La Wallace Collection de Londres, un pequeño museo estatal que aloja verdaderas obras maestras de la pintura europea clásica -coleccionadas en los siglos XVIII y XIX por la familia Wallace-, se ha atrevido con lo más contemporáneo al programar, por primera vez en su país, las pinturas de Damien Hirst, uno de los artistas ingleses más controvertidos. Conocido por sus provocadoras instalaciones de arte conceptual, Hirst presenta una sorprendente serie pictórica, titulada «No love lost, Blue Paintings», compuesta por 25 óleos pintados entre 2006 y 2008 con los que el artista, considerado el más influyente de su generación en el Reino Unido, vuelve a coger los pinceles en el sentido más tradicional. Su apuesta por la pintura, seguida con gran expectación, tiene el potencial de cambiar el rumbo del arte británico moderno, en el que durante años ha predominado la huida de los medios clásicos.

La relación del artista de 44 años con su imagen pública -el año pasado escandalizó al mundo del arte, y tambien amasó una importante fortuna, al subastar directamente su obra, sin intermediarios- es de amor y odio. Hirst, que sufragó una reforma de las salas del museo londidense para que la entrada a su muestra fuera gratis, es el segundo pintor vivo que exhibe en ese edificio, después de Lucian Freud, quien lo hizo en 2004.