GARA > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa

Amparo Lasheras Periodista

Cuando llegue septiembre todo será un cambalache

Termina un septiembre sin poetas que trae a la memoria de Lasheras los finales del verano en su juventud, presagio de aburrimiento, de rutina gris. No obstante, al igual que entonces no tardaban en asomar «la esperanza y la certeza de encontrar y poseer un futuro diferente y más libre», la dura realidad política, con esfuerzo, puede cambiar.

Dicen los poetas que septiembre tiene el color del atardecer, del sol dormido y del aire triste que arrastra las primeras horas del otoño, un tiempo, como escribió Neruda, donde los cuerpos de los amantes «crecieron hasta el límite del mundo». Sea lo que sea y lejos de todas las sensaciones poéticas que puede provocar la circunstancia de ser el último mes del verano, no cabe duda de que, como todas las cuestiones existenciales, septiembre esconde también una realidad oscura que aflora imprevisiblemente a la vida, inducida casi siempre por otras actitudes humanas que desde luego nada tienen que ver con la poesía.

A su paso por la historia septiembre ha marcado en rojo días de tragedia y dolor, fortalecidos en la memoria colectiva de Euskal Herria con el respeto y el recuerdo de un combate nunca acabado. Mientras redacto estas líneas el día anterior a su publicación, me parece ineludible evocar la madrugada del 27 de de septiembre de 1975 en que, por orden de las leyes franquistas, fueron asesinados los militantes de ETA Txiki y Otaegi y tres miembros del FRAP. Esa fecha, igual que el 11 de septiembre de 1973 en Chile, forma parte de un septiembre sin poetas, de una oscuridad imposible de olvidar, aunque hoy existan leyes que pretenden criminalizar su nombre y el polvo propagandístico del ataque islamista al World Trade Center de Nueva York intente acaparar la memoria colectiva y abandonar en una anotación de página los crímenes de un asesino como el general Pinochet.

En aquella época de opresión, de guateques y verbenas en blanco en negro, Bobby Darin, un actor y cantante neoyorkino, popularizó una canción, perteneciente a la banda sonora de un film dirigido por Robert Mulligan, que decía: «cuando llegue septiembre todo será maravilloso...». La frase se repetía insistente en el estribillo y se incluía en ese mensaje del sueño americano, enviado de forma subliminal a los jóvenes del Estado español que, afortunadamente, empezaban a sentir hastío por tanta ñoñería. Pero, como en todos los sueños prefabricados, la realidad no tardaba en imponer sus criterios y era fácil percatarse de que en septiembre terminaba algo más que el verano, comenzaba el aburrimiento, las clases de física y la culpabilidad de haber besado a escondidas a alguien a quien ya habíamos olvidado.

Algunos pensarán que todo esto suena a batallitas de juventud pero, a veces, cuando se quiere ordenar las ideas y analizar la realidad que tenemos delante, las vivencias se entrecruzan y aparecen sensaciones que se creían perdidas y que de alguna forma ayudan a explicar lo que se piensa y se siente ante lo que, para bien o para mal, nos toca vivir.

Apesar del canto repetitivo y veraniego del lehendakari Ibarretxe sobre la llegada de una consulta maravillosa, capaz de transformar el presente y el futuro de Euskal Herria, lo cierto es que este septiembre de 2008 ha llegado como siempre, sin poetas y sin sorpresas, con la agenda prevista para un estado de excepción impuesto por el Gobierno del PSOE y que nada tiene que envidiar a los que Franco decretaba cuando Euskal Herria le levantaba la voz y hacía valer sus derechos. Las sentencias políticas contra los miembros del movimiento pro amnistía, las ilegalizaciones de EHAK y ANV, las detenciones de los dirigentes de Batasuna en Ipar Euskal Herria, la entrega de detenidos de la policía francesa a la española y las prohibiciones sistemáticas de manifestaciones en una violación constante de los derechos fundamentales ratifican, confirman y evidencian una vez más ese estado de excepción, encubierto deliberadamente con la verborrea y la manipulación retórica e informativa de quienes se llaman a sí mismos demócratas. Todo esto lo sabemos porque es la realidad que desde hace un tiempo vive y sufre la izquierda abertzale, día a día y minuto a minuto, y ante la cual las canciones al estilo de Viva la gente del lehendakari y sus compañeros de gobierno sobre la consulta que solucionaría el conflicto político se diluyen ante la Constitución española como un «azucarillo en el agua», un símil que en este caso va que ni pintado para que los dirigentes del PNV lo rescaten de su discurso contra la izquierda abertzale y se lo apliquen a sí mismos.

