La elección del primer secretario del Partido Socialista francés se preveía complicada tras el Congreso de Reims. Así ha sido hasta la confirmación por parte del Consejo Nacional del partido, ayer, de la victoria de Martine Aubry sobre Ségolène Royal por 102 votos de diferencia. Aún así, los partidarios de Royal continúan rechazando el resultado y reclaman una nueva votación. Este episodio en torno a la elección del nuevo líder del partido llama la atención sobre la dudosa sinceridad de la apelación a la unidad en el Congreso. De bochornoso ha sido calificado el espectáculo ofrecido por el PS francés, algo que en su caótica situación difícilmente puede favorecer la necesaria cohesión para fijar su rumbo, la gran incógnita en un partido que ha dado la espalda a la personificación de la derrota ante Nicolas Sarkozy, quien proponía una alianza con el centro-derecha, pero que tampoco ha optado por el candidato que propugnaba un giro a la izquierda. Otra gran incógnita es si quien ha sido elegido para coger el timón de la nave sabrá o podrá recomponer un partido dividido. De momento, el gran y único vencedor, gracias a la deriva del PS, es Nicolas Sarkozy.