GARA > Idatzia > > Kultura

«Viajar por el mundo me ha enseñado a relativizar, a no tener ideas fijas»

p056_f02_97x140.jpg

Cees Nooteboom

Escritor

Su prestigio y dilatada trayectoria como escritor le han llevado a estar nominado en muchas ocasiones para el Premio Nobel de Literatura. Ahora, a sus 75 años, todavía conserva su interés por viajar, una pasión que ha trasladado a muchos de sus libros, a los que siempre inocula, además, una dimensión filosófica que ha hecho que muchos de ellos se hayan convertido en best-sellers en países como Alemania.

Txema GARCÍA | BILBO

El hotel de Bilbo en el que hacemos la entrevista colectiva ¯un subgénero periodístico a medio camino entre la entrevista individual y la rueda de prensa¯ tiene poco que ver con el «Hotel Nómada» al que hace referencia, precisamente, el título de uno de sus libros más conocidos. Por sus salones, es cierto, vagamos algunos periodistas y fotógrafos a la caza y captura del escritor de turno, entremezclados con empleados atareados y hombres de negocios de gesto crispado pero, sin embargo, hay muy poco romanticismo viajero en todos nosotros salvo el de ir a la redacción a escribir apresuradamente el resultado de este viaje a no se sabe dónde. Eso es lo que tiene compartir una entrevista ¯entre varios medios de comunicación¯ con un eterno candidato a Premio Nobel de Literatura, el escritor holandés Cees Nooteboom.

Media hora inicial, ampliable a una (luego se quedarían en 46 minutos exactamente) es el tiempo máximo del que disponemos entre todos los medios aspirantes a la entrevista, según nos indica la responsable del gabinete de prensa que actúa como intermediación añadida para el festival literario Gutun Zuria, al que ha sido invitado Nooteboom.

Son los fotógrafos los primeros en tomar contacto con el escritor. En el amplio vestíbulo de varios niveles del hotel, Nooteboom es conducido de un lado a otro, hasta que le sitúan en diferentes posiciones bajo un hermoso mascarón de proa que surge con toda su fuerza como motivo decorativo desde una de las paredes del gran salón. Se le nota incómodo. Un nuevo intento de hacerle posar en otro lugar acaba con su paciencia y, de forma un tanto acalorada, se niega a seguir con la sesión fotográfica. Cuando llega al lugar donde le esperamos los periodistas, en el ambiente se puede cortar la tensión con un cuchillo. Nos miramos los tres periodistas para rifarnos quién inicia la conversación. Caras de poker. No hay dudas: Me ha tocado.

Bienvenido al País Vasco, sentimos este percance... (balbuceo, como forma de comenzar)

Hay que poner las cosas en su sitio... porque si no al día siguiente uno aparece en esas fotos con aspecto de criminal de guerra o de líder de sindicato... (responde en un castellano bastante aceptable).

¿Si tuviera que escribir algo sobre el País Vasco, sobre qué hablaría? (pregunto entrando en harina)

Bueno, no conozco muy bien el País Vasco. En la política no quiero mezclarme porque el nacionalismo extremo es una cosa muy triste y en esta Europa unida no tiene sentido matar a la gente por ideas. Esa es mi opinión.

¿Qué conoce del País Vasco? ¿Tiene alguna referencia literaria?

No he viajado mucho. He estado en San Sebastián, que me ha gustado mucho, y he pasado por el Camino de Santiago por la parte de Puentelarreina (Gares). Bilbao no conozco apenas y la última vez que estuve aquí para ver el Guggenheim tuvimos muy mala suerte (viaja siempre con su mujer) porque al venir nos encontramos en la autopista con un kamikaze que venía en dirección contraria y nos dejó la parte izquierda del coche medio destruida...

O sea, que no guarda muy buenos recuerdos de esta tierra...

No, no tiene nada que ver con la zona, pero me acuerdo que entramos en el hotel y nos miraron extrañados como si fuéramos... Luego vimos el Museo Guggenheim y ahora pienso volver a verlo porque tienen una exposición de Cy Twombly, un artista que me gusta mucho.

