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Imanol Intziarte I Periodista

La mala suerte de cuatro locos

Topo con una efeméride. Agosto de 1893. Tiempos revueltos por los intentos de cercenar el régimen foral. Gamazada y Sanrocada. Sagasta, a la sazón jefe del Gobierno español, se hospeda en el donostiarra Hotel de Londres. En el Boulevard toca la banda. Parte del público pide que se interprete el simbólico «Gernikako arbola». Los músicos se niegan. Revuelta. Pedradas contra el edificio en el que se aloja Sagasta. Interviene la Guardia Civil, disparos, 3 ó 4 muertos, según qué fuente se consulte.

Un tal José Fernández Bremón, cronista de «La Ilustración española y americana», lo cuenta de esta manera: «La fuerza pública logró, por fin, dominar aquel motín, haciendo algunos disparos, que causaron la muerte de un hombre y heridas graves y leves a varios individuos, a consecuencia de las cuales ha fallecido alguno. (...) Es muy verosímil la versión de que fueran los alborotadores forasteros (...) El veraneo reúne en San Sebastián todos los años a la gente política y a todos los elementos díscolos, y no es extraño que haya allí materia apta para producir algún disturbio (...) Y no entraremos en el detalle de si estuvo bien o mal dirigida la represión con que se dio término al motín (...) En resumen: una agresión irrespetuosa e inoportuna al Sr. Sagasta cuando descansaba lleno de confianza, mala suerte en los disparos que se hicieron para restablecer el orden, y un grave perjuicio a la ciudad por la desbandada natural de muchas gentes que habían acudido a divertirse (...)».

¿Por qué no recuerdo haber leído esto en mis libros de estudiante, y en cambio conozco el motín de Esquilache, la desamortización de Mendizabal o la Constitución de Cádiz? ¿Quiénes eran los muertos por «mala suerte», dónde están las placas o los monolitos en su recuerdo? Sagasta debió comentar luego que «cuatro locos no merecen la atención política de nuestro Gobierno». Hoy les habría llamado lo que todos sabemos, se habría fumado un puro y la prensa le seguiría haciendo los coros. Cambian gobernantes y uniformes, pero la táctica se mantiene. O agachas la cabeza o...

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