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Txanba Payés Cantautor y poeta salvadoreño residente en Euskal Herria

El 12 de Octubre

Hoy es el día en que debemos levantar la cabeza, mirar a los ojos a aquellos que hoy desfilan y decirles, aunque ya lo sepan, que no tienen por qué desfilar, porque lo están haciendo sobre millones de víctimas, niños, ancianos, mujeres y hombres

Ya suenan las campanas otra vez en los campanarios del silencio, y a punto están los medios oficiales que con alharacas y verborrea escrita ensalzarán el 12 de Octubre como fecha nacional, igual que antaño. En el cielo vuelan aviones por el cielo azul como rememorando el viaje, por los mares ya no cruzarán barcos en la mar abierta. Lo van a hacer con regocijo como queriendo recordar lo que sus antepasados, quienes hayan sido, hicieron en el nuevo continente. Las botas de los soldados desfilan como títeres de plomo sin nada en la cabeza; bueno, sí, muchos tienen boinas, es el Ejército que desfila por las calles de la capital española. No llevan lanza, pero es lo mismo. Ya no son imperio, pero lo quieren parecer.

Ya suenan otra vez las botas, se ven charreteras y alzacuellos... La celebración del «descubrimiento de América» es su fiesta nacional, ¡arriba España!, gritarán los más fervorosos. Eso celebran ellos, y le llaman el Día de la Hispanidad. Y los más exaltados salen a la calle a aplaudir. Llevan a sus hijos, sí, a sus hijos, y les enseñan, las honradas familias, los tanques que pasan frente a ellos. Tanques del ejército de paz. Sí, de paz. Increíble cómo cambia el lenguaje y el uso de la muerte. Hoy a quien se viste de verde oliva y tiene un fusil en su mano, conduce un tanque o pilota aviones de guerra, sí, de guerra, le llaman «miembro del ejército de paz». Si Gandhi levantara la cabeza, no lo creería, y nadie le seguiría en el camino por la paz.

Y en el escenario preparado para la ocasión, unas personas vestidas con trajes negros como demanda el momento. Ahora, lo que no sé es si el negro es de gala o es que están de luto porque sus antepasados, quienes hayan sido, masacraron a millones de indios en el ¡nuevo mundo descubierto! Ahí están las autoridades del Gobierno al lado de su alteza real, sí, para que los del otro lado del charco lo sepan, ¡también hay reyes! Majestades con sus majestuosos vestidos contemplan a los súbditos que desfilan haciéndoles las reverencias del momento, como sus antepasados, enalteciendo su españolidad el 12 de Octubre. Es su día, dicen, y se oyen las botas que golpean a paso militar las calles asfaltadas por migrantes procedentes en su mayoría de las «indias».

Y al otro lado del charco millones de latinoamericanos siguen recordando la ignominia, el etnocidio, las masacres cometidas contras sus antepasados. Millones de latinoamericanos recuerdan que el encuentro de culturas fue una mentira; de encuentro nada. Fue un encontronazo, los que llegaron de este lado del charco en busca del oro fueron verdugos de un imperio al que le corroía la avaricia y su Dios se utilizó para tales menesteres. E impusieron su religión, su lengua, su cultura. Pero antes de hacerlo denigraron a los otros seres humanos, que para ellos eran animales. Se valieron de la cruz y la espada, para que los que allá vivían se sometieran, porque si no lo hacían los sometían, destrozaban pueblos, masacraban poblaciones enteras, niños, mujeres, ancianos... hasta conseguir con el miedo la claudicación de aquellas gentes. Quienes llegaron dijeron que los que allí vivían no tenían alma, así justificaron el sacrificio humano que ofrendaron al Dios de los recién llegados. Ellos hicieron contra la población indígena todo tipo de vejámenes, y eso no se lo enseñan a sus hijos en la escuela.

Lo que ha llegado hasta nuestros días sobre cómo eran aquellas culturas lo conocemos porque lo escribió el que sometió. Ellos redactaron sus fechorías, pero no han dicho toda la verdad. Lo escribió quien asesinó, y si no fue él, lo hizo el escriba que llevaban al lado, y describía desde el punto de vista del asesino lo que ahí veía. Y el escriba no veía maldad en los invasores, veía bondad. Y donde había resistencia veía maldad. Donde había cultura veía averno. Donde había ciencia veía demonio. Y así consta en los escritos. Sin embargo, poco conocemos de cómo era la cultura de los que allí vivían, porque la historia no la han contado ellos. La han contado -y la siguen contando- quienes asesinaron y masacraron a millones de seres humanos nacidos en aquellas tierras. Entonces, ¿qué celebrar el 12 de Octubre? Nada.

En todo caso, celebraremos en silencio, el recuerdo infame de la muerte de millones de nuestros antepasados que vivían en nuestro continente, que dieron en llamar América. Y hoy es el día en que debemos levantar la cabeza, mirar a los ojos a aquellos que hoy desfilan y decirles, aunque ya lo sepan, que no tienen por qué desfilar, porque si lo hacen lo están haciendo sobre millones de víctimas, niños, ancianos, mujeres y hombres. Mayas, aztecas, incas, aimaras, quechuas, guaraníes y un largo etcétera. Y, por si fuera poco, también tenemos en nuestras memorias a los guanches y a los millones de africanos que llevaron al «nuevo continente» como esclavos, después de que habían extinguido a casi la totalidad de las culturas, naciones y pueblos del continente con nombre equivocado. 12 de Octubre, ¿Día de la Hispanidad? ¿Cuál?

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