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Maite SOROA

Un especialista veraneante

Después de varios años dedicada a repasar las referencias de prensa a Euskal Herria, servidora ha desarrollado un olfato especial a la hora de catalogar a los que se presentan como especialistas. Hoy le toca a uno de la categoría «veraneante».

Un tal Pepe Álvarez de las Asturias, en «El Semanal Digital», explicaba a sus lectores las interioridades, las raíces y los frutos del conflicto vasco a partir de una constatación empírica: «Hubo un tiempo en que yo era parte de Zarauz y Zarauz era parte de mí». ¿Cómo dudar del profundo conocimiento de la sociedad vasca que mana de cada poro del «especialista»?

Nos habla de «los dulces tiempos», de «aquellas campas rebosantes de alegría natural, sin politizar, el día de la Fiesta Vasca, todos vestidos de caseros hinchándonos de rosquillas (....)». Y también de «los cruces con Arzallus y su cara de odio infinito» o «las mañanas de playa solitaria a unos metros de Savater». También «el saludo de Goyo Ordóñez, camino del concierto de Pink Floyd en Anoeta» y hasta «las copas que le servía a Carlos Garaikoetxea hijo». El tío lo conocía todo. Luego se torció la cosa. Lean, lean: «recuerdo las conversaciones trascendentales con amigos de la noche que luego se convirtieron en enemigos a muerte, pasados por el filtro de Jarrai». Ya empezamos.

Ahora mira desde su Madrid y ve las detenciones de jóvenes vascos acusados de militar en ETA y saca conclusiones: «miro los últimos 30 años y ahora sí veo cómo empezaron a eclosionar esos huevos de la serpiente que hoy se han convertido en su cabeza impensante; veo cómo el Gobierno vasco, el PNV, la EITB, las ikastolas, las herriko tabernas, la kale borroka, los actos kulturales, el entramado abertzale en particular y la sociedad vasca en general han estado alimentando, mimando, protegiendo, educando -en casa y en clase, en la tele y en la calle- a esas crías de serpiente (...). Las fechas coinciden ¿verdad? 30 años de gobierno nacionalista». Hace treinta años, cuando investigaba el fondo de la cuestión vasca, el «especialista» tenía... 14 años.

Y desde el privilegiado puesto que le otorga tanto conocimiento, nos da la fórmula: «Lo que hay que hacer es aplastar la cabeza de la serpiente y todos y cada uno de sus anillos. Y todos y cada uno de sus huevos». Ahora creo que veranea en Benidorm.

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