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Rafa Díez Usabiaga Ex secretario general de LAB

Aurrera

Rafa Díez considera que la huelga general del pasado jueves fue «un enorme acto de dignidad de clase, de conciencia colectiva», a pesar de que la convocatoria encontró una oposición hasta ahora desconocida por un amplio espectro político, sindical y empresarial. El histórico dirigente abertzale se felicita porque la clase trabajadora ha exigido a los causantes de la crisis responsabilidades políticas y económicas, mientras da un paso más: ¿por qué no también penales?

La huelga general del 21 de Mayo ha marcado la actualidad en las últimas semanas con una enorme campaña mediática en contra articulada desde esferas políticas, sindicales y empresariales, desde el PP-UPN-PNV hasta IU, desde Confebask-CEN a CCOO y UGT. Portavoces, columnistas, presentadores-predicadores de programas televisivos o radiofónicos... todos a una han pretendido tergiversar y manipular el sentido de la huelga para socavar su respaldo social.

Hemos oído de todo en labios de abertzales y no abertzales, de supuestos «progres» y «carcas» reconocidos: «que era una convocatoria política y no sindical», «que la huelga se enfrentaba al Gobierno López», «que no hay razones para la misma», «que no se va a conseguir nada y, por tanto, es estéril»... latiguillos todos para permeabilizar en una sociedad y clase trabajadora que, eso sí, está sufriendo de forma trasversal las consecuencias de una crisis, de unos mega-atracos sociales, que no hemos creado.

Pero a pesar de esa tormenta manipuladora, la respuesta al llamamiento de huelga general ha vuelto a demostrar la capacidad de convocatoria de ELA y LAB y, en especial, refleja la existencia de una gran masa crítica trabajadora y social que denuncia con rotundidad la hipocresía del sistema económico y sus valedores políticos. Centenares de empresas paradas, pueblos paralizados y unas movilizaciones desconocidas -más de 40.000 personas al mediodía- desde hace tiempo han jalonado una jornada que el bloque anti-huelga ha persistido en considerar «normal» y un «fracaso». Mientras, en la misma jornada, CCOO y UGT mendigaban el «diálogo social» desde la debilidad y el mamporrerismo sindical, mientras el Gobierno de López anunciaba transferencias devaluadas para contrarrestar la «normalidad» de la jornada, un vendaval de clase sacudió todos los rincones de Euskal Herria.

La huelga general ha sido un acto masivo de interpelación, de rabia ante la crisis que han provocado la oligarquía financiera, los tiburones económicos y la avaricia de muchos empresarios. A esos piratas y ladrones sociales que guardan 11,5 billones de dólares en los 44 paraísos fiscales que el sistema económico y político permite y protege, a esas multinacionales que anualmente defraudan al fisco 100.000 millones de dólares gracias a esas «bodegas» fiscales... les hemos apuntado con el dedo desde la sociedad vasca; a esos empresarios, vascos o no, que en los últimos años han tenido enormes beneficios a costa de precariedad y condiciones laborales les hemos dicho que no estamos dispuestos a tragar EREs, congelaciones salariales,... para reducir costes sociales y, en muchos casos, seguir manteniendo beneficios; a esos políticos en Madrid, Gasteiz e Iruñea que permanentemente han avalado las prácticas egoístas y especuladoras de empresarios e intermediarios financieros no adoptando medidas reguladoras y favoreciendo sus intereses con políticas fiscales (reducción del Impuesto Sociedades, supresión del Impuesto de Patrimonio...) y medidas privatizadoras de la economía, también les hemos dicho que son culpables de este «crack» económico que ahora incide en trabajadores y capas populares: comerciantes, autónomos, baserritarras, pequeños empresarios...

Las preguntas surgen ante esa realidad. ¿Es que no hay tribunales internacionales de «delitos económicos» para juzgar a unos ladrones sociales que han especulado con capitales, hecho desaparecer ingentes cantidades de dinero y ahorros particulares... provocando unas consecuencias en la economía productiva y, como último eslabón de la cadena, golpeando a los trabajadores y trabajadoras de Euskal Herria, Europa... con desempleo, más precarización, pobreza? ¿Es que este genocidio económico que pasa por delante de los responsables políticos, de los Zapatero de turno, quedará limitado solamente a la «cabeza de turco» de Madoff y punto?

