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Raimundo Fitero

Sano

Es bastante sano bailar. Es una de las actividades ancestrales de los pueblos desde los tiempos de la comida cruda como única alternativa. Pero cuando el baile pasa por las transformaciones que provocan los lenguajes audiovisuales se convierte en un asunto mucho más cercano a la geometría que a la expresión dinámica. El baile, o su manifestación más comercial, acompaña a numerosas horas televisivas. Es un fondo para los cantantes, un entretenimiento en los descansos de los partidos de baloncesto, un complemento en la mayoría de los espectáculos de entretenimiento y, en la primera estatal, una manera de resucitar cadáveres mediáticos a un premio escandaloso.

No me cabe la menor duda de que la fama es una dicción. Lo compruebo con bastante distancia emotiva al ver a los hermanos Salinas, futbolistas de amplio recorrido, trasvertidos en protagonistas de espectáculos que rozan lo saludable para cualquier biografía. Entiendo que Julio Salinas comente en La Sexta los partidos de fútbol, que se equivoque o que intente hacer un espectáculo, pero se mueve en el terreno de lo suyo, lo que conoce y domina, y aunque se pueda diferir de manera rotunda con sus ideas, se sustentan en una experiencia y en una capacidad para expresarlas. Pero, ¿qué pinta bailando? Es más, aunque lo hiciera muy bien, ¿qué sentido tiene aparecer en un programa de estas características? ¿No le restará credibilidad como comentarista o es que ha renunciado a esa faceta?

Lo cierto es que ¡MQB! Es un formato de gran consumo popular, en donde se puede ejercer el silente placer de la venganza al ver el ridículo que hacen algunos de esos personajes famosos a los que dábamos por amortizados, que tiene una factura impecable en su estilo, es decir creando una sensación de limpieza y evanescencia, que como valor añadido podríamos considerar la música en directo y que los acompañantes de los famosos demuestran una paciencia y unas dotes pedagógicas encomiables. Es tele-basura, pero de la fina. Y una vergüenza que se emite en una televisión pública que justo acaba d pedir más dinero al Estado. Bailar es sano, pero es insano que estos cobren por bailar mal, y nosotros por verlo echamos tripa.

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