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Ainara Lertxundi Periodista

De Visegrad a Goma

Visegrad, primavera de 1992. Las tropas serbias entran y en pocas horas esta bella ciudad bosnia se convierte en un inmenso baño de sangre. Su puente sobre el río Drina presencia cada noche los gritos y lamentos de las víctimas, y los tiros y risas de quienes disparan. El spa Vilina Vlas pasa a ser un centro de violación, por donde pasaron miles de mujeres, la inmensa mayoría bosnias y musulmanas. Durante días, semanas y meses fueron sistemáticamente violadas y ultrajadas. La violación, tanto de mujeres como de hombres, fue un arma más dentro de la limpieza étnica.

16 años después, muchas no han podido rehacer su vida, sufren estrés postraumático, no desean tener relaciones con el sexo opuesto y algunas, incluso, no quieren saber nada de aquellos hijos nacidos del odio.

Ruanda, 1994. Según datos de la ONU, entre 250.000 y 500.000 mujeres fueron violadas en tan sólo cien días. La violación, junto a la mutilación, volvió a ser un arma de guerra, esta vez de hutus contra tutsis. El 70% de las que sobrevivieron, fueron infectadas con el VIH.

En 1998, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda condenó a Jean-Paul Akayesu, ex alcalde de Taba, por crímenes contra la humanidad. La sentencia sentó cierta jurisprudencia ya que, por primera vez, incluía la violación como acto de genocidio. Eso fue posible gracias a la implicación y tenacidad de activistas pro derechos humanos y organizaciones no gubernamentales, porque en los cargos iniciales, la violación y, por extensión, los crímenes de género, no estaban contemplados de ninguna forma.

Kivu Norte, 2008. Cientos de mujeres se manifiestan en las calles de Goma para denunciar las violaciones por parte de los diferentes actores en guerra. La mayor misión de la ONU ha recibido numerosas críticas por su inoperancia pese a tener 17.000 soldados sobre el terreno.

16 años separan a Goma de Visegrad, 16 años en los que tal vez se haya avanzado algo en el terreno jurídico, pero no lo suficiente. Mientras, la víctimas siguen exigiendo una justicia que tarda en llegar.

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