Cuenta Vd. que comenzó a escribir por casualidad, que siendo joven hizo un viaje por Escandinavia y, entonces, se le ocurrió escribir un libro. ¿Rescataría algo del mundo literario de aquella época? (pregunta otro compañero)

Sabe Vd., los escritores siempre mienten sobre la génesis de su obra. No me acuerdo de esto... Simplemente recuerdo que hice un viaje en auto-stop al norte y después al sur, un libro que salió con el título «El paraíso está aquí al lado» y que ahora va a reeditar Siruela con el título original de «Felipe y los otros», y eso es... (se acerca la responsable del gabinete de comunicación para preguntarle, de parte de otro fotógrafo que ha llegado tarde, si le puede «tirar» unas fotos mientras habla con nosotros).

No, no. Si quiero concentrarme, así no puedo... (contesta más soliviantado aún e intenta seguir con la conversación).

Pregunta usted que si yo rescataría algo. Bueno, no lo sé. Lo que ocurrió es que escribí un capítulo de este viaje en la biblioteca municipal de mi pueblo, se lo pasé a un escritor conocido en Holanda, él lo entregó a una editorial que regentaban dos señoras, y ellas me dijeron que si lo terminaba me pagaban 300 florines, una cantidad que en aquel tiempo daba para vivir unos meses. Así que terminé el libro, lo publiqué, y me hice escritor. Y después tuve que escribir otros libros...

De todos modos (tercia ahora otra compañera), desde que escribió aquel primer libro y ya que vivimos en un contexto globalizado, ¿cómo concibe ahora la literatura de viajes?

No era un libro propiamente de literatura de viajes, era una novela y lo raro con la globalización es que la semana pasada... (se vuelve a interrumpir la conversación porque ahora llegan otro par de periodistas que pretenden situar una cámara de televisión para captar imágenes y, además, colocarle un micro de solapa al escritor)

Esto no, por favor...

(Es que estoy trabajando para la Alhóndiga, organizadora de Gutun Zuria..., acierta a decir uno de ellos).

No. Don´t do it. Go away, please. I try to concentrate in our conversation. I can´t concentrate, it´s a foreign language...

(Salen despavoridos sin colocarle el micro y dejan la cámara a la deriva. Vuelve a la conversación)

Decía que la semana pasada ha aparecido en Corea un libro que escribí a la edad de 21 años y que 54 años después se publica ahora en ese país. Ese es un aspecto de la globalización. Y también se han publicado dos libros míos en China, un país en el que nunca sabes lo que pasa con tus libros, porque además de que no entiendes nada de su escritura en ideogramas o de si están bien traducidos, tampoco recibes críticas ni nada...

Al igual que ocurre con toda trayectoria literaria, su obra puede ser vista como un largo viaje. ¿Dónde le gustaría que acabase ese trayecto? (pregunto de nuevo)

En la tumba... (se ríe)

¿En la tumba, quizá, como esos otros escritores famosos sobre los que usted escribió precisamente «Tumbas», un libro memorable? ¿O dónde en todo caso?

Podría ser en Menorca, que me gusta mucho, o en Holanda, o en algún otro sitio, como Australia, a donde voy dentro de dos meses a un festival literario... No lo sé, pero habrá un momento en que se acabará todo.

¿Se puede ser nómada sin viajar físicamente? (le muestro un ejemplar de su libro «Hotel Nómada»)

Sí, creo que sí. Hay libros maravillosos sobre viajes escritos desde la habitación de una casa.

¿Y se puede llegar a la misma comprensión del mundo?

Eso no. He vivido y viajado mucho por el Tercer Mundo y creo que uno, de esa forma, comprende mucho mejor los problemas. «Hotel Nómada» recoge menos de una décima parte de mis viajes. En Holanda tengo publicados diez libros de viajes sobre Birmania, India... y, por ejemplo, el último, que he hecho con mi mujer, que es fotógrafa, trata sobre Spitzbergen, la mayor de las islas del archipiélago de Svalbard, en el Ártico, que con una superficie tan grande como Holanda y Bélgica juntas, tiene una población de 2.700 personas.

