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SEGUNDA La vuelta al 3-4-3 tuvo efectos negativos y permitió al rival jugar a placer y llegar con mucha claridad al área realista

Un punto con sabor contradictorio

El Hércules mereció por juego y ocasiones golear a la Real, pero el empate llegó de manera injusta en un penalti pitado a Rivas que no lo pareció y que además fue mandado repetir tras detener Bravo el primer lanzamiento de Farinós. Labaka marcó el 0-1 tras una falta.

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HÉRCULES CLUB FÚTBOL 1

REAL SOCIEDAD 1

Joseba ITURRIA | ALICANTE

La Real vivió un partido de sensaciones contradictorias porque no mereció el punto que consiguió por juego y ocasiones, pero no mereció perder dos en dos decisiones arbitrales injustificables. Porque el penalti que ayer fue pitado en contra pareció tan inexistente como el señalado a favor ante el Murcia y porque no se puede mandar repetirlo cuando el portero detiene el balón casi sobre la misma línea.

Por eso la Real puede darse con un canto en los dientes por sacar un punto de un encuentro en el que mereció salir derrotada con claridad y al mismo tiempo sentirse injustamente derrotada porque todo el sacrificio al que apeló a falta de ideas debía haber bastado para ser premiado con un triunfo si el árbitro no lo llega a impedir.

Pero el análisis del partido de de la Real no puede depender ni de la falta de acierto del Hércules en el remate ni de lo que hizo el árbitro en el minuto 80. El análisis debe ser el mismo con un 3-1, con un 0-1 y con el 1-1 final. Y la principal conclusión es que la Real fue superada en toda regla porque no puede jugar como ayer un partido que se le pone tan pronto de cara con un gol en su primer remate a puerta.

El público salió del campo entusiasmado con el juego de su equipo y la culpa de ello la tiene la Real, que le permitió jugar con facilidad. Es muy bonito ver partidos en los que hay tantos espacios y ocasiones, pero un equipo que gana desde el minuto 15 no puede permitir que un encuentro sea tan abierto y el rival tenga tantas facilidades para crear ocasiones sin necesidad de asumir muchos riesgos.

Porque los cuatro defensas del Hércules apenas pasaron del centro del campo y Abel Aguilar sólo pisó el área para tirarse cuando vio cercana la presencia de Rivas. Los riesgos los asumía el equipo que ganaba. Porque la Real jugaba con tres defensas y el Hércules atacaba con cuatro delanteros y eso provocaba un desajuste, principalmente en el lado derecho de la zaga realista.

Tuni y Farinós

Labaka veía como entraba Tuni por su banda como si fuera un puñal en un duelo desigual. El azpeitiarra no tiene rapidez para defender en la banda y concedía un par de metros que bastaban a su marcador para centrar. Y cuando no le daba esos metros se le iba por rapidez. Y cuando ni centraba ni se le iba aparecía para rematar por cualquiera de los muchos agujeros que dejaba una Real descolocada en defensa. Tuni hacía bueno el trabajo de Salva Iriarte, aquel del que Badiola dijo que no daba un palo al agua, pero que sin dinero a la hora de buscar dos incorporaciones apostó por Delibasic y Tuni, que al final no llegó. Pues en el Hércules parecen querer demostrar que no tenía mal ojo.

Y Tuni fue una pesadilla porque los balones llegaban con claridad desde un centro del campo en el que Farinós abastecía a sus delanteros de pelotas como si fuera una de las maquinas con las que se entrenan los tenistas. Jugó con tanta comodidad que si le llega a ver un ojeador del Inter lo vuelve a fichar.

Pero el mérito de que Tuni y Farinos, y con ellos todo el Hércules, jugara con tanta comodidad hay que buscarlo en el demérito realista. De las leyes que imperan en el fútbol hay una que destaca por encima de todas y es que cuando algo funciona no hay que tocar nada.

Lillo, que tiene un gran mérito en el gran estado anímico del equipo, lo hizo bien en los dos últimos partidos de Liga sin apenas variaciones después de que a la hora del debut ante el Las Palmas aparcara el sistema que recuperó ayer. Pero no sólo cambió el sistema, hubo cuatro cambios de jugadores y muchos de posición hasta el punto de que sólo Díaz de Zerio -al margen de los veinte minutos que duró Xabi Prieto- jugó como lo había hecho ocho días antes.

Y el partido de la Real fue peor aún que la primera hora contra el Las Palmas, sin hacer buena la apuesta por un 3-4-3 que resulta poco convincente. Plantea unos problemas claros en defensa, pero en ataque también resulta complicado. Al equipo le cuesta salir con el balón controlado al no tener los centrales una salida fácil hacia la banda. Elustondo empezó bien en esa tarea de distribución, pero luego se vio superado como los demás y acabó más pendiente de cerrar la banda izquierda que de buscar el balón. Y, como bien decía Lillo, esta forma de jugar sin balón resulta complicada. El técnico apelaba en los dos partidos a la ansiedad del equipo para justificar su mal juego, pero esa ansiedad sólo debe salir a relucir con el 3-4-3. Parece que en los demás partidos no se acusa, porque lo de los diez minutos de Zaragoza fue otro problema...

