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Raimundo Fitero

El paro

Las cifras que aparecen sobre el número de desempleados y el porcentaje que representan empiezan a convertirse en una pesadilla. La otra noche Fernando Trueba estaba con Antonio Skármeta en una entrevista amable hablando de una película, «El baile de la victoria» que acaba de rodar a partir de la novela homónima del autor chileno y cuando le tocó hablar de la situación del cine, dijo con una rotundidad bastante meridiana que existía una gran cuota de paro en el mundo del cine: actores, directores, guionistas, técnicos, estudios, laboratorios. Es decir, el paro existe y se extiende desde los andamios hasta los platós pasando por los servicios, las tiendas, las cadenas de montajes y los talleres. Esta es la crisis de verdad, no la de los banqueros, bolsistas y especuladores.

Los datos estadísticos al proclamarse y potenciarse por todos los sistemas de difusión, crean una atmósfera de miedo, casi de terror. Mientras quienes están en el paro cobren el seguro de desempleo, la situación será sostenible, pero cuando esos millones vayan concluyendo su tiempo de subsidio sin volverse a emplear la situación se deteriorará del tal manera que la tensión social crecerá hasta hacerse irrespirable el aire el que funciona y se refrigera el sistema de libre mercado y su faro, el consumo, por lo que las tasas económicas seguirán en caída libre, provocando un vértigo colectivo de difícil corrección con las recetas viejas y parece que no existen recetas nuevas. Todos mirando el paro, parados.

El sistema económico-social en el que nos hemos desarrollado, tiene un porcentaje de paro como una de sus formas estructurales de autorregulación. Cuando ese porcentaje se supera en los aumentos actuales, el edificio se deteriora por la base, se desplazan las cargas, se van comiendo franjas de las clases medias bajas y se convierte en un problema vertical. En televisión la situación es bastante peligrosa, y solamente hace falta ver las parrillas de todas las cadenas, especialmente de las segundas o terceras marcas de las generalistas en TDT para comprobar que se alimentan de los archivos más remotos. Sin inversión, más paro.

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