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Fede de los Ríos

El Estado garante de la salud infantil

Que los héroes de nuestros vástagos hayan pasado de ser Héctor o el Capitán Trueno a Cristiano Ronaldo, el ganador o ganadora de Operación Triunfo, o el más gilipollas de todos los peinaovejas que habitan en la casa del Gran Hermano, acaso nos parece hasta normal

En Galiza las autoridades le han quitado la custodia de un niño de nueve años a sus padres. El motivo es la obesidad del niño. Lo ingresaran en un centro de menores, a todas luces mucho más apropiado para el desarrollo físico y emocional del infante. Al mismo tiempo resultan perfectamente legales operaciones de cirugía estética en cuerpos de niñas con el objetivo de alcanzar el canon al uso que inunda las pantallas televisivas. Los padres que autorizan y financian las mismas no son molestados por autoridad alguna.

Apuntar a los niños en un sinfín de extraescolares goza del beneplácito social. Matricularles en centros de adoctrinamiento donde se les enseña a despreciar el goce que pueden proporcionarles sus cuerpos, amenazándolos con castigos ininterrumpidos en una hipotética futura existencia extraterrena por los siglos de los siglos, no parece escandalizar en lo más mínimo a nuestras siempre vigilantes autoridades.

Permitir la emisión de series televisivas dirigidas a la adolescencia donde se marcan la diferenciación de roles en función del sexo no preocupa a quienes nos controlan y dirigen. Que no haya día que no aparezca en la prensa una agresión a una mujer no parece escandalizar hasta tal punto de profundizar en las causas. Únicamente son tratados como sucesos indeseables. Una concentración en una plaza pública contra el machismo incorpóreo y ya está.

Que los héroes de nuestros vástagos hayan pasado de ser Héctor, Aquiles o el Capitán Trueno a Cristiano Ronaldo, el ganador o ganadora de Operación Triunfo, o el más gilipollas de todos los peinaovejas que habitan en la casa del Gran Hermano, acaso nos parece hasta normal.

Que la conversación más frecuente durante toda la semana, desde el lunes hasta el domingo, entre los escolares sea el puto fútbol, aderezado, de tanto en tanto, con un poquito de Fórmula 1 no parece alarmar a sus educadores.

Que Paris Hilton sea el nombre más introducido en Google, el buscador de internet, por los impúberes y que, una vez introducido, aparezcan cuarenta y seis millones de páginas web ¿no nos da qué pensar? ¿No nos horroriza que la pija rubia, un parásito social como pocos cuyas virtudes se reducen a salir en los medios llamados de información y en chuparle la polla al novio famoso de turno y colgarlo en internet, sea un ídolo, un modelo de conducta, que guíe a nuestras jóvenes?

¿Y de las anoréxicas? ¿Acaso las autoridades desconocen la influencia de los anuncios publicitarios dirigidos a la población femenina acerca de cómo debe ser un cuerpo de una mujer triunfadora? ¿Saben que la mayoría de anoréxicas viven en hogares donde sus madres sufrieron una miríada de regímenes de adelgazamiento anunciados en infames revistas de curso legal? ¿Les quitaran igualmente la tutela de sus hijas? ¿Es Letizia Ortíz, con su delgadez, una buena influencia para las infantitas?

Los padres a quienes el Estado ha quitado la custodia del niño gordo son, casualmente, gitanos y pobres.

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