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Kulturaren sortzaile iraultzaile baten agurra

El mejor escenario

Mertxe AIZPURUA Periodista

Si yo no tengo apenas nada que contar...» Respondía así a la petición de una entrevista. Era lo previsible. Mikel Laboa, el gran referente de la música vasca, sólo se sentía cómodo en el escenario de la popularidad cuando cantaba. Y tampoco del todo cómodo. Afable, atento y cercano en sus relaciones personales, no se prodigaba en entrevistas ni en declaraciones a los medios de comunicación. En aquella ocasión se resistió un poco, pero una serie de factores entrelazados ayudaron a obtener el sí por respuesta y, finalmente, el suplemento Zazpika consiguió reunir en un mismo espacio a tres personas que daban forma plástica a la época del resurgimiento cultural vasco, aquel mar alborotado y creativo en el que navegó un joven Mikel Laboa recién llegado de Barcelona. Fruto de la energía cultural de los años 60 fue la película «Ama Lur», co-dirigida por Fernando Larruquert , y en aquel fuego de inspiración se cruzaron también las trayectorias de Laboa y el pintor José Luis Zumeta, autor de la práctica totalidad de las portadas de discos del cantante. En su estudio de Atallu, en una mañana de mayo, se reunió la sabiduría de los tres y el resultado fue una imagen colorida, plástica y vibrante. «O sea, que esto es un poco como lo de la Santísima Trinidad...», bromeaba el cantante. Mikel llegó con su característica boina y preguntó al pintor si le parecía que estaba presentable; Zumeta reía para su adentros y asentía, mientras Larruquert, entre comentarios afilados, buscaba la luz precisa, ayudado por su hijo Fernando, que también intervino en el proceso. Luz, color, sentimiento y trayectoria. Aquel era, sin duda, el mejor escenario para intentar reflejar en fotografía la música de Mikel Laboa. De alguna forma, Oteiza estaba presente en el taller-estudio donde se reunieron tres grandes de la cultura vasca.

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