Tantas vueltas por el mundo... ¿cuál es la principal enseñanza que le han dejado los viajes?

Hay una palabra de Heidegger, «Gelassenhait», pero en español no sé cómo traducirla, es una especie de relativismo, de mantener una cierta distancia con las cosas, de ver las inmensas posibilidades de la mente, de no tener ideas fijas... Eso es lo que me han enseñado los viajes.

¿Y a medida que uno viaja, valora más lo propio?

No lo sé, pero uno, cuando vuelve de China, India o, sobre todo, de África, ve que los problemas de su propio país son un poco menos serios. Eso es «Gelassenhait», una forma de «relativizar» todo y que, cuando tenía 25 años, en Mayo del 68, en el Budapest de la revolución del 56, o en la Bolivia tras la muerte del Ché Guevara, se me hacía imposible mantener. Ahora es distinto. Cuando uno ha visto tantas cosas, sabe que el mal y las soluciones surgen al mismo tiempo. Y esta actitud es insoportable en alguien que es joven.

EUSKAL HERRIA

«La última vez que estuve aquí tuvimos muy mala suerte, porque nos encontramos en la autopista con un kamikaze»

FOTÓGRAFOS

«Hay que poner las cosas en su sitio, porque si no al día siguiente uno aparece en esas fotos con aspecto de criminal de guerra»

FILOSOFÍA

«Yo leo mucha filosofía. Ahora bien, si me pregunta que le explique algo sobre Heidegger, Kant o Hegel, no podría hacerlo»

LIBROS

«'Hotel Nómada' recoge menos de una décima parte de mis viajes. En Holanda tengo publicados diez libros de viajes»

«Mi vida la divido en dos ámbitos, viajando, y eso significa mucha energía, y apartándome del ruido»

Sus escritos tienen una cierta densidad reflexiva. ¿Qué le lleva a ello?

Es algo personal. Yo leo mucha filosofía, ahora bien, si me pregunta que le explique algo de Kant o Hegel, no podría hacerlo. Son reflexiones que me salen como la poesía, sin esfuerzo. Y ocurre que mientras aquí o en Italia yo nunca he tenido best-sellers, en Alemania sí. Es raro que en un país un libro pueda vender 200.000 ejemplares y en otro sólo 5.000 pero, no sé, me dicen que los alemanes tienen una afinidad con la filosofía, aunque mis libros tampoco son tratados en esta materia...

¿Sigue construyendo su «Hotel Nómada»? ¿Cómo lo hace ahora?

Como siempre lo he hecho. Mi «Hotel Nómada» es una metáfora que expresa de forma simbólica que, por ejemplo, mirando desde una ventana, veo por un lado el Polo y, por el otro, el trópico. Mi vida la divido en dos ámbitos, viajando, y esto significa movimiento y mucha energía y; de otra parte, apartándome del ruido, concentrándome en la casa completamente aislada de unos amigos en el sur de Alemania, cerca de los Alpes; en Menorca, durante cuatro meses en verano; o en Holanda...

¿Escribe mientras viaja?

No, tomo muchas notas y busco documentación sobre temas locales que me interesan. Luego, en mi casa en Holanda escribo normalmente sobre cuestiones de viajes, y en Menorca y Alemania sobre temas de ficción.

¿Hacia dónde se dirige su bitácora?

Tengo pendiente un viaje a Japón con mi mujer para hacer, por segunda vez, una ruta de peregrinación a través de 33 templos. Es un gran viaje que quiero completar no por motivos religiosos, sino porque me interesa mucho la cultura japonesa. Es un país en el que resulta complicadísimo viajar cuando uno no habla su idioma, que es lo que me ocurre a mí. Son un poco racistas desde el punto de vista lingüístico. Creen que nosotros no podremos aprenderlo porque no tenemos el cerebro suficiente para ello.

¿Y qué es lo que va a buscar allí?

No lo sé. Supongo que el mismo impulso que me llevó con 17 años a intentar entrar en monasterio de monjes cistercienses, que llevaban una vida extremadamente monacal. El abad me dio un libro y un diccionario latín-holandés para traducirlo. Duré allí cuatro días.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo