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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El grito en el cielo

La Audiencia Nacional ha confirmado la situación de libertad provisional de Elena Beloki y los medios de la derecha levantisca han puesto el grito en el cielo. Tomemos como ejemplo -en su acepción de «caso», no en la de «modelo»- a «La Razón» y «El Mundo». Ambos dedicaban sendos editoriales a asunto de tan escasa relevancia política, ni qué decir pública. Pero, claro, de lo que se trata es de generar la llamada «alarma social» para poder luego apelar a ella para demandar otro encarcelamiento.

Según el editorialista de «La Razón», «se antoja incomprensible que los terroristas gocen de privilegios y miramientos que se le niegan habitualmente a otros penados. Si se considera el tratamiento de fertilidad como causa de excarcelación debido a causas psicológicas, no habrá motivo para no darle la misma consideración a la depresión o el sentimiento de soledad». ¿Recuerdan, por poner tan sólo un ejemplo, a Rafael Vera? ¡Qué frágil es la memoria de algunos!

El tono de «El Mundo» no desmerece el de su colega de la derecha ultra y advierte en su editorial que «si ya fue un disparate que la Audiencia Nacional dejara salir de la cárcel a Elena Beloki para someterse a un tratamiento de fertilidad, que ayer el tribunal desoyera a la Fiscalía y a la Asociación de Víctimas del Terrorismo para ratificar la libertad condicional de esta etarra reincidente sólo puede explicarse desde la más insensible de las obstinaciones». Sorprende que sea precisamente ese medio el que acuse a otros de «obstinación insensible».

Para calentar un poco el ambiente, el amanuense de Pedro J. alerta sobre una nueva «afrenta a las víctimas» que «ha generado una gran alarma social». El que genera esa alarma es el propio Pedro J., que ejerce de pirómano a la vez que enciende la sirena gritando «¡fuego, fuego!».

Se refiere, casi con pretendida ironía a la «Doctrina Beloki» y se pregunta: «¿Podrán el resto de presas preventivas acogerse a esta suerte de doctrina Beloki para salir en libertad?». Pues debieran, ¿no les parece?

Y a modo de conclusión el editorialista denuncia «la sensación de arbitrariedad y burla que genera la libertad provisional de Beloki». Les reconcome el odio y no son capaces de disimular.

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