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Mumía Abú-Jamal (*) Preso en los Estados Unidos

Miedo: el motor de la política

Los color canela de hoy son los blancos de mañana, porque no puede ser de otra manera cuando millones de latinoamericanos descienden de España, Portugal, Italia...

Aún cuando las más importantes figuras políticas la mencionan muy poco, hay una ácida resaca en el eterno mar de la política. Ese asunto subterráneo es la inmigración, especialmente la que procede de México, y del Sur latino del continente americano.

Las voces de esa acerba resaca llenan las ondas de radio y televisión y la blogosfera; y hasta pueden alcanzar niveles febriles. En el centro de todo eso hay un miedo terrible; miedo a una invasión oscura, color canela, que barra con todo lo que hasta ahora han sido Estados Unidos.

Ese miedo ha encontrado reflejo en la conciencia norteamericana desde el mismo nacimiento de los Estados Unidos. El primer Congreso aprobó un Acta de Naturalización que limitaba la ciudadanía de los inmigrantes sólo a los blancos. Y los libros de leyes están llenos de precedentes que deciden quién era (o no era) blanco, y de acuerdo a ese juicio, millones de personas fueron rechazadas en los Estados Unidos porque venían de la India, de China, Siria, Palestina, o incluso de Turquía. Muchos de esos casos se movieron como placas tectónicas, usando varias definiciones de «blanco», para aceptar o rechazar a determinados solicitantes.

Lo cierto es que, gente que se determinó no ser blanca un año, pudo ser declarada blanca pocos años después, ya fuese por el cambio de un voto, o por el de un juez.

Pero, a pesar del Sturm und Drang (movimiento literario alemán datado entre 1770 y 1784, caracterizado por obras que contenían una acción renovadora, que reflejaban el genio de la juventud en rebelión contra las normas aceptadas, de la pasión de los jóvenes por la naturaleza y de la revuelta del individuo contra la vida prosaica de su sociedad -Nota de traducción-), a pesar de la hiperactividad en internet, los color canela de hoy son los blancos de mañana, porque no puede ser de otra manera cuando millones de latinoamericanos descienden de España, Portugal, Italia... y otros países de la Europa del Sur.

Claro que también hay millones de latinoamericanos que son descendientes de África y de Naciones Nativas, originarias de este continente.

A comienzos del siglo pasado, italianos, judíos e inmigrantes similares eran ridiculizados como amenazas, como fuentes extranjeras de alguna forma de contagio. Sus idiomas y costumbres sembraban miedo y gran xenofobia entre los que se consideraban Nativistas, norteamericanos verdaderos.

Tal y como reveló la película «Gangs of New York», no pocos irlandeses nacidos en Estados Unidos peleaban a brazo partido contra los inmigrantes de Irlanda. Eso prueba, si alguna prueba fuera necesaria, que la nacionalidad es sólo una ilusión.

Ese miedo que palpita bajo el radar de raza y política es viejo y también es cíclico.

Como todo lo del tiempo pretérito, eso también pasará.

(*) Traducción libre del inglés realizada por Fatirah, litestar@aol.com.

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