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Elecciones en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa

Elecciones vascas y crisis de civilización

La crisis del modelo capitalista dominante exige un cambio de orientación profundo. Un cambio que para Mendizabal, debe de solventar las grandes contradicciones existentes y que en Euskal Herria, en concreto, debe de abogar por profundizar la democracia y conquistar la libertad.

Antxon MENDIZABAL

Para autores como Lipietz la crisis de los subprimes evidencia la gran crisis del modelo capitalista dominante a través del planeta desde 1980. Para autores como Wallerstein la crisis coyuntural del capitalismo converge con una crisis estructural que hace referencia a un declive histórico del sistema-mundo. Para ambos autores se trata de un modelo de desarrollo insostenible que ha entrado en crisis. Afecta a la producción, al sistema de distribución, al modo de consumo, a la relación con la naturaleza, y a la forma de vida. Es una crisis de civilización.

Es una crisis profunda que exige un cambio de orientación profundo. Un cambio de orientación que solvente adecuadamente las grandes contradicciones planteadas por la crisis financiera, la crisis de sobreproducción, la crisis energética y la crisis ecológica. Que cuestione nuestra relación con la naturaleza, el trabajo y la vida. Y ello, en un pueblo hambriento de democracia y sediento de libertad. Pero también en un pueblo sometido, envilecido por el colaboracionismo y agotado por la represión. Se trata en nuestro caso, de utilizar la transición para profundizar la democracia y conquistar nuestra libertad. Se trata también de utilizar la transición para vivir de otra manera y orientar la transformación de nuestro sistema socio-productivo en la perspectiva de la consideración de la existencia de una crisis de civilización. En esta lógica quisiera plantear una serie de consideraciones.

La función de nuestra clase política. Incapacitados para vehiculizar los mínimos logros democráticos y encastrados en los intereses de la sociedad post-franquista, la clase política hace piña en defender un gigantesco proyecto de sumisión destinado a la aceptación del orden de cosas existentes. En estas condiciones, la reproducción del orden constitucional que oprime y divide a la nacionalidad vasca y la consolidación de una legalidad que aniquila los derechos parece ser su función histórica. Su consecuencia es la reproducción de las condiciones que alimentan el conflicto.

El Estado-Nación. Nuestra clase política se transforma así en un apéndice de los sectores más retardatarios y reaccionarios del Estado. Se trata más bien de la prolongación en tierra vasca de las políticas más retardatarias del nacionalismo imperialista español. En base a la aceptación de los planteamientos de este sector se es «demócrata», de «izquierda no nacionalista» , «abertzale por vías políticas» o se plantean las alternativas a la crisis.

La producción de conocimiento. Diversos analistas nos precisan que estamos en un cambio de época, de transición histórica del sistema-mundo o de nueva fase del capitalismo. Se trataría de entrar con fuerza en la fase actual de producción de conocimiento, consolidando las tendencias socializadoras del nuevo proceso. Dicho de otra manera, si la nueva fase cognitiva tiene problemas sustanciales para determinar su valor de cambio y construir un sistema de propiedad, se trataría de asentar la nueva fase en las conquistas sociales (salario social, sistemas de pensiones y seguridad social, vivienda social, acuerdos sociales...) reivindicadas por el movimiento obrero y popular durante los últimos decenios.

El proceso de Autodeterminación. Somos una comunidad milenaria con historia y cultura propia, que tiene un proyecto propio y una aportación internacionalista para los pueblos del mundo. Ello nos exige la posibilidad de vehiculizar nuestras energías, cualificaciones y motivaciones de manera positiva. Pero para las comunidades como la nuestra ello sólo será posible si hay derechos sociales, conquistas democráticas reales y soberanía nacional. La posibilidad de que las comunidades nacionales afectadas puedan decidir su destino es la condición de su desarrollo. Aquí y ahora, en Euskal Herria, sin proceso de autodeterminación no hay democracia y no hay desarrollo.

La producción de bienes colectivos. La posibilidad de la satisfacción de las necesidades sociales, pasa hoy por la producción y mantenimiento de bienes colectivos que permitan su usufructo gratuito o cuasi gratuito, en función de las necesidades, por los/las miembros de la comunidad. Los bienes ecológicos, los bienes culturales, los bienes sociales, los centros deportivos, los espacios locales del transporte público y otros, entrarían en esta lógica. El disfrute y/o usufructo de estos bienes colectivos realizado de manera gratuita o cuasi gratuita en función de las necesidades de cada cual, mejoraría la cohesión social y la calidad de vida de los/las miembros de la comunidad.

La participación. Sin participación no hay democracia real. La apropiación por minorías especializadas de tecnócratas y burócratas de los sistemas de producción y de gestión vacía de contenido el carácter público y/o colectivo de la propiedad. Se trata por ello de generar una dinámica que transforme la propiedad formal en propiedad real. Se trata de transformar las relaciones sociales y técnicas en el ámbito de lo local, impulsando el protagonismo y la participación de los diversos actores sociales. Ello afecta al sistema socio-productivo y a los sistemas de gestión cívico-ciudadana. Se trata también de impulsar el desarrollo del conocimiento y la innovación económica, tecnológica, social, política y cultural. Se trata de posibilitar que la inteligencia humana se implique en las diversas innovaciones e iniciativas que consolidan el poder popular, la propiedad comunitaria, el interés social y el desarrollo de la colectividad.

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