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Helen Groome Geógrafa

A ciencia ¿cierta?

Cuando alguna persona científica se alza públicamente contra determinado dogma científico que casualmente es de gran interés para algunas actividades económicas, también se observa una tendencia a su linchamiento y difamación

Cada vez más personas se desesperan con la ciencia, ya que en un creciente número de cuestiones no se ven más que contradicciones: diferentes equipos científicos que analizan una misma cuestión sacan conclusiones diametralmente opuestas. Así que hay aquellos equipos científicos que indican que las incineradoras de basuras no generan problemas de contaminación o para la salud, mientras que otros equipos indican que sí; equipos que concluyen que las líneas eléctricas de alta tensión no son problemáticas, otros que sí; unos que discuten los niveles de pesticidas permitidos en las aguas, otros que indican que están bien. ¿Cuál de las ciencias es la cierta?

Se observan ciertas tendencias en cuanto a la ciencia: inicialmente las instituciones tienden a oír más a los equipos científicos que dan el visto bueno a tecnologías o productos y desoyen a aquellos que los rechazan, que solicitan más estudios o que piden precaución.

También con el paso del tiempo se observa que muchas veces la aprobación científica de diferentes productos favorece de manera pertinaz a determinados intereses económicos, no coincidiendo éstos ni necesaria ni precisamente con los intereses de las personas de a pie.

Y cuando alguna persona científica se alza públicamente contra determinado dogma científico que casualmente es de gran interés para algunas actividades económicas, también se observa una tendencia a su linchamiento y difamación (dado que la excomunión ya no asusta). El caso más reciente es el de la médica y ex ministra de Finlandia Rauni Kilde, que ha denunciado el montaje económico alrededor de la gestión de la gripe A en You-Tube y lo que a su entender es un mecanismo planificado de forzar una merma drástica de la población mundial. En seguida ha llegado la revancha. En el mismo espacio de You-Tube ya vienen una serie de comentarios que indican que dicha mujer está pirada, hace 30 años que dejó de ejercer la medicina debido a un accidente y, además, ve ovnis.

Así que, una vez más, el público se enfrenta a una penosa situación: ¿a quién va a creer? ¿A la doctora ex ministra o a los y las cibernautas que ejercen su derecho democrático a opinar? Nuestras opciones son anular por completo la información en nuestras mentes o acometer la laboriosa tarea de intentar averiguar una u otra versión. ¿Tiene importancia el accidente de tráfico para la credibilidad de la ex ministra? ¿Está realmente pirada? ¿O hay algún interés económico detrás de los comentarios de algunas cibernautas?

Así que una de las tendencias más penosas que se observa es el creciente gasto de recursos económicos y humanos de organizaciones sociales que procuran realizar ellas mismas un seguimiento de la ciencia: una criba científica; averiguar quién es quién en las diferentes campañas de difamación de personas científicas críticas, y exponer públicamente casos de connivencia entre ciencia, gobernación y empresas para la aprobación o renovación de determinadas tecnologías y sustancias.

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