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El cineasta Richard Lester recibe el Mikeldi de Honor de la 50 edición del festival Zinebi

Richard Lester, viejo conocido de Zinebi, vuelve a la capital vizcaina para recibir el Mikeldi de Honor en una ceremonia que clausurará el medio siglo de vida del certamen.
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Ianire RENOBALES | BILBO

«Bilbo me dio mi primer galardón, fue el primer premio que tuve en mis manos y aún lo conservo alegremente». Estas fueron las primeras palabras que ayer dedicó el cineasta americano Richard Lester en la rueda de prensa que ofreció en el Teatro Arriaga. El director recibirá esta noche, a las 21.00 y en el mismo teatro, el Mikeldi de Honor de la 50 edición de Zinebi, dentro de la gala de clausura que presentarán los actores Rossy de Palma y Gorka Aguinagalde.

48 años después

Richard Lester llegó a Bilbo por primera vez en 1960, desconocido cineasta en esa fecha. Se presentó al festival con un corto mudo llamado «Running jumping & standing still film», de once minutos de duración.

El Jurado Internacional decidió otorgarle el Mikeldi de Plata al Mejor Cortometraje por su riqueza de invención y sano humor. Según desveló el autor, «el premio fue hermoso, pero no me abrió ninguna puerta. Me dio la oportunidad de lograr buenos contactos y eso sí que lo agradezco». Durante los sesenta fue labrando una auténtica identidad artística, momento en el que rodó dos obras con The Beatles, «A hard day's night» (1964) y «Help!» (1965). Gracias a estos trabajos Lester es considerado como el padre del videoclip. A estas producciones internacionales le siguieron otros trabajos con notables repartos, entre ellos «Petulia» (1968), la saga de «Los tres mosqueteros» o la de «Superman». En los setenta Lester pisa por segunda vez la alfombra roja de Zinebi para presidir el jurado de la duodécima edición del festival, por lo que el cineasta ya es un viejo conocido del certamen.

Con un toque de humor, Lester se despidió apuntando que «durante cuarenta años tuve pesadillas soñando que no tenía trabajo, mientras que los últimos quince sueño que no paro de tenerlo, así que es maravilloso despertarme y ver que no es así. Ahora es cuando, por fin, he descubierto que soy un vago y que me encanta que me cuelguen el cartel de jubilado».

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