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Belén Martínez analista social

Madre biológica, padre natural

 

Rubén Noé Coronado, el primer transexual varón embarazado de gemelos, proclama a los cuatro vientos que él piensa, actúa y siente como «un machote». Le indujeron el ciclo hormonal femenino y le provocaron el ciclo menstrual; posteriormente, hicieron habitable su matriz para poder acoger los espermatozoides que permitirían la fecundación. Los óvulos los puso él, ya que aún conserva intactos útero, vagina y trompas; y un donante anónimo, el semen.

R.N.C. solicitó el cambio de nombre y tras el parto, cuando su cuerpo vuelva a la situación inicial, se hará extirpar la matriz y se hará la reconstrucción genital masculina. Estefanía Jiménez Coronado -así figura en su DNI- tiene genitales morfológicamente femeninos, pero dice que no se siente nada femenina. Al contrario, afirma sentirse masculino. Considera que goza de un privilegio que no tienen los hombres. R.N.C. no hace alusión a las diferencias anatómicas en relación con el sexo.

Si el embarazo llega a buen término, sus criaturas tendrán como padre a «un tío hecho y derecho», que en su adolescencia quedó traumatizado al saber que había sido ¡adoptado! La ciencia permite superar ciertos cánones. Sin embargo, ni la ciencia ni la biología dictaminan que para ser un «hombre total» uno deba desear y ser capaz de poder «mear en la rueda de un camión».

La mediatización del embarazo llevada a cabo por el propio Rubén, la banalización del lenguaje, al utilizar expresiones como «gestación masculina» (y no transexual), en nada contribuyen a entender aspectos complejos relacionados con las distintas manifestaciones de las identidades de género cruzadas.

 
 
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