Bastaron un preciso pase de Villa y un perfecto desmarque de Mata, con posterior certero remate, para que una temporada más Osasuna cumpliera con la tradición de volverse de vacío desde Mestalla. La calidad decidió ante el frontón en el que se convirtieron los de Ziganda, sobre todo a raíz de la expulsión de Azpilicueta.

Fue en el apartado defensivo donde mejor se movieron los navarros, pero paradójicamente fueron sorprendidos en una especie de contra llevada por los dos jugadores ches que más quebraderos de cabeza les estaban dando hasta entonces. Cierto es que el cansancio comenzaba a hacer mella, pero quien no estuvo listo en la jugada -Javier Flaño- apenas llevaba veinte minutos en sus piernas.

Cuestión de eficacia. El Valencia supo acertar en una de las dos ocasiones de que dispuso en la segunda parte -las dos salieron de las botas de un ayer inspiradísimo Mata-, mientras que los rojillos la más clara que tuvieron, cuando las manecillas del reloj apenas habían marcado los seis minutos, la desperdiciaron entre ellos mismos. Cuando ya se cantaba el gol de Font, apareció por allí Portillo para desviarlo con la coronilla.

De haber conseguido el 0-1, sin lugar a dudas que el contenido de esta crónica sería bien distinto y las prestaciones de los rojillos sobre el césped valenciano hubieran sido totalmente diferentes. Ir por delante en el marcador, sobre todo fuera de casa, da una seguridad añadida a los equipos modestos y pone muy nerviosos a los anfitriones, sobre todo si la exigencia para estos últimos es la de estar entre los grandes, como es el caso de los de Emery.

Pero como eso no ocurrió, Osasuna se propuso caminar por el alambre del 0-0 con todos los riesgos que eso conlleva cuando enfrente tienes a rivales que valen unos cuantos millones de euros. Sí, buena colocación defensiva, sin muchos sustos por parte del enemigo... pero con escasa proyección y mordiente en ataque y, lo que es peor, cediendo el balón.

La fría estadística -ésa a la que no se quiere hacer caso, pero que casi siempre se cumple- acabó por imponerse. Mestalla no es un campo propicio, los de Ziganda rara vez gestionan con provecho los minutos finales y existe la espada de Damocles de un zarpazo de calidad del oponente... demasiados factores en contra como para salir indemnes del estadio valencianista.

Sólo el primer cuarto de hora

A decir verdad, Osasuna sólo tuteó a los ches en el primer cuarto de hora del encuentro, mientras duró la canalización del juego rojillo por el carril izquierdo. La participación de un activo Plasil en los minutos iniciales, las caídas de un Font con el depósito todavía lleno y la presencia de Portillo -el madrileño fue diluyéndose a medida que el equipo dio pasos atrás- pudieron dar la impresión de que era el día en el que los rojillo iban a sumar un triple.

Sin embargo, la línea de creación local -con un pivote muy ofensivo formado por Edu y Fernandes- fue apropiándose de la medular, mientras sus homónimos rojillos, bien es cierto que sin cometer errores de bulto, dejaban hacer, cómodos, ante la falta de efectividad rival.

En esa guerra de desgaste, quedarse con uno menos ciertamente no es una buena noticia. Pero, a decir verdad, la expulsión de César Azpilicueta tampoco trajo consigo la avalancha total valencianista. Más bien al contrario, el conjunto navarro no se descompuso en un principio, jugó con el tiempo y apenas pasó por apuros, pero en el ambiente se respiraba un tufillo a que, una vez más, algo iba a ocurrir en contra de los intereses rojillos.

Ahora, con dos puntos de nueve posibles, los de Ziganda comienzan a sentirse obligados a sumar su primera victoria del presente campeonato liguero. El bloque no ofrece signos que den lugar a la alarma, pero quizás le falta adoptar más riesgos en la búsqueda de la portería contraria. Masoud parece destinado a tomar parte activa en tan importante misión.