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Imanol Intziarte Periodista

El elixir de la eterna juventud

Le tomo prestada la teoría a uno de los personajes de la novela «La Hermandad de la Buena Suerte», de Fernando Savater. Dice el Doctor -si mal no recuerdo, es el sobrenombre del personaje en cuestión- que hasta los 30 años la propia naturaleza se encarga de compensar todos nuestros excesos. Podemos comer o beber en exceso, que las secuelas no serán importantes. Podemos hacer todo tipo de ejercicios físicos, que se saldarán con unas ligeras agujetas. Incluso podemos combinarlo todo y nuestro cuerpo serrano conseguirá mantenerse más o menos estable. Según esta teoría, a partir de los 30, y más o menos hasta los 50, la naturaleza pasa de nosotros, no nos lleva la mochila. «Ahí te las compongas», viene a decirnos. Las resacas duran días, los empachos significan tener el estómago repleto de piedras, los esguinces y las tendinitis aparecen incluso de la nada. Hasta aquí, puedo dar más o menos fe. Ya de los 50 para arriba, la naturaleza no sólo no nos ayuda, sino que tiene como objetivo eliminarnos. Trataremos de no ponérselo fácil.

Dicen ahora que han descubierto una píldora a la que no han dudado en llamar «el elixir de la eterna juventud». Su compuesto principal es el resveratrol, una sustancia antioxidante de la uva que ayuda a la supervivencia celular. Teniendo en cuenta que cada pastillita sale por más de un euro la unidad y que es necesario ingerirlas durante toda la vida -una toma diaria-, ya pueden ser buenas, ya. La búsqueda de la fórmula de la eterna juventud es tan vieja como la historia de la humanidad. La muerte está tan segura de alcanzarnos que nos da toda la vida de ventaja, pero al menos tratamos de que nos trinque lo más tarde posible. Y donde hay una necesidad hay un negocio. Cremas para las arrugas, tintes para las canas, ungüentos contra la alopecia...

Nos cuentan que una pastillita de ésas equivale a beberse 45 botellas de vino. Mientras acompañe medianamente la salud, nos quedaremos con la segunda opción. Pero con moderación, que no está ya el cuerpo para resacas.

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