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El presidente de la CSU Erwin Huber dimite y deja su cargo en manos de su rival

La debacle electoral de la derecha bávara se ha cobrado su primera víctima; el presidente de la Unión Cristianosocial (CSU), Erwin Huber, ha dimitido. Su partido entra ahora en una fase de renovación.

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Ingo NIEBEL |

El martes se convirtió en el día del ministro federal de Agricultura, Horst Seehofer, cuando a primera hora de la mañana se supo que el presidente de la CSU, Erwin Huber, iba a anunciar su dimisión.

Su decisión es consecuencia directa de la debacle que sufrió su partido en las elecciones regionales de Baviera el domingo, perdiendo el 17% de los votos. Con sólo el 43%, la CSU tiene que buscarse un aliado para seguir gobernando en Múnich.

El lunes, Huber y su primer, ministro Günter Beckstein, negaron categóricamente sus respectivas dimisiones, intentando ganar tiempo. Pero, el fracaso causó un profundo malestar en la base del partido que llegó hasta Berlín, donde unos cuarenta diputados representan a la CSU en Parlamento alemán. Ellos temen por su reelección en los comicios generales de 2009.

En una agitada reunión, ese grupo decidió presentar a Seehofer como sucesor de Huber. A este último no le quedó otro remedio que anunciar que ni él ni su secretaria general, Christine Haderthauer, se presentarían para ser reelegidos en el congreso extraordinario del día 25.

Por ahora, Beckstein, queda como el último sobreviviente del trío líder. Pero también él tiene fecha de caducidad porque con Seehofer, la CSU se inclina por un cambio del estilo político. Seehofer fracasó hace 13 meses en su primer intento por hacerse con la dirección del partido porque el entorno de Beckstein y Huber dijeron que tenía una relación extramatrionial con su secretaria embarazada. Seehofer arregló el asunto y, como buen católico, volvió al seno de su familia. Aún así perdió contra Huber la pugna por el poder en su partido.

Ahora, cuando la situación de la CSU es tan crítica como la del sistema financiero, aparece como el salvador porque hace años criticó el modelo neoliberal, tachándolo de antisocial. Desde entonces se le llama «la conciencia social» de la democristiana alemana. Con esta fama, la CSU espera recuperar la confianza.

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El cambio en Múnich agrada también a la canciller alemana Angela Merkel, presidenta de la CDU que, por el momento, no tiene que temer que la hermana bávara siga perfilándose a costa de su política nacional.

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