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CRÍTICA cine

«Amelia» Bajos vuelos

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Koldo LANDALUZE

Un par de días antes de visionar este filme, compartí varias reflexiones muy interesantes con una prestigiosa ilustradora vasca acerca de los peligros que conlleva una lectura del feminismo estereotipada, interesada e institucionalmente correcta. Aquella conversación cobró forma en la gran pantalla con esta película artificiosa y engañosamente progresista en la cual la figura de Amelia Earhart se convierte en una marioneta sin alma.

“Amelia” es una crónica vital tergiversada merecedora de un tratamiento mucho más valiente que el que nos aporta una Mira Nair completamente domesticada en los territorios interesados de Hollywood. La autora de obras tan interesantes como “La boda del mozón” se muestra como una cineasta supeditada a los intereses comerciales de una producción grandilocuente que machaca por completo las entrañas de un personaje mucho más rico que el que se nos muestra en la pantalla. 

Concebida como una historia sobre superaciones personales, la crónica vital de la protagonista se transforma en un escaparate de ilusiones y empeños aéreos políticamente correctos en los cuales apenas se reconocen las verdaderas cuestiones que llevaron a Amelia a ser como quiso ser. Sinceramente, no reconozco a la Amelia que, con gran empeño, encarna una Hilary Swank comple- tamente desbordada por un papel fijado sin rumbo fijo y a la que se le obliga a alterna pensamientos de un gran calado intelectual y diálogos estereotipados que difuminan la esencia cotidiana de una mujer obligada a pelear contra un sistema rancio y machista. Contra todo pronóstico, quien se lleva los mejores réditos interpretativos es un Richard Gere que, en esta su madurez artística, ha sabido lidiar con un rol «ingrato» y consigue una caracterización mucho más humanamente creíble que la de su compañera de reparto. Entre mucha pompa y circunstancia, al espectador sólo le queda el regusto de dejarse llevar por las vivencias de aquella otra Amelia Earhart plasmó en  las cartas que dirigió al editorialista neoyorquino George Putnam.

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