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Vaticinan que en 15 años la revolución robótica será un hecho

Yo robot, la ficción está más cerca de ser realidad

En 1950, el maestro Isaac Asimov escribió «Yo, robot». En aquella visión futurista se inspiró la conocida película protagonizada por Will Smith. Ciencia ficción, hoy en ciernes, pero que podría ser realidad antes de lo esperado. De momento, los robots de compañía lideran esa revolución robótica; mañana, quién sabe.

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Joseba VIVANCO

Al igual que hoy dependemos del móvil o del coche para nuestras tareas diarias, en 15 años existirá una brutal hibridación del ser humano con los robots», pronostica el profesor de Sociología de la UNED Antonio López Peláez, coautor de una reciente investigación en la que llega a esta conclusión después de entrevistar a expertos mundiales en la invención e implantación de robots punteros, con el fin de averiguar cuándo estas máquinas que diseñan formarán parte de nuestra vida cotidiana. Y ese resultado vaticina que será pronto, quizá más de lo que pensábamos.

El BEC de Barakaldo acogió hace unas fechas el Congreso «ableTech´08», sobre las últimas tecnologías para la accesibilidad y apoyo a las personas dependientes. Y entre los avances que se pudieron ver, destacaron los robots de compañía, un mercado emergente dirigido a las personas mayores, con cada vez mayor peso en nuestra sociedad. «Dispositivos amigables», como los calificaron sus promotores.

Lo que parece evidente es que medidas como las adoptadas hace meses por gobiernos como el japonés o el coreano -los que más invierten en su fabricación-, que anunciaron las primeras leyes para regular el futuro comportamiento de robots, cada vez parecen menos descabelladas. Estamos a las puertas de la revolución robótica y parece que antes de que nos demos cuenta los autómatas dejarán de ser sofisticadas máquinas para convertirse en herramientas de andar por casa.

El prólogo de este empoderamiento de los robots lo representa, precisamente, esta llamada robótica de servicios, orientada a robots que interactúan con las personas, frente a la tradicional robótica industrial en la que el robot se comunica casi en exclusiva con máquinas. En el caso de los de compañía, ofrecen apoyo, ayuda en ciertos temas, acompañamiento, conversación... «como si fuese una persona más en el entorno de las relaciones del ser humano», sintetiza Arantxa Renteria Bilbao, investigadora de la unidad de Salud y Calidad de Vida de Robotiker-Tecnalia, empresa vasca con dos décadas de trabajo en el campo de la robótica y que ahora mismo colabora en un proyecto de robot de compañía para personas mayores que viven solas en sus casas.

Son el principio de un futuro, seguramente, inimaginable. Hoy, de momento, se limitan a caminar hacia él. Porque caminar, ya caminan. «La fecha en la que se comercialicen en serie robots de compañía en los hogares todavía está lejos. Lo que sí son capaces de hacer actualmente es andar de forma casi perfecta, pueden ver y oir mejor que un ser humano, porque ven en la oscuridad y detectan ultrasonidos, pero, lamentablemente, apenas pueden interpretar la información que les llega del entorno y tampoco son capaces de generar frases elaboradas por ellos mismos», detalla esta experta.

La verdad es que uno no se sorprende de avances como éstos o de que robots con forma casi humana hagan esto o aquello. No hay más que mirar algunas de las muñecas o animales de juguete que se anuncian en las fechas navideñas. Hace no mucho diríamos que sólo les falta hablar; y ya lo hacen.

Arantxa Renteria matiza, no obstante, esta idea. «Por mucho que un muñeco haga varias tareas repetitivas no se le puede considerar un robot». Y es que llama la atención sobre el hecho de que «se está aplicando la palabra `robot' a cosas que no lo son», como, pone a modo de ejemplo, el llamado «robot de cocina», que no es más que la tradicional olla a presión con un chip programable.

Por robot debemos entender, aclara esta investigadora de Robotiker-Tecnalia, «el tener una serie de respuestas más `inteligentes' hacia ciertos estímulos del exterior». Lo más cercano que el mercado de juguetes ofrece a esta capacidad son el perro Aibo, de Sony, y la foca Paro. Ambos tienen capacidad de efectuar diferentes movimientos y sonidos intentando representar un cierto estado de ánimo, reconocen diferentes voces de usuarios o tienen reacciones distintas ante situaciones diversas.

Para Arantxa Renteria «queda todavía mucho trabajo para lograr que un robot sea capaz de combinar toda la información recibida de sus sensores, elaborarla, combinarla con experiencias pasadas y aprendidas y generar con todo una respuesta inteligente, tal y como lo haría una persona». Como resume de manera gráfica, «es como si los robots en su estado actual fueran un niño pequeño, que presta atención a todo lo que se mueve o hace ruido a su alrededor, pero que es incapaz de entenderlo».

¿Qué llegarán a hacer por nosotros?

Pero a pesar de esta hibridación humanos-robots en ciernes, es imposible no preguntarse por aquello que los robots harán por nosotros. «Serán capaces de ver, actuar, hablar, dominar el lenguaje natural y ser inteligentes», no duda el sociólogo Antonio López Peláez, tras hablar con expertos mundiales que trabajan en este campo.

Hoy, las máquinas gestionan el servicio de agua, guían aviones, disparan misiles, sustituyen a los cirujanos en complicadas operaciones, son introducidos en nuestro cuerpo gracias a la nanorobótica... son ya omnipresentes en nuestro día a día. La investigación que han llevado a cabo en el Instituto de Prospectiva Tecnológica de la UNED va más allá y apunta cómo será ese futuro robótico de dentro de poco más de una década.

No sólo casi la mitad de los ejércitos estarán automatizados con soldados-robot fabricados como en una cadena de montaje de automóviles, sino que los robots nos limpiarán la casa e, incluso, llegarán a sustituir a quienes ejercen la prostitución. Hoy, ya se diseñan robots sexuales que desarrollan interacciones placenteras.

¿Increíble? «El robot podrá llegar a ser un compañero más eficaz y mejor persona que las que tenemos en nuestro entorno», asegura este investigador de la UNED. «Al igual que hoy se ven a dueños hablando a sus perritos, dentro de poco hablaremos a robots», aventura a modo de ejemplo gráfico.

Es más, llegará un día no muy lejano, presagia, en el que en las fábricas se trabajará las 24 horas del día, pero no a relevos, sino gracias a estos futuros robots que ni pararán para el bocadillo. Es decir, que llegarán a sustituir a la mano de obra humana.

Ante este panorama tan de ciencia-ficción, no es de extrañar que a la mayoría de la sociedad le asalten las dudas. ¿Son legítimos esos recelos? Para la investigadora Arantxa Renteria, lo mismo que los robots industriales generaron rechazo en los trabajadores y hoy han sido asumidos, con los robots de compañía «ese rechazo vendrá a medida que vayan pareciendo más humanos, ya que siempre surge la duda de si trabajamos con una máquina o una persona».

A juicio de esta experta, «las nuevas tecnologías siempre generan recelo si las recibimos como algo que escapa a nuestro control. Pero sólo hay que preguntarse qué y no quién controla hoy nuestra actividad diaria. Sería imposible vivir ya sin esas ayudas tecnológicas y, al fin y al cabo, el futuro robot no será más que un cerebro artificial con esas tecnologías, andando sobre un montón de motores, sensores y piezas de plástico».

En síntesis, que, culmina esperanzada Arantxa Renteria, «es más creíble un robot tipo `Wall-E' que el exterminador de `Ultimátum a la Tierra'». Que así sea.

 

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