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Txanba Payés Cantautor y poeta salvadoreño residente en Euskal Herria

Qué celebran el 12 de Octubre

Hoy son compañías petroleras, bancos y telecomunicaciones. Ayer fueron la Pinta, la Niña y la Santa María. Hoy llegan en aviones, internet y mentiras que apoyan silentemente golpes de estado. Ayer fueron barcos y religión

Cuando llega esa fecha, aparece en mi memoria lo que muchos y muchas indígenas del continente padecieron y sufrieron durante siglos con la llegada de los invasores. No dejo de pensar en los millones de víctimas inocentes: niños, mujeres, ancianos, hombres que dieron su vida por defender su territorio, su lengua, su cultura, en definitiva por defender su identidad, que como pueblos mayas, incas, aztecas y un sinfín de identidades humanas se hallaban en esas tierras del «nuevo continente» y el invasor hizo todo lo posible por desterrar. Sabían que un pueblo sin cultura y sin identidad, es mucho más «sumiso». Los que llegaron impusieron a base de torturas, mentiras, espadas, cañones... una lengua, una religión, una forma de vida y cultura diferentes a las que había en aquellas ciudades y pueblos.

Algunos historiadores arguyen que antes de la llegada de los invasores en esas tierras ya ocurrían masacres y asesinatos... incluso llegan a decir que algunos pueblos dieron las gracias al invasor por haberlos liberado. Argumentan que lo mismo hacían los imperios azteca, maya e inca. Sin embargo, y a estas alturas, no podemos olvidar que la historia que conocemos, la que leemos en los escritos que dejaron, cómo no, los escribas de los invasores, es el punto de vista del vencedor. No conocemos, por tanto, casi nada de cómo vivían y se relacionaban esas culturas antes de la llegada de los invasores. Quienes escribieron la historia estaban al servicio de quienes ordenaban y orquestaban los saqueos y asesinatos, ellos tenían una ideología y una teología, y su teología y su ideología permitían -¿permiten?- y justificaban -¿justifican?- el exterminio.

El indio no tenía alma desde el punto de vista de la teología de entonces. Eran y vivían como animales; por tanto, contra ellos valía todo. Es más, otro de los argumentos que encontramos en esos escritos es que Dios había puesto las riquezas en aquél continente para que, precisamente, los invasores llegaran a por ellas, porque su dios así lo había querido desde el principio de los tiempos.

No fue, pues, un encuentro, ni un descubrimiento. La imposición de una lengua a quienes sobrevivían a tan horrendos crímenes se convirtió en el método eficaz para hacer prevalecer la voz y la religión del imperio. También, por si alguien tiene dudas de ello, los invasores fueron los primeros en utilizar en aquel exterminio las enfermedades. Manera sutil de asesinar. Hoy lo conocemos con el nombre de guerra bacteriológica, guerra química o como armas de destrucción masiva.

Los españoles llevaron a aquel continente ciertas enfermedades, y al principio los invasores no eran conscientes de que los que allí vivían, ante esas nuevas enfermedades como la gripe, varicela, sarampión, etc. los «indios» no tenían defensas. Al darse cuenta de ello, sin embargo, los invasores, empezaron a utilizarlas como arma más barata para exterminar a los pueblos.

Hoy no se celebra el encuentro de culturas, como muchos creen. Es más, para que podamos entender y ver la pomposidad imperial, ellos celebran este día que han dado en llamarle Día de las Fuerzas Armadas. De ello podemos concluir que lo que subyace en este día es regodearse en cómo exterminaron a millones de indígenas de Abya yala (América latina). Eso es lo que trajo consigo esa fecha del 12 de octubre.

Sólo así entendemos por qué hoy celebran el Día de las Fuerzas Armadas y no el «encuentro de culturas». Sólo así podemos entender cómo y porqué es el día no de la «hispanidad», sino el día de las armas. Hoy son tanques, aviones, metrallas, «soldados profesionales» los que desfilan... ayer fueron la espada, cañones, caballos y religión y ladrones y delincuentes a quienes obligaban a embarcarse los que desfilaban por encima de cuerpos sin vida de niños, mujeres, ancianos.

Hoy son compañías petroleras, bancos y telecomunicaciones. Ayer fueron la Pinta, la Niña y la Santa María. Hoy llegan en aviones, internet y mentiras que apoyan silentemente golpes de estado. Ayer fueron barcos, religión y sacerdotes que argumentaban que su dios les bendecía con toda clase de parabienes con tal de quitarle a los indios sus tierras y sus riquezas. Mientras escribo suena la canción del cantautor mexicano Gabino Palomares «La maldición de Malinche». «Hoy les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestras riquezas (...) Hoy nos siguen llegando rubios y les abrimos las puertas y los llamamos amigo, pero si llega cansado un indio de andar la sierra lo humillamos y lo vemos como extraño. Hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo».

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