Al menos 55 personas murieron y un centenar resultó herido ayer en un atentado suicida en un restaurante cerca de Kirkuk, en el ataque más letal perpetrado en Irak en los últimos seis meses que enlutó la fiesta del Eid al-Adha.

El atentado se produjo a primeras horas de la tarde en uno de los grandes establecimientos de la ciudad, el Abdala, frecuentado por miembros de todas las comunidades locales -sunitas, kurdos y turcomanos-, en el último día de la principal fiesta del calendario musulmán, que muchos iraquíes celebran en los restaurantes. Además, coincidió con al reforzamiento de los dispositivos de seguridad ante la próxima visita del presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, a Kirkuk.

Según un camarero, Abbas Fadel, un kamikaze activó su cinturón de explosivos en una sala donde estaban almorzando muchas familias. Una fuente del Ministerio de Defensa en Bagdad confirmó esa versión, pero otra del Ministerio del Interior sostuvo, en cambio, que el ataque fue perpetrado con un coche bomba. El jefe local de Policía de Kirkuk señaló que el atentado fue cometido con un artefacto explosivo de fabricación casera.

El establecimiento quedó totalmente destruido por la explosión y, entre los escombros, la sangre de las víctimas se mezclaba con los alimentos que comían los clientes.

Según fuentes de Ministerio del Interior, el objetivo de la acción era Hussein Ali Saleh, presidente del consejo municipal del barrio de al-Huiya, que sobrevivió al atentado. Hussein Ali Saleh es conocido por su posición contraria a las exigencias kurdas, especialmente a la incorporación de Kirkuk a la región autónoma del Kusdistán iraquí.