En este contexto, resulta de un cinismo sin límites que mientras se da liquidez - dinero público- a los bancos y corporaciones que han provocado esta crisis, mientras se sanean empresas afectadas por activos tóxicos para que el sistema siga «funcionando» sin que se toquen los paraísos fiscales donde se acumula enormes capitales devengados de la fuerza de trabajo, a los trabajadores y trabajadoras, a los autónomos... se nos castiga con el paro, con reducciones salariales, se nos amenaza con recortes en pensiones y, eso sí, a nosotros ni nos condonan nuestras hipotecas ni nos dan liquidez para nuestras economías familiares.

El jueves el sindicalismo abertzale, un importante sector de la clase trabajadora vasca, ha realizado un enorme acto de dignidad de clase, de conciencia colectiva, caracterizando la crisis y exigiendo responsabilidades políticas, económicas y, ¡por qué no!, penales a sus verdaderos culpables. Frente a los que pretenden narcotizar a la sociedad ante todo lo sucedido, frente a los que nos infiltran mensajes para ahondar un espíritu de resignación ante una crisis que sitúan como si fuera una «plaga» o un meteorito caído del cielo, el sindicalismo abertzale ha traído un aire fresco al pulso económico y de clase. Hemos dado un golpe en la mesa diciendo ¡aquí estamos! Basta ya de hipocresías y de parches.

Como anteriormente ha sucedido en Bélgica, Italia, Grecia o en el Estado francés los trabajadores y trabajadoras de Euskal Herria hemos rechazado los discursos hipócritas que se realizan para ocultar las causas estructurales de esta crisis, avalar medidas antiobreras y recortes sociales y darles «carta blanca» a los políticos para que sigan con una «refundación» del capitalismo a costa del sacrificio de los de siempre.

Ha sido una huelga difícil pero muy fértil. Difícil por todo el bloque de «contras» y de «pelotas» que han hecho la ola a las posiciones patronales y derecha política. Pero muy fértil porque hemos dado una sacudida al «pensamiento oficial», hemos armado ideológicamente a los trabajadores/as para seguir enfrentándonos a EREs y demás medidas, eufemísticamente denominadas anti-crisis, hemos desnudado a un sindicalismo estatal que ha perdido cualquier atisbo de dignidad y sentido de clase con una deriva que les convierte en bombero de patronal y gobiernos y, así mismo, hemos hecho brotar una masa crítica que desde nuestra nación vasca demanda cambios políticos, económicos y sociales que permitan construir una sociedad justa y solidaria.

Con todo ello, el 21 de Mayo ha sido una enorme huelga política y de clase en Euskal Herria. Hemos consolidado el sujeto nacional vasco como marco de cambio político y social. Hemos puesto al sindicalismo abertzale y una gran masa crítica trabajadora como vanguardia en la lucha por nuestros derechos y dignidad como clase. Hemos reflejado con esta convocatoria que los anhelos de cambio, en términos políticos y sociales, necesitan de una dialéctica de convergencia y movilización que tiene que extenderse a otras esferas políticas y sociales. Hemos identificado, pues, al sector sindical, político y social llamado a ser un motor del cambio político y social en Euskal Herria.

Por tanto, ante el agorero discurso de que con la «huelga no se consigue nada» o las lecturas de «fracaso de estrategia» que algunos están aventando, decir que hemos dado un gran paso adelante siendo necesario dar continuidad y gestión al capital de compromiso y fuerza que se ha extendido en empresas y calles de Euskal Herria. Con este 21-M esta primavera ha servido para sembrar esperanza en el bloqueado panorama social y político de Euskal Herria y debemos trabajar para que el otoño consolide el protagonismo de un espacio soberanista y de clase comprometido con Euskal Herria y su clase trabajadora. Y mientras tanto, el 7-J hay que llevar a Alfonso Sastre a Europa.

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