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«El arte es la expresión del enigma oculto en la realidad»

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Gabriel Loidi

Compositor

El ciclo Eresiak de Eresbil estrenó recientemente «Escenas de poder», una colección de piezas pianísticas inspiradas en «Las enseñanzas de Don Juan», el controvertido texto escrito hace cuarenta años por el antropólogo Carlos Castañeda, que tanta influencia tuvo sobre los movimientos de psicodelia y contracultura de finales de los 60 y 70.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Gabriel Loidi, profesor de música de cámara en Musikene y consumado pianista, escribió «Escenas de poder» en respuesta al encargo que le hizo el dúo Aristizabal-Barandiaran.

«Las enseñanzas de Don Juan» es un libro de culto, muy popular pero al mismo tiempo algo secreto. ¿Cómo llegó usted hasta él?

El libro sencillamente me lo pasó un amigo, empecé a leerlo y me enganchó inmediatamente. Lo más curioso es que todo lo que en él se narra fue tomando forma musical en mi cabeza de una manera muy clara. Según iba leyendo, los personajes iban tomando una forma sonora en mi cabeza y las situaciones que experimentan pronto empezaron a tener una música propia. Leí y releí los cuatro relatos escritos por Castaneda hace tres o cuatro años, y desde entonces todos esos sonidos han seguido viviendo dentro de mi cabeza, pues no ha sido hasta el último verano que los he plasmado en partitura.

Es un libro que no deja indiferente a nadie. ¿Qué impresiones le suscitó su lectura, y qué es lo que más le interesó de sus enseñanzas?

Lo que más me interesó es la transformación en la manera de leer el libro que sufre el propio lector. Al principio parece que estés leyendo un ensayo, el texto de un antropólogo que está estudiando el uso de plantas sicotrópicas por parte de algunos brujos. Y de repente el investigador empieza a ser el sujeto de estudio, se transforma en aprendiz de brujo y describe unas experiencias que difícilmente se pueden concebir desde un punto de vista científico. En realidad, me interesa más todo el contenido filosófico y fenomenológico que se puede extraer de su lectura, más que las propias enseñanzas de Don Juan.

¿Le ha inspirado especialmente alguna de las ideas del libro?

Sí. Cuando Don Juan enseña a Carlos a convertirse en un guerrero, le explica que hay cuatro enemigos vitales simbólicos: el miedo, la claridad, el poder y la vejez. Primero un guerrero, aunque siente miedo, se enfrenta a él. Cuando conquista el miedo gana la claridad, pero ésta se convierte en el siguiente enemigo.

Tras la claridad llega el poder, pero una vez que el guerrero ha alcanzado el poder, tiene que luchar hasta su muerte contra la vejez. Esa idea de que cada conquista vital implica una serie de problemas nuevos me ha inspirado mucho.

¿Cree en los hecho que se narran en «Las enseñanzas de Don Juan», o es usted escéptico?

A mí el libro me interesa porque rompe con la mentalidad tradicional. Vemos el mundo tal y como lo concebimos en nuestra cabeza, y esa sugerencia de salir del pequeño mundo propio y aprender a ver la realidad tal y como se presenta, a vivir el enigma, es para mí la gran enseñanza de Castaneda.

El enigma es lo indecible de la realidad, y en toda realidad hay enigma. Y ya que el arte es la expresión del enigma, desde el arte se puede aprender mucho de la realidad.

¿Ha vivido usted alguna experiencia similar a las que se narran en el libro?

Experiencias de una realidad indecible e inexplicable he tenido muchísimas. Pero no explico lo que no puedo comprender con la razón, simplemente tomo nota. Cuando compongo, sencillamente digo lo sucedido.

¿Qué referentes ha manejado a la hora de escribir la música?

El origen, la idea original, está en Schumann, en su «Carnaval». Es un ciclo de pequeñas piezas para piano que caracterizan a personajes de la comedia del arte y de la vida real que aparecen disfrazados. El juego consiste en que puedes escuchar la música sin más, pero si reconoces a los personajes que van apareciendo puedes llegar a un entendimiento paralelo de la música. Partiendo de ahí, todos esos brujos y brujas que aparecen en los relatos de Castañeda me parecieron muy caracterizables.

¿Musicalmente, qué lenguaje y técnicas ha empleado?

Al ser piezas de carácter, lo que hay que hacer precisamente es pillarles el carácter. En la obra hay danzas, que son la expresión cantada y bailada de los personajes. Dibujan cómo es alguien hablando o moviéndose. Son siempre inesperadas y sorpresiva, porque, al fin y al cabo, se trata de brujos. Las otras partes de la obra, llamadas enigmas, son más atmosféricas, ambientales. Pero todas las piezas, tanto enigmas como danzas, a priori muy distintas, están conectadas armónica y emotivamente.

La obra se estrenó hace poco y ha pasado al repertorio del dúo pianístico Aristizabal-Barandiaran. ¿Qué impresión se llevó del estreno?

Muy buena. Tengo una sensación de coincidencia entre lo que había en mi cabeza y lo que sonó, algo que no siempre ocurre. Las pianistas han entendido muy bien el carácter de la obra, y eso que es bastante difícil, porque desde el punto de vista interpretativo tiene muchas dimensiones, y hay que ser un pedazo de pianista para tocarlo. Pero espero que éste haya sido tan solo el comienzo de una larga serie de conciertos.

 
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