GARA > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa

Jean Claude Paye Sociólogo

Sarah Palin: «Big Mother»

Jean Claude Paye, autor de «El final del Estado de Derecho» (editorial Hiru, 2008), observa que por primera vez en unas elecciones en Estados Unidos el puesto de vicepresidente suscita mayor interés que el propio candidato a la Presidencia, debido a la aparición en la escena preelectoral de Sarah Palin -«la figura maternal a la que se le ofrece el poder del estado»-, cuya candidatura, según el sociólogo belga, es «síntoma de una profunda mutación del orden simbólico de la sociedad».

No se trata de determinar si McCain, gracias a la aportación que representa Sarah Palin, ganará las elecciones. El resultado depende también de otras variables y es secundario en cuanto a lo que esta candidatura revela. Esto es el síntoma de una profunda mutación del orden simbólico de la sociedad, a saber, la aparición de la figura maternal, a quien se le ofrece el poder del estado. Esta imagen, erigida totalmente por los medios de comunicación, sustituye a la figura paterna. Esta forma de comunicación globalizante suprime toda distinción entre interior y exterior, entre privado y público. Instala una relación fusionada entre individuo y poder. Y esta transformación no es solamente formal. Atestigua un cambio radical en la organización social, el paso de una estructura neurótica a una estructura psicótica, a saber, la negación del vínculo social y la neutralización de la conciencia.

Por primera vez en la historia de las elecciones de Estados Unidos, el interés por el puesto de vicepresidente, que generalmente se trata de una función secundaria, supera al interés por el candidato efectivo. ¿Quién conoce al vicepresidente de G. W. Bush? En el caso que nos ocupa, por el contrario, después de varias semanas el candidato republicano queda a la sombra de su compañera de lista. No es más que quien ha elegido a Sarah Palin.

Ahora la prensa americana insiste en la edad de este último, en su enfermedad, en el hecho de que no podrá llegar hasta el final de su mandato y, así, dejará el puesto a su compañera de lista. Parece cada vez más claro que votar a McCain es cumplir las condiciones que permitirán a Sarah Palin ejercer el mandato presidencial.

La situación en la que se encuentra Sarah Palin es exactamente la inversa de aquélla en la que estaba Hillary Clinton. Al contrario de esta última, ella no ha luchado por obtener esta función, sino que el puesto le ha sido ofrecido.

Hilary Clinton había insistido en su competencia y en su larga experiencia. Sarah Palin no puede hacer valer más que una función de alcaldesa de una pequeña villa y un mandato de gobernadora de un estado muy poco poblado.

En su oposición a Obama, Hillary Clinton se había posicionado como campeona de los valores masculinos. Esa posición feminista clásica, ser más fuerte que los hombres en su propio terreno, no le permitió suplantar a su rival. Al contrario, su ventaja inicial en los sondeos dio un vuelco.

¿Cuál es la cualidad que se le supone a la nueva candidata que suple todo lo que hasta el presente se consideraba indispensable para ocupar el puesto presidencial? Al contrario de Clinton, Sarah Palin no se presenta como una mujer en competición con los hombres. Aparece a través de la figura de la madre. No necesita atributos masculinos para ser una mujer. Los hombres están ya fuera de juego. Se presentan como niños y le ceden el poder.

En su discurso de entronización como compañera de lista de McCain, Sarah Palin se presenta como feminidad todopoderosa, que puede dar la vida y la muerte. Es a la vez madre de familia que engendra, que lleva a sus hijos al hockey y ángel exterminador, «pit bull con los labios pintados» que destruye a sus adversarios políticos y aniquila a los «enemigos de América».

La candidata a la vicepresidencia se mostró firme ante Rusia, sin descartar la posibilidad de una guerra. Consideró asimismo una intervención en Pakistán sin obtener el aval del Gobierno de ese país. El discurso se reveló no sólo belicoso, sino unilateral, de modo que su decisión adquiría un carácter absoluto. No se deja lugar a la negociación y no se discute nada con los «aliados». El otro no existe.

La relación con la castración permite diferenciar a Palin de Clinton. El falo es castrado simbólicamente por la Ley que ordena a la madre no dárselo a ella misma, por medio del niño.

Palin exalta la omnipotencia de la madre, que devora a sus hijos y que opera una negación de la prevalencia de la Ley.

Clinton, por su parte, queda bloqueada en un estadio anterior de la feminización de la sociedad. Quiere competir con el hombre. Ocupa una posición feminista clásica, se reivindica como más digna de portar el significante fálico que los hombres. Su acción se limita a una guerra por un lugar en el seno de la misma estructura.

Palin, en cambio, no toma ya el modelo de los hombres. Lleva a cabo un proceso post feminista en el que ya no existe la confrontación de género. No estamos ya en en la guerra de sexos. Sarah Palin opera una negación del significante. No busca adquirir el falo simbólico, lo es gracias a la imagen. Desaparece toda mediación. Su placer es ilimitado. Ahora la figura maternal es erigida por los medios de comunicación, como un falo. Esta maternidad triunfante excluye tanto a las mujeres como a los hombres, sólo se dirige a niños. El reciente apoyo de de la primera organización feminista estadounidense a Obama demuestra que el principal combate de retaguardia frente a la omnipotencia maternal vendrá de la mujer. En cuanto al hombre, hace tiempo que está fuera de juego.

Clinton no pudo hacer acopio de los logros de la feminización de la sociedad. Es Palin quien se beneficia de la misma, de la abolición de la Ley del padre. Encarna a una madre todopoderosa que ya no introduce al lenguaje, a lo simbólico, sino que encierra en la imagen, en el narcisismo. Opera una negación de la castración simbólica, una negación de la falta y la sustituye por el falo imaginario del que se apropia. No le afecta la duda, está dispuesta a todo. Es el todo que disfruta de sí mismo, una omnipotencia no bloqueada por la Ley.

Así, Palin es la figura política ideal de una sociedad posterior al 11 de setiembre de 2001, una sociedad en la que, a nivel jurídico, se ha invertido el papel de la ley. El poder que impone la ley no está ya sometido a ella, y ésta deviene forma vacía. No es más que el registro de la omnipotencia de la administración. Esta mutación en el orden simbólico y la negación de los hechos suprimen todo medio de control, toda exterioridad, a la potencia maternal que encarna el poder. Esto es particularmente visible en la transformación del orden jurídico que, actualmente, suprime toda distinción entre interior y exterior, toda diferencia entre guerra y paz. El derecho penal y el derecho de la guerra se confunden. El estado aplica a sus propios ciudadanos técnicas de vigilancia y de encarcelamiento antes reservadas al enemigo.

Sarah Palin es una imagen pura de esta estructura social en la que los individuos son presa del pavor y se abandonan al estado en tanto que madre. Consienten la destrucción de sus libertades y el derecho de disponer de ellos mismos a cambio de una seguridad que los anula.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo