Convocadas por varias asociaciones y tras una pancarta en la que se podía leer «Ninguna agresión si respuesta», decenas de personas reivindicaron ayer tarde la reapertura del caso de Prisca Oyé Ondo Nfono y una investigación judicial que tome en cuenta los datos y los testigos que discrepan con la información contenida en los informes que en su día realizaran la Ertzaintza y el forense.

El cuerpo sin vida de Prisca Oyé Ondo Nfono fue descubierto el 7 de agosto de 2006 por el personal del Hotel Pelícano, un establecimiento ubicado en las cercanías de la Plaza de Toros de Bilbo. Desde entonces, su familia, apoyada por diferentes colectivos sociales, reivindica que se esclarezcan las causas de su muerte.

Tal y como afirmaron esta misma semana en rueda de prensa los allegados de la joven, el informe de la autopsia concluyó que la joven inmigrante se suicidó, versión que contradice al informe preliminar en el que se indicó que la causa de la muerte fue «por asfixia sumergida». Esta versión, tal y como afirmaron sus allegados, ha cambiado y se concluye que Prisca «no murió por suicidio, sino que su muerte fue por accidente».

«Agresión machista»

La familia, sin embargo, defiende que la mujer, de 32 años, fue víctima de una agresión machista. Por ello, lleva tres años reivindicando la reapertura de la investigación judicial de este caso.

Quieren saber qué explicación ofrece el forense al hematoma en la frente que vieron «más de doscientas personas» antes de que se le practicase la autopsia al cadáver. Recuerdan que vieron el cuerpo de Oyé el 7 de agosto de 2006 en el Servicio de Patología Forense de la capital vizcaina, una jornada antes de que se le efectuase la autopsia.

La familia insiste en que hay argumentos suficientes para seguir luchando por el esclarecimiento de la causa de la muerte de Prisca Oyé Ondo Nfono.

No sólo la familia de la mujer, sino que organizaciones de diversa índole también defienden que se trató de un caso de violencia contra las mujeres, resaltando la condición de mujer y de inmigrante de la víctima que la hizo más vulnerable y que, tres años después, creen que puede ser la causa de que la Ertzaintza no prosiga las pesquisas.