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Martin Garitano Periodista

Un acto electoral

El candidato Patxi López inició hace ya meses la campaña electoral para las autonómicas de la primavera próxima. Reunió primero a la flor y nata de la clase empresarial y les soltó un rollo sobre economía sólo comparable al que un alumno que balbucea rosa rosae o milis milii pudiera largar a una docena de eruditos profesores de latín. Los empresarios acudieron movidos, sin duda, por el interés de quien mira al negocio, sin importarle demasiado el color político de quien concede obras, firma contratos y dirige la Hacienda. Ya se sabe que el dinero no entiende de ideologías.

Ahora ha reunido a una veintena de cargos políticos vascoparlantes de su partido y a representantes de una buena parte del mundo cultural y educativo euskaldun. También a estos les sermoneó acerca de las intenciones de su futuro hipotético gobierno. Fue muy claro López al denunciar «la identificación que el nacionalismo violento busca, provocando así el desapego hacia el euskara de muchos vascos». Y más. También prometió «fomentar una cultura en euskara plenamente democrática, libre de cualquier atisbo de complacencia o proximidad intelectual con los presupuestos ideológicos de ETA y su entorno».

No llama la atención ni mueve a escándalo el discurso de López. Más aún si todo lo anterior se suma a la promesa de promover «un proyecto común de convivencia donde el euskara encuentre su lugar propio y compartido con el castellano». Lo de «proyecto común compartido» lleva -por si a alguien se le ha olvidado- el copyright de Jaime Mayor Oreja.

La posición del PSOE hacia el euskara es bien conocida. Venimos de antiguo y lo referido aquí tiene una traducción muy sencilla. No hace falta exponerla para no exponerse. Tengan en cuenta que son quienes nombran a los jueces.

Lo que uno no termina de comprender es la presencia en el acto electoral de significados elementos de la cultura euskaldun, representantes de entidades con una historia militante en pro de nuestra lengua sin tacha. No se entiende porque, no nos engañemos, no se trataba de una reunión de trabajo en la que un candidato explica al sector afectado cual sería su política en relación a ese sector si alcanzara la presidencia del Gobierno. Un acto electoral puro y duro. Y a algunos de los que allí se dejaron ver, la verdad sea dicha, no los imaginaba en ésas. Y a sus compañeras y compañeros de trabajo y militancia, menos aún.

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