GARA > Idatzia > Iritzia > Editoriala

Un día importante para mostrar la foto real del país y para empezar a cambiarla

Las elecciones al Parlamento Europeo aparecen como unos comicios menores en nuestro entorno geográfico, pero para Euskal Herria hoy es un día importante. Y es que si el electorado responde a la llamada de las urnas, pasadas las 22.00, cuando se conozcan los resultados, se revelará la fotografía real del país con mucha más claridad que en todas las diferentes votaciones realizadas en los últimos cinco años.

Dos motivos confluyen para hacer que estos comicios sean especialmente importantes para este país. El primero es que sólo en esos comicios al Parlamento Europeo, sólo una vez cada lustro, el escrutinio permite conocer la imagen política real e integral de Euskal Herria, un país troceado artificialmente en estados, comunidades autónomas o cantones, de modo que la sucesión interminable de comicios siempre ofrece una imagen parcial y distorsionada. Hoy se podrá saber, por ejemplo, cuál es la sensibilidad política mayoritaria en este país, cuál es el peso real de los abertzales en su conjunto o cuál es la fuerza a la que corresponde liderar de modo natural eso que se ha dado en llamar polo soberanista.

Pero el plus de interés y de realismo lo otorga otro factor: la participación con voto legal de la izquierda abertzale en los siete herrialdes, bajo la fórmula Euskal Herriaren Alde (EHA) en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa o escogiendo la papeleta solidaria de Iniciativa Internacionalista (II-SP) en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. Supone una noticia de alcance teniendo en cuenta que desde 1999 -en las europeas de 2004 fue vetada en el sur- la izquierda abertzale no ha podido medirse en todo el conjunto del país en igualdad de condiciones con el resto. De hecho, analistas de muy diferen- tes sectores han apuntado que el resultado que obtenga será lo más interesante de esta noche. Y si logra un respaldo contundente, no sólo la estrategia de la ilegalización que ha marcado este ciclo post-Lizarra quedaría tocada, sino que la izquierda abertzale se reforzaría para tomar la iniciativa en el capítulo aún pendiente de la solución al conflicto.

Acudir o no a las urnas hoy en Euskal Herria está muy lejos, por tanto, de ser una preocupación menor.

Europa también se autoexamina

La Unión Europea también se da un baño de realismo en estas elecciones. Y la imagen que salga puede ser demoledora frente a un entramado institucional cada vez más autista, cada vez más ajeno a la ciudadanía y sus preocupaciones, y cada vez más alejado de sus objetivos iniciales.

En vísperas de estas nuevas elecciones, Europa parece haberse conjurado para mostrar al mundo todas sus miserias. A la ya tradicional incapacidad para convertirse en un agente político influyente y eficaz en el contexto mundial se le ha suma ahora la injusticia con que los gobiernos están gestionado la crisis económica global, con planes de rescate sólo para el modelo (el capitalismo) y no para la ciudadanía de base. Una Europa en la que no dejan de crecer formaciones xenófobas -Holanda es el último ejemplo-, como lógica consecuencia de políticas oficiales de blindajes de fronteras que ni siquiera se compadecen de la muerte de ocho bebés, como esta semana en Tarifa. Una Europa en la que la izquierda -con excepciones tan honrosas como escasas- aparece atónita e inmóvil mientras los focos de la noticia los acaparan la corrupción en la Londres de Brown, la fascistización progresiva en el París de Sarkozy o el esperpento en que ha caído la Roma de Berlusconi.

La ciudadanía europea tiene opción de expresar su hartazgo en las urnas. Pero parece seguro que lo hará a través de la abstención, que quizás sólo sirva para mantener la inercia durante cinco años más.

Y otras fotos incómodas

Hablando de fotos incómodas, la semana en Euskal Herria ha estado marcada por las irrupciones violentas de la Ertzaintza en recintos de txosnas o herriko tabernas para retirar retratos de presos políticos vascos. Antes que nada habría que remarcar que el objetivo de esta cruzada imposible -emprendida en exclusiva por el Gobierno de Patxi López- es básicamente mediático: escenificar ante la opinión pública española que el «cambio» en Ajuria Enea significa sacudirle más duro a la izquierda abertzale. Sin embargo, esto no quita un ápice de gravedad a la ofensiva. Y más aún cuando se observan las fotos de ciudadanos heridos por porrazos y pelotazos, cuyo sufrimiento desprecian olímpicamente partidos políticos, instituciones y medios de difusión.

Este salto cualitativo supone un despropósito en toda regla. Se institucionaliza así el modo de actuar de quien, hace tan solo unos meses, entró en la herriko taberna de Lazkao y arremetió a martillazos contra todo lo que encontró a su paso. Si entonces los medios de comunicación y varios políticos presentaron a aquel sujeto como un héroe local, ahora Rodolfo Ares hace de ese proceder doctrina. Actuar con semejante saña contra una simple imagen pone de manifiesto una enorme debilidad. Evidencia que la realidad de la existencia de casi 750 presos políticos vascos se ha convertido en una interpelación constante al Gobierno del PSOE, que sabe bien que tiene ese desagradable récord a nivel europeo. Y no quiere que se vea. Sin embargo, sólo logran el efecto contrario: hacen aún más nítida la foto real del país.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo