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Un punto menos que la temporada pasada

El desastre que rodea al equipo se refleja en el césped

Tras varias semanas en las que se ha descentrado al vestuario, la Real jugó sin intensidad ni ritmo en un pésimo partido. Encajó su primera derrota ante un Sevilla Atlético que encontró demasiadas facilidades.

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SEVILLA ATLÉTICO 1

REAL SOCIEDAD 0

Joseba ITURRIA | DONOSTIA

La Real encajó en Sevilla su primera derrota de la temporada en un pésimo partido que confirma que es imposible que este equipo sea capaz de dar su mejor nivel cuando lo que le rodea dentro del club impide que se concentre en lo importante.

La conclusión del encuentro de ayer es que el desastre que rodea al equipo ya se traslada al césped. Y es un grave error extraer la conclusión, como hacía alguno ayer, de que la plantilla quiere hacer la cama a su Consejo. El pensamiento del vestuario de lo que pasa en el club es el mismo que tienen todos los que conocen su realidad -se necesita un cambio de dirección obligatoriamente-, pero los jugadores tienen muy claro que es fundamental subir y que sólo los buenos resultados pueden ayudar a que la Real salga de su crisis. Por eso quieren ganar siempre y nadie debe poner eso en duda.

Por eso este equipo comenzó muy bien, pero en las últimas semanas se han producido cosas que no tienen nada que ver con el dinero de los clubes convenidos, sino que son mentiras o circunstancias que les afectan directamente a los jugadores como explicaremos mañana, que les descentran y que impiden que este equipo pueda concentrarse como debiera sólo en su trabajo. Y no es ninguna casualidad que tras esas semanas salga un partido como el de ayer y que sólo se hayan sumado dos puntos de los nueve últimos.

La Real tiene un punto menos que la pasada temporada en la jornada sexta. Y eso que entonces Coleman aterrizó desde Gales sin tener ni idea del terreno en el que se movía y que se encontró un equipo sin confianza y un ambiente irrespirable. Este año Lillo partía con una base y un conocimiento del grupo y la categoría, el ánimo del equipo era altísimo y además contaba con el apoyo de sus aficionados. Pues en un escenario que debería ser mejor si este club no viviera en el caos, ya vamos peor.

Y a pesar de que uno cree que al equipo no le han ayudado nada los experimentos y que con una plantilla tan corta y la Copa no tienen ningún sentido los continuos cambios que ha introducido su entrenador de sistemas y jugadores, ayer no se puede responsabilizar a Lillo de lo sucedido. De hecho, el mayor mérito de este técnico es algo tan milagroso como que sus jugadores se aíslen de lo que les rodea y se concentren en lo deportivo, que es lo que deben hacer. Pero el presidente que tiene la Real hace que eso sea insostenible durante todo un año.

Sin intensidad ni agresividad

Y eso se vio ayer desde el inicio. La Real salió al campo sin intensidad ni agresividad y por ello permitió al Sevilla Atlético jugar con demasiada comodidad a partir del primer cuarto de hora que se tomaron los dos equipos de calentamiento sin nada que ofrecer. De ahí en adelante, los locales se impusieron más por las facilidades que dio la Real en defensa que por sus méritos.

Hay un dato que refleja por sí sólo esa falta de intensidad. En 63 minutos la Real sólo cometió cuatro faltas y la quinta, señalada a Gerardo en ese momento, fue por una mano. Eso quedó en evidencia especialmente en las posiciones cercanas al área. No es que no se hicieran faltas -tampoco es recomendable hacerlas en esas posiciones-, pero cuando un jugador recibe un balón en los últimos 25 metros debe sentirse más presionado.

Cierto es que en la jugada del gol la defensa estaba descolocada porque los centrales y Carlos Martínez habían subido a rematar una falta que Gerardo sacó mal y permitió que, de una opción a favor, el Sevilla Atlético fabricara el gol de la tarde. Pero Pukki no tenía apoyos arriba, estaban cinco realistas con él, y ni Gerardo ni Castillo, que eran los más próximos, le cerraron su única opción posible, el disparo.

En el primer tiempo hubo otras cuatro opciones similares en las que los sevillistas combinaban con facilidad y disparaban sin oposición desde la frontal del área realista. La más clara llegó en un mal remate de Pukki en clara situación de gol, que detuvo sin problemas Bravo.

Cuando un equipo juega sin tensión lo hace igual en defensa y en ataque. Si cuando no tenían el balón los de Lillo permitían combinar y disparar fácil en la zona central cerca del área -que es la que mejor se debe defender y en la que Rivas estuvo siempre desbordado-, con el esférico jugaron sin ritmo y con cantidad de imprecisiones.

Por eso, que se llegara al descanso con un solo gol de desventaja era lo mejor que le podía pasar a un equipo que en el primer tiempo apenas había dispuesto de dos remates a balón parado sin ningún peligro y dos opciones de Díaz de Zerio y Necati que no aprovecharon.

El segundo tiempo comenzó con una buena jugada del donostiarra a pase de... Bravo. Parecía que la Real entraba con otra disposición, pero fue un espejismo. El partido siguió como en el primer tiempo y así Armenteros, Cordero y Fernando dispusieron de tres ocasiones para sentenciar que detuvo Bravo.

Esas intervenciones y la ayuda arbitral permitieron a Mikel González y Marcos disponer de dos opciones en el minuto 70 para empatar que no aprovecharon. A partir de ahí, el Sevilla Atlético consiguió que el ritmo del juego aún fuera menor y que en la parte final apenas se jugara nada. Así murió un partido que debe servir para comprender que a los jugadores hay que apoyarles y que desde dentro no se debe hacer nada que les descentre o genere desunión.

Lillo: «Es la primera vez que pasa esto desde que estoy aquí y no hay que magnificarlo»

Juanma Lillo quiso destacar que el mal partido de ayer es «el primero desde que estoy aquí y espero que sea una anécdota. Es un traspiés, pero no hay que magnificar. No voy a convertir esto en un velatorio. Parecía que estábamos agónicos, que no le encontrábamos el ritmo al partido y no teníamos fútbol. No sabes si no tienes ritmo porque no tienes fútbol, o al revés. En el primer tiempo ellos han tenido ocasiones esporádicas y en el segundo han llevado el partido al congelador. Han tenido oficio, han dormido el partido y como nosotros estábamos dormidos desde el principio... No es normal encontrarte tan apático, tan sin ritmo general. Con este equipo no había vivido un día de estos, sin intensidad, ni tensión ni fútbol, pero de éstos al año siempre salen dos o tres. A veces sales ileso porque empatas, pero éste es igual de horroroso y perdimos».

Ponía como ejemplo de la pésima tarde de su equipo el gol: «Estábamos cinco contra uno y luego en otra éramos siete contra dos y le han metido el pase por encima. Estábamos de observadores de determinadas situaciones, pero esto es fútbol. Como te pille un día así te arrastra y nos tocará asumir todo lo que caiga. No hay que buscar explicaciones».

Rechazó que su equipo pensara ayer en la Copa o que se minusvalorara al Sevilla Atlético. Tampoco buscó excusas en el frío ambiente ni en las bajas: «Puedes echarles de menos si te falta un puntito de algo que podían tener ellos, pero si están aquí, hasta el mejor cae en el mismo sopor que los demás».

GARA

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