Comentaba el tolosarra la pasada semana en GARA que la colocación de los jugadores no es tan importante como el estilo, pero es clave y de hecho, al margen del atípico partido de Copa, el equipo se ha encontrado más cómodo con el sistema del año anterior. Que se lo pregunte a Labaka ayer si es importante.

El 3-4-3 permite al rival disponer de más espacios para combinar con sus jugadores más adelantados. A eso se añade que al elegido para jugar más adelantado en el rombo del centro del campo, Marcos, no se le ocurrió en ningún momento pensar que él podía molestar algo a Farinós. Al ex del Valencia sólo le molestaba la sombra de un Rivas que, como es normal en un pivote, tiende a estar cerca de sus centrales. Y como los dos jugadores que actuaban en los vértices, Aranburu y Elustondo, tenían que convertirse en muchos instantes en laterales para cubrir a los dos extremos locales, se abrían espacios importantes en el centro del campo. Desde allí Farinós conectaba con comodidad con sus dos puntas y, sobre todo, con Tuni.

Porque no reflejó lo sucedido en el terreno de juego el 0-1 con el que se llegó al minuto 80 con un gol que sólo podía llegar a balón parado porque en jugada sólo se pudo rescatar un pase de Aranburu a Díaz de Zerio, que se equivocó al no buscar el remate con la derecha a la primera.

Abanico de ocasiones

Por contra, el Hércules tuvo en el primer tiempo cuatro claras ocasiones. Primero Tote recibió un pase de Dani Bautista y no acertó cuando encaró a Bravo. Las otras tres ocasiones las protagonizó Tuni, que primero disparó fuera por poco, luego se encontró con Bravo y en la tercera oportunidad el chileno respondió con una gran parada.

La segunda parte comenzó con una opción de Díaz de Zerio que fue respondida por un disparo similar de Farinos y a partir de ahí el partido volvió a entrar en la misma dinámica del primero, con un nuevo servicio de Farinos a Tuni, que se fue de los dos azpeitiarras en un metro cuadrado y remató con la derecha a las manos de Bravo. Luego Aranburu volvió a estar providencial para ayudar a su convecino y amigo al arrebatar a Tuni un balón claro y Bautista remató mal una jugada ensayada.

El Hércules combinaba y llegaba muy fácil, pero no remataba bien ni de penalti, por lo que no le bastó con que el árbitro se inventara uno. Tuvo que repetirlo hasta marcarlo. Luego Tote pudo marcar el 2-1 en un remate claro tras un resbalón de Mikel González. Entonces González González debió pensar que tampoco era justo que ganara el Hércules de esa forma y expulsó de manera injusta al central César, con lo que Mandía prefirió amarrar un punto al quitar un delantero para poner a un central. Éste no quiso jugar con tres defensas ni cinco minutos.

Lillo: «Sin balón no somos nosotros»

Los aspectos más destacados de la rueda de prensa de Lillo fueron sus análisis de la actuación de su equipo y de la del árbitro, del que dijo que «primero la consideración de penalti, que me dicen que «mamma mia», pero en Murcia dirán lo mismo del otro día. Pero encima que te la pare el portero en la raya y diga que se había adelantado. Y le ha dicho que si lo volvía a parar volvía a repetirla».

Sobre su equipo señaló que «cuando no tenemos el balón no somos nosotros. Sufrimos mucho y como jugamos con mucha gente por delante de la pelota, no nos hemos encontrado. Hemos estado media hora bien y encima íbamos ganando y eso te empieza a hacer negociar. Esperas que acabe el partido y cuando un equipo se olvida de jugar se aleja de ganar. Por otro lado me quedo con la capacidad de sufrimiento del equipo y, si no llega a ser por lo del penalti, que clama el cielo, igual te llevas los tres puntos. No es la forma ideal, pero saber jugar y sufrir dentro del área me ha gustado eso del equipo».

Añadía que «llevábamos bien el inicio del partido, pero las inercias nos han obligado a golpear mucho. Y cuando antes va, antes vuelve. Los jugadores sienten ansiedad, son seres humanos y se angustian, se ven con los tres puntos, y al final hemos negociado demasiado con eso y te puede crear problemas».

Asumía que se corría el riesgo de que Xabi Prieto recayera, aunque no lo esperaban y entendía los cambios en el equipo «era lo más acorde para ganar. Si llegamos a ganar con eso igual ganamos más de un partido en un partido».

El técnico local, Juan Carlos Mandía, se mostró «fastidiado porque la afición se esforzó por ayudarnos, los jugadores se han esforzado al límite y han jugado muy bien. Hemos vivido una fiesta del fútbol, llevaba tiempo sin disfrutar de eso, pero me parece muy injusto, han tenido muy poco premio. Jugamos con un equipazo bien entrenado y hemos estado infinitamente por encima de ellos, con todo el respeto».

ITURRIA

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