres no pueden moverse nunca de su tumba, aunque Ayuntamiento y los imanes de la mezquitas del Botxo han llegado al compromiso de crear un espacio con sepulturas «rotatorias» que pueden reutilizarse, apartando a un lado los huesos y enterrando a otro fallecido en el lugar.

El delegado de Salud y Consumo ha mostrado su disposición a ampliar la superficie del equipamiento mortuorio si fuera necesario. «El camposanto tiene aún 40.000 metros cuadrados de superficie que se encuentran libres», apuntó el edil jeltzale. Los Servicios Funerarios Bilbaínos no han establecido una tarifa especial para estos enterramientos. «Se usará la misma que para el resto», aclara la entidad que se encargará de los trámites y del registro correspondiente.

En principio, se buscará que localidades vizcainas con mayor población musulmana como, por ejemplo, Barakaldo, Ermua, Portugalete o Mungia dispongan de un cementerio, si no tratarán de derivarlos a Derio con el consentimiento de su Ayuntamiento. En Gipuzkoa se busca una ubicación en Donostia, Eibar o Errenteria. En el caso de Araba, en Gasteiz, siendo alcalde José Angel Cuerda, la Corporación acordó en 1998 reservar una parcela junto al cementerio de El Salvador, aunque en una década no se ha avanzado.

Hastío en Gasteiz

Esta situación fue denunciada en julio por representantes de las mezquitas gasteiztarras. «Es una vergüenza que llevemos pidiendo un cementerio desde 1998 y que nos lo hayan negado desde entonces», lamentaron los portavoces de los cerca de 5.000 musulmanes que hay en la capital alavesa.

Al Hannafy espera que, a través de la Unión de Comunidades Islámicas del País Vasco, logren que los numerosos creyentes que residen en Gasteiz puedan contar con un lugar donde su cuerpo repose al morir. El presidente estima además que, a través de las negociaciones que pretenden entablar con Eudel, consigan modificar el reglamento de sanidad mortuoria de Lakua que impide los enterramiento siguiendo el rito funerario islámico.

La Sharia establece que los difuntos sean cubiertos con una sábana blanca, después de ser lavado su cuerpo para ser «purificado», y depositados, apoyados de costado, en contacto directo con la tierra, sin abalorios ostentosos ni ataud, algo que prohíbe la normativa sanitaria del Gobierno de Gasteiz. Además, la cabeza del difunto debe estar orientada a La Meca. En octubre de 2004 se modificó la antigua normativa de 1974, aunque sigue sin permitirse enterrar en tierra.

El envío de cadáveres de musulmanes a sus países de origen ha sido aprovechado por las compañías de seguros para desarrollar durante años todo un negocio. Desde el punto de vista de la Sharia, esta práctica es ilegal. «Nadie tiene por qué pagar para que se le entierre, es un derecho de todo musulmán y una obligación que el resto de la Umma -comunidad de creyentes del Islam- tiene contraída con él», aseguran.

Tanatorio con rito islámico

Algo más de una década llevan también en Nafarroa reivindicando un cementerio musulmán. Como anticipo, el Grupo Tanatorio Irache abrió el 30 de julio en Burlata un equipamiento, junto al camposanto, que dispone de la primera sala específica para cumplir con el rito islámico, en el que participarán los miembros de la umma.

La operación consiste en lavar el cadáver, embalsamarlo y envolverlo en una tela blanca, para finalizar con los rezos habituales en memoria de la persona fallecida. El Islam considera la muerte un tránsito hacía una etapa mejor, lo que obliga a inhumar a los muertos lo antes posible huyendo de velatorios y tanatorios. La austeridad es clave.

Ante la falta del apoyo institucional, la comunidad islámica de Iruñerria, donde reside una buena parte de los creyentes navarros, confía en el Grupo Tanatorio Irache para poder habilitar un camposanto donde enterrar a sus fieles. Se trata de un solar de unos 300 metros cuadrados anexo al recién inaugurado tanatorio Arga y al cementerio municipal de Burlata. «Es una buena ubicación», declara Farid Benbelkheir, que fue desde 1996 presidente de la Umma de Iruñea y actualmente se encarga de la problemática del cementerio. Ahora, aguardan a que el Ayuntamiento dé los pasos necesarios para modificar el planeamiento urbanístico de la zona.

Benbelkheir confiesa que no es un problema extremadamente acuciante para los musulmanes, entre 10.000 y 12.000 fieles en Iruñerria y pueblos de la Ribera, dado que es una población joven -entre 25 y 30 años de edad media- aunque también algunos de sus miembros son personas mayores. Son marroquíes, aunque también es considerable los que proceden de Egipto, Africa Negra y Europa del Este.

«De vez en cuando, tenemos algún caso de bebés, que son trasladados a Zaragoza y que cuesta el viaje y la inhumación en torno a los 2.500 euros», apostilla. El obstáculo principal que surge en esas ocasiones es que los cadáveres no pueden ser enviados a los países de origen de los padres, ya que no tienen la nacionalidad de éstos.

Este argelino afincado desde hace muchos años en Burlata comenta que son un ejemplo de los casos más graves a los que se ha enfrentado en esta tarea encomendada por su comunidad, aunque no los más grave. Farid Benbelkheir todavía no ha olvidado los quebraderos de cabeza que le generó tener durante tres meses el cadáver de una persona en una cámara frigorífica hasta que la umma consiguió el dinero para sufragar el traslado del cuerpo y su inhumación.

Durante un tiempo, los musulmanes asentados en Hego Euskal Herria plantearon la creación de un cementerio único para todos los fieles, barajándose entonces como ubicación Altsasu. Esta alternativa también se planteó entre varios herrialdes, aunque se ha desechado posteriormente por la importancia demográfica que están alcanzando las comunidades islámicas a consecuencia de la inmigración desde países de Africa y Europa del Este.

 

Una comunidad de fieles que aumenta día a día en el sur del país

Aunque el contar con un cementerio no es la necesidad más apremiante de la comunidad islámica en Hego Euskal Herria, dada la juventud de sus componentes, su crecimiento es constante como lo constata la progresiva apertura de mezquitas y lugares de oración. En Bilbo, por ejemplo, existen tres mezquitas y otro recinto en el barrio de Zabala donde rezan los miembros de la abundante colonia senegalesa.

Esta situación se repite en Gasteiz, con tres mezquitas; Iruñerria, Sakana y la Ribera, sin olvidar una fuerte implantación de fieles en Durango, Ermua, Mungia, Getxo, Donostia, Eibar, Errenteria, Zumarraga o Azkoitia. A.G.

TRES MESES

Tres meses tuvo que estar en una cámara frigorífica el cadáver de un musulmán afincado en Nafarroa por no disponer del dinero suficiente para su traslado e inhumación siguiendo el rito islámico.

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