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Raimundo Fitero

El subconsciente

Los micrófonos abiertos conectan directamente con el subconsciente. O para hilar un poco más fino, sus cables llegan a la parte no representativa de la personalidad de los políticos en ejercicio. En cuanto se enciende el piloto rojo, aparecen las frases hechas, los discursos, las consignas. Podríamos extender lo anterior a otras muchas profesiones, y dado el incremento exponencial de programas y programitas en la que se hacen encuestas callejeras a la ciudadanía dispersa, esto puede convertirse en un tic social, que nos comportemos de manera diferente con el micrófono abierto o cerrado.

Llegado a este punto y aparte me doy cuenta de mi grave error conceptual. Estoy totalmente confundido y llamo subconsciente a lo que debería señalar como estado de ingravidez metafísica. Las palabras sinceras no viene de la caja negra de nuestra memoria sino de la parte más elaborada de la experiencia. Y si tienen alguna duda sigan los partidos del campeonato del mundo de fútbol sala por La 2 y comprobarán coómo hay un comentarista capaz de elaborar un pensamiento kantiano a partir de un fallo en el marcaje. Explicó lo que era la experiencia y todavía estoy intentando descifrar su idea, y en cuanto lo logre se lo comunico.

A mi entender, y después de hacer una valoración rápida de algunas de las pilladas más notorias de los últimos tiempos, cuando los micrófonos están, supuestamente, desconectados, aparece, precisamente, el consciente social, es como si a los interfectos se les quitara una capa, una máscara y entonces aflorara su auténtica personalidad, sus pensamientos llegan a su aparato fonador con una mejor y más rápida conexión con su hipotálamo, y se desbocan los demonios o los arcángeles interiores. Hay que desmarcarse del rol, se puede hablar con la poca sinceridad existente en el mercado y por eso se puede meter la pata o cubrirse de gloria. Lo de Mariano Rajoy, sin ir más lejos, dijo una expresión plenamente consciente, un análisis preciso, quizás la frase más brillante de su gris y prolongada carrera político-policial. Un desfile militar siempre es un «coñazo». También puede ser una revancha del subconsciente. O una amenaza.

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