Recuerdo que lo peor de descubrir que en septiembre nada podía ser maravilloso era percibir la punzada de la desilusión envolviendo el futuro en una rutina gris y trazando un camino interminable y con dirección única. Sin embargo, no duraba mucho. La esperanza y también la certeza de encontrar y poseer un futuro diferente y más libre que el que Franco nos pretendía imponer disipaban los nubarrones del miedo y del desencanto y abrían los horizontes hacia otras expectativas de vida más auténticas. A la negación, la rutina y la opresión cotidiana se enfrentaban los sueños y desde el silencio se emplazaba y retaba al porvenir. En esos tiempos aprendí que la derrota comienza cuando se cierra el corazón y el pensamiento a la confianza y se camina mirando sólo la línea continua.

Hoy, en este septiembre de 2008, la realidad política nos ofrece, además de la exclusión y la represión para la izquierda abertzale, un escenario complicado y convulso en el que la sociedad de Euskal Herria exige soluciones que garanticen su futuro, sus libertades y sus derechos. Al observar y analizar esa realidad resulta obvio que, precisamente, lo que falta en la oferta de quienes se han hecho con las riendas de la política es la respuesta a esa demanda. Una propuesta que articule la solución definitiva para que este pueblo viva en paz y en una democracia plena donde todas las ideas puedan ser defendidas. En este momento sobre la mesa sólo existen dos posturas. La continuidad de un régimen estatutario enmarcado en la Constitución española, liderado por el PSOE y el PP, con la colaboración y el apoyo del PNV y sus aledaños (EA, IU, Aralar y Nafarroa Bai), para lo cual han programado y consensuado el aniquilamiento de las ideas independentistas de la izquierda abertzale a través de una represión salvaje, y la propuesta soberanista de un nuevo marco democrático que esta formación hizo público en el proceso previo a una posible negociación. La primera carece de soluciones y garantiza el conflicto, y con la segunda se abren las puertas a una solución definitiva y se articula una metodología sobre la que negociar defendiendo el derecho ineludible de autodeterminación, asumido por la mayoría de la sociedad de Euskal Herria.

Ante esta tesitura, la responsabilidad política de la izquierda abertzale es grande y ardua en el trabajo. Exige un empeño y un esfuerzo no sólo en la denuncia de las barbaridades represivas, sino también en el trabajo político para sacar adelante la única propuesta política existente capaz de emprender un camino soberanista. Quizás y aunque difícil, es hora de levantar la vista de la línea continua del dolor que nos atenaza y, ante la deserción en la defensa de los derechos de Euskal Herria de los partidos que se dicen nacionalistas (PNV, EA, Aralar y NB), asumir la iniciativa política que nos corresponde. Debemos estar convencidos de que quien tiene sueños vive, quien tiene soluciones puede resolver los conflictos. Esa certeza es en sí misma una garantía para afrontar los retos del nuevo ciclo político que se abre a partir de este septiembre más oscuro que maravilloso.

Un amigo me escribía hace unos días refiriéndose a la izquierda abertzale: «a veces da la sensación incluso de que somos capaces de bailar un tango al borde del precipicio». Tiene razón. Yo diría que lo hemos bailado muchas veces y nunca hemos caído ni hemos cambiado el paso, a pesar de que el tango que nos ha tocado bailar sea «Cambalache», ése que dice: «Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor,/ siglo veinte, cambalache/ problemático y febril.../ El que no llora no mama/ y el que no afana es un gili ...».

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo