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El Bayern regresa al escenario donde vivió su noche más amarga

El 26 de mayo de 1999, Bayern de Múnich y Manchester United disputaron una histórica final de la Champions en Barcelona. Los bávaros jugaron mucho mejor, pero los ingleses remontaron con dos tantos en el descuento. Los germanos no han vuelto al Nou Camp desde entonces.

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Beñat ZARRABEITIA

El estado de shock en el que quedaron los futbolistas del Bayern tras el tanto conseguido por Solskjaer en el descuento de la final de hace 10 años ha quedado en la retina de todos los aficionados. El noruego culminó el trabajo comenzado por su compañero Sheringham sólo unos segundos antes. Jugadores y aficionados bávaros aún se preguntan cómo perdieron aquel título. Fueron superiores al United, se adelantaron con un golazo de Basler y empotraron dos balones en los postes de Schmeichel, pero perdieron por dos goles del rival en el descuento.

La decepción fue mayúscula y algunos jugadores cayeron fulminados por la desilusión. La imagen de Collina tratando de levantar a Kuffour forma parte de la historia.

El Nou Camp fue el escenario de aquel partido, un estadio que el Bayern de Múnich no ha pisado desde entonces. Su retorno se producirá hoy, a partir de las 20.45 (Canal Plus), para disputar la ida de los cuartos de final de la Champions ante el Barça. El morbo estará en comprobar si el fantasma de aquella aciaga noche de hace una década agarrotará las piernas del equipo alemán.

El Bayern supo encajar el golpe, ya que dos años después de aquello fue capaz de conseguir su cuarta Copa de Europa ante el Valencia en San Siro. Los tres cetros anteriores databan de 1974, 1975 y 1976, era la época de Maier, Beckenbauer o Gerd Müller. En 2001, Effenberg, Kahn, Elber, Lizarazu, Hargreaves, Jeremies o Scholl tomaron el relevo.

En la primavera de 2007, en cambio, el equipo más fuerte de Alemania -es conocido como el «Hollywood FC» por los constantes escándalos que protagonizan sus futbolistas y entrenadores- tocó fondo y se quedó fuera de la Champions. La directiva, formada por Beckenbauer, Hoeness y Rummenigge, decidió tirar la casa por la ventana y apostar por los fichajes de grandes cracks. Los nombres no defraudaron, Klose, Ribery y Luca Toni. Por los dos últimos, pagaron 80 millones de euros, cifra récord en Alemania.

El italiano ha firmado unos números espectaculares. Ha conseguido 33 goles en 46 partidos y es el centro de las iras de las aficiones rivales. En muchos campos recibe el insulto de «mafioso», algo que Toni ha atribuido recientemente «a la mala fama que dan obras como Gomorra a los italianos».

Por su parte, Ribery lleva una andadura más irregular. De hecho, existen rumores que le colocan en la órbita del Barcelona. El seleccionador irlandés y ex técnico del Bayern Giovanni Trapattoni ha confirmado el interés del conjunto bávaro en fichar a Aiden McGeady como sustituto del extremo galo. La trayectoria de Ribery no está siendo fácil, como tampoco lo ha sido su vida. Con apenas dos años sufrió un brutal accidente de coche. El choque le dejó graves secuelas. Entre ellas, las malformaciones que padece en la cara. Algo que marcó su infancia, ya que sufrió un gran miedo a los espejos y tuvo que aguantar las burlas de los otros niños. Le llamaban «Scarface», haciendo referencia a la conocida película de Al Pacino.

Grandes budas y crisis liguera

El pasado curso, bajo la dirección de Ottmar Hitzfeld, el Bayern se alzó con el doblete doméstico, pero naufragó en las semifinales de la UEFA. El Zenit les apeó de la final con un contundente cuatro a cero en Rusia. Para entonces, ya estaba decidido el nombre del entrenador del equipo para la temporada 2008-2009. El puesto sería para Jurgen Klinsmann, el hombre que recuperó la ilusión de la selección germana y estuvo a punto de llevarla a la final del Mundial en su primera experiencia en los banquillos.

Una de las condiciones del ex delantero fue la adecuación de las instalaciones del club a su filosofía. Así, el pasado verano, el Bayern estrenó un Centro de Alto Rendimiento con todo tipo de comodidades. Campos de fútbol perfectamente cuidados, modernos gimnasios, un spa, un cocinero con estrella, auditorios con cinco traductores simultáneos, biblioteca, zona de videojuegos, barbacoa y, lo más sorprendente, cuatro grandes estatuas de Buda. Klinsmann dice que le inspiran tranquilidad para poder trabajar durante las ocho horas de jornada laboral, de 9.30 a 17.30, que ha instalado.

Sin embargo, las cosas no están saliendo como él deseaba. Su equipo es cuarto en Liga, por detrás de Wolfsburgo, Hamburgo y Hertha. Aún cuenta con opciones, está a cuatro puntos, pero el 5 a 1 que sufrieron el pasado fin de semana en Wolfsburgo ha levantado ampollas en Múnich. Sólo un buen resultado en Europa acallaría las críticas que han recibido Klinsmann y sus muchachos. No lo tendrán fácil, ya que el Barcelona está practicando el mejor fútbol del continente.

El Bayern, pese a todo, tiene motivos para el optimismo. Su buen hacer en Champions, redondeado con los 12 goles que le hizo al Sporting de Lisboa en el global de la eliminatoria de octavos, y la historia son motivos suficientes para el respeto. Asimismo, los nombres de los mencionados Toni y Ribery, Schweinsteiger, Klose, Borowski, Lahm, Altintop o Podolski -enfrentado a Klinsmann y traspasado ya al Colonia para el próximo curso, su sustituto será el croata Olic- suponen una amenaza constante.

Para el gran público, quizá, la novedad sea la presencia de Michael Rensing en la portería. El joven meta, ayudado por el ex preparador de porteros del Athletic Walter Junghans, está cumpliendo con la difícil misión de suplir a Kahn. En la zaga jugarán Demichelis y Breno, que suplirán a Lucio y Van Buyten, la habitual pareja de centrales.

Los precendentes también favorecen al equipo alemán. Ha ganado sus dos enfrentamientos al Barcelona. El primero, en las semifinales de la UEFA de 1996. Una cita en la que Pep Guardiola y Klinsmann defendieron los colores de los equipos a los que ahora dirigen. Tres cursos más tarde, durante la liguilla de grupos, los bávaros volvieron a superar a los catalanes. Otro detalle curioso es que Mark Hughes, Patrick Andersson y Mark van Bommel han defendido las elásticas de ambos equipos y que Udo Lattek ejerció de técnico local en las dos escuadras.

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