Un amplío sector de la crítica ha masacrado «The Women», apelando al purismo y a que se basa en el clásico homónimo de George Cukor, que el próximo año celebrará su setenta aniversario. Pero detrás de muchos de esos ceros histéricos se esconde una recalcitrante misoginia que asoma cada vez que llega a las pantallas una película de las llamadas «para mujeres», ya que también ocurrió algo parecido con «Sexo en Nueva York». Este tipo de comedias femeninas me parecen mucho más divertidas que el cine de acción violenta, que se repiten hasta la saciedad. No hace falta aclarar que la mayoría de los críticos somos hombres, lo que no nos da derecho a prejuzgar una parcela de la producción comercial porque vaya dirigida a mujeres.

Resulta vergonzante que siete décadas después de que comenzaran las representaciones teatrales de la obra original de Clara Boothe Luce, la debutante Diane English haya encontrado problemas para poner en pie una tardía adaptación cinematográfica con un reparto compuesto exclusivamente por actrices. El proyecto arrancó hace catorce años y ha podido acabarse gracias a la productora de Mick Jagger. Aun así, la Warner no ha querido invertir en su promoción, hasta que Nikki Finke lo denuncia oportunamente. No contaba con las posteriores quejas, basadas en burdos argumentos relacionados con la falta de mordiente del remake, sin tener en cuenta las diferencias históricas. Las señoras de la aristocracia eran más susceptibles de ser criticadas en su clasismo, pero el feminismo burgués se ha extendido a otras capas de la sociedad y refleja el mayor poder adquisitivo de la mujer. ¿Por qué molesta tanto la inclusión actualizadora de una lesbiana afroamericana, o que la latinoamericana Eva Mendes haga el papel de Joan Crawford?