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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

La magia sanadora del jazz

Es importante que desde el vientre materno, desde que somos bebés, niños, escuchemos buena música, que en los colegios, en los centros deportivos, en las clínicas y los hospitales cuidemos de poner música clásica y de jazz

Hago un paréntesis entre tantas malas noticias que nos bombardean dejándonos a todos un mal sabor de boca. Hoy quiero hablar de algo bello: la música, cuento los días y las horas que faltan para la Jornada de Blues en Hondarribia donde podemos deleitarnos con muy buena música, pero como soy inculta musicalmente, no puedo precisar ni qué escucharemos, ni a quién aplaudiremos. Lo mismo pasa con todos los días de jazz que ya están en marcha y los que próximamente nos deleitarán en estos días de sol y calor veraniego en los diferentes rincones de Euskal Herria. No sería correcto ni prudente hablar de algo que no sé, pero sí me atrevo a hablar de lo que sí sé.

La magia del jazz es infinita, es una música que canta, llora, ríe y sobre todo tiene un poder sanador enorme, algo que toda persona que gusta y sabe disfrutar de esta música lo ha experimentado en diferentes momentos, con diferentes estilos e intensidades.

Esta magia de la que hablo tiene mucho que ver con la genialidad de los músicos y las voces que le acompañan, la maestría con que dan vida a sus instrumentos, la lealtad en interpretar la inspiración de quien soñó, apuntó y sumó notas musicales creando melodías encantadoras en el amplio sentido de la palabra: música para «encantar», esto mismo pasa con la música clásica, de relajación, de la nueva era, música autóctona de cualquier país, oriental, de la India, de chamanes de América, de Mikel Laboa, o cualquiera que cante en euskera o en cualquier lengua autóctona, música con txalaparta, con tambores, música que muchas veces seleccionamos para trabajos terapéuticos tanto a nivel individual como grupal por su gran poder sanador.

En las escuelas se enseña a pensar, memorizar y utilizar de diferentes formas el intelecto, pero se descuida algo tan importante como es enseñar a mover el cuerpo, o a escuchar buena música o trabajar emociones y sentimientos. Las personas deben aprender a mover el cuerpo de la cintura hacia abajo, para poder desbloquear emociones reprimidas que pueden somatizarse en dolores crónicos o problemas de articulaciones, por eso la danza, el teatro y el deporte, cantar (ya que nos enseña a respirar correctamente), recibir un buen masaje, o una activa relación sexual, nadar, bailar, brincar, saltar o reír nos puede ayudar a trabajar nuestras emociones.

A falta de lo anterior, el sólo hecho de escuchar música de jazz nos ayuda también a conectar con emociones reprimidas, desbloquear energéticamente tensiones, emociones dañinas como puede ser la rabia, la frustración, la impotencia, la tristeza, el dolor y el sufrimiento, sanar y transformar estas emociones en un estado de ánimo más ligero, reconfortante, consiguiendo disminuir y eliminar agotamientos físicos y mentales. Es importante que desde el vientre materno, desde que somos bebés, niños, escuchemos buena música, que en los colegios, en los centros deportivos, en las clínicas y los hospitales cuidemos de poner música clásica y de jazz.

Por eso recomiendo y deseo que podamos disfrutar y dejarnos sentir la magia del jazz.

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