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Vista oral el 8 de enero en el TSJPV

Como en el circo, siempre hay un más difícil todavía

 Vaya paradoja. Seguro que Patxi López se acuerda de cuando se manifestaba, codo con codo, con el Foro Ermua «contra el nacionalismo obligatorio». Nadie cree que López, Ares e Ibarretxe vayan a ser condenados, pero nadie creyó tampoco que las denuncias de Foro Ermua y Dignidad y Justicia acabaran en juicio

Iñaki IRIONDO | Corresponsal político

Aunque se haya repetido hasta la saciedad, es preciso volver a decir que carece de toda lógica que un tribunal -que se supone que tendrá numerosos delitos que perseguir- abra un juicio contra cargos institucionales y dirigentes políticos por el mero hecho de hablar entre ellos. Y es más absurdo aún que esto se haga, a instancias de dos asociaciones ultrapolitizadas, en un lugar del planeta, como tantos otros, en el que todo el mundo sabe que todos los gobiernos y muchos partidos han hablado directamente con una organización armada.

También es paradójico, que persiguiendo la actividad pública de la izquierda abertzale -las reuniones fueron anunciadas y ahí están las fotografías para constatar que no hubo nada clandestino en ellas- hayan acabado en el banquillo de los acusados dos dirigentes del PSE, partido que impulsó la ilegalización de Batasuna y que ahora se ve envuelto en sus propias redes. Y por abundar en la paradoja, seguro que Patxi López recuerda cuando se manifestaba, codo con codo, con los dirigentes del Foro Ermua «contra el nacionalismo obligatorio» o cuando les entregaban premios como «El Yunque», de la agrupación socialista de Sestao. ¿Y cuando el PSE les invitaba a sus congresos? Tampoco Rodolfo Ares habrá olvidado el día en el que en el Kursaal, ante sus ojos, el Foro Ermua bendijo la unión entre Nicolás Redondo y Jaime Mayor Oreja, para lanzarlos juntos a la conquista de Ajuria Enea, ni Juan José Ibarretxe habrá olvidado que Ares le criticara por no acudir a las manifestaciones que convocaba esta asociación. Cría y engorda cuervos..., pensarán ahora

Nadie prevé que el tribunal condene a Ibarretxe, López y Ares (y si no hay colaboradores no habrá delito para el resto ¿o sí?), pero tampoco cuando empezó todo esto ninguno creímos que tan absurdas denuncias acabarían en juicio. Por tanto, si hasta aquí han llegado, atentando contra el sentido común, no resulta inverosímil que no encuentren forma de frenar a tiempo y acaben despeñandose por el precipicio del disparate. Si ya resulta chocante la imagen de los dos candidatos a lehendakari sentados en el banquillo de los acusados en vísperas de las elecciones, imagínense lo que sería una condena de cárcel e inhabilitación para cargo público dictada a primeros de febrero cuando toda la maquinaria electoral ya está en marcha. La ejecución de la sentencia podría quedar suspendida por un recurso ante el Tribunal Supremo, pero no olvidemos cómo se las gasta éste con quienes desobedecen sus órdenes. Ahí está el caso de Atutxa, Knörr y Bilbao, y eso que éstos fueron absueltos por el TSJPV hasta por dos veces, antes de la condena final del TS. Todo esto es improbable, pero no imposible. Seguro que tampoco López y Ares pensaron nunca que el Foro Ermua iba a querellarse contra ellos, ni se imaginó el lehendakari que en lugar de obtener la transferencia de Justicia sería él quien caería bajo la competencia del TSJPV. Los otros acusados hace tiempo que aprendieron que entrar en un tribunal es como ir al circo, nada es imposible, siempre hay un más difícil todavía.

 

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