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Una rivalidad entre Donostia e Irun que desapareció con el profesionalismo en los años treinta

El primer enfrentamiento liguero en 45 años entre Real Sociedad y Real Unión devuelve al recuerdo la rivalidad que Donostia e Irun mantuvieron hasta que el profesionalismo impidió a los irundarras mantener el nivel que les dio cuatro títulos de Copa.

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Joseba ITURRIA

El fútbol llegó antes a Irun, donde se fundó el Irun Football Club en 1902, que a Donostia, donde se creó el Recreation Club en 1903, y parece que ese adelanto supuso una ventaja para la localidad irundarra. Hasta los años treinta dominó a la capital en una rivalidad repleta de enfrentamientos, de incidentes y reconciliaciones, dentro de un romanticismo que acabó con el profesionalismo y la desaparición de la élite de Real Unión. Hasta cuando las fuerzas irundarras se dividieron con la escisión de 1908 entre el Sporting y el Racing, los dos eran capaces de competir con la Real y el resto de clubes e incluso superarles, hasta el punto de que el segundo, el teórico más débil, ganó la Copa en 1913 tras derrotar en la final al Real Madrid.

Ese triunfo fue celebrado por los seguidores del Sporting y así se acabó con la división de la ciudad, que entendió que la unión hace la fuerza y, por eso, en mayo de 1915, se volvieron a fusionar con el nombre de Unión Club, que adquirió el nombre de Real porque el monarca Alfonso XIII fue uno de los impulsores de ese reencuentro. El primer partido lo disputó el 29 de junio de 1915 en Amute contra la Real, y el 5-1 con el que ganó demuestra su mayor calidad.

Superioridad irundarra e incidentes

Fueron unos años de gran rivalidad, con momentos de tensión que datan desde 1906, cuando en un partido el árbitro tuvo que llamar la atención al público donostiarra por los insultos que recibían los visitantes. El árbitro amenazó con suspender el partido, los irundarras se fueron del campo y sólo volvieron ante los ruegos del árbitro y del presidente del club donostiarra, que recriminó a los socios de su entidad que protagonizaron el incidente. El partido acabó con un 3-0 y con una polémica social de tal calado que en los diarios de entonces se publicó un escrito de la Junta Directiva del Sporting Club en la que se repudiaba lo sucedido.

También hubo una polémica en 1914, cuando los dos equipos de Irun eliminaron a la Real de la competición oficial y el club donostiarra organizó unos partidos que llevaron a los irundarras a denunciarle ante la Federación Española, que prohibió la asistencia de público a los amistosos que coincidieran con los oficiales. La Real no aceptó este acuerdo y anunció públicamente su disposición a abandonar la Federación Norte y de reclamar por vía judicial una indemnización por los ingresos de los que se veía privado por esa decisión de federativa.

Hubo otro incidente en 1917 entre dos de los baluartes de ambos equipos, el unionista Angoso y el realista Arrate, en un año en el que los irundarras ganaron cuatro y empataron dos de los seis duelos con los donostiarras. Pero la rivalidad entre guipuzcoanos empezó a ser sustituida por la que enfrentaba a Real y Athletic, que tuvo su punto culminante ese mismo año en una batalla campal entre jugadores de ambos equipos y el público que necesitó de la intervención policial para que los rojiblancos llegaran a la casa del conserje de Atotxa, en la que se cambiaban los futbolistas. Tuvieron que esperar dos horas para volver a Bilbo y lo sucedido dividió la Federación Norte y propició la creación de la Guipuzcoana y la Vizcaina, que organizaban competiciones por separado para evitar esos incidentes.

Así, la rivalidad entre Irun y Donostia retomó auge, con un claro dominio de los primeros. Desde 1918 hasta 1931 ganaron nueve campeonatos de Gipuzkoa por sólo cinco los realistas y uno de ellos fue en 1919 porque, con el título ya asegurado, el Real Unión se retiró de un partido en Irun contra la Real como medida de protesta por un arbitraje contrario. Fue descalificado y se quedó sin opción de revalidar su triunfo en la Copa. Fueron los mejores años del club irundarra, que consiguió tres títulos coperos en 1918, 1924 y 1927, curiosamente en uno de los pocos años en los que la Real le había ganado el campeonato provincial. Se favoreció de que esa campaña pudieron disputar la Copa por vez primera el campeón y el subcampeón. En 1928 pasó lo contrario, la Real fue subcampeona guipuzcoana y sólo los arbitrajes y el cansancio le impidieron ganar la Copa en la triple final contra el Barcelona. Los éxitos guipuzcoanos incitaron a los más poderosos a romper con el carácter amateur que había caracterizado al fútbol y el profesionalismo acabó con la hegemonía unionista, que vio cómo le fichaban a sus mejores jugadores y su nivel competitivo decreció también por los refuerzos de los demás.

Sus títulos de Copa le dieron derecho a estar entre los diez equipos que disputaron en 1929 la primera edición de Liga -hasta entonces sólo se disputaba la Copa-, y permaneció en Primera cuatro temporadas. En 1932 bajó y, aunque aguantó en Segunda hasta 1942, a partir de ahí militó en categorías inferiores salvo las campañas 58-59 y 64-65, últimas en las que jugó en la división de plata hasta el ascenso de este año.

 
Quinta confrontación entre Real y Real Unión en segunda

La actual es la quinta temporada en la que se enfrentan en Segunda los dos equipos guipuzcoanos. La primera fue en el año más difícil de la historia de la Real, la temporada 1935-36, la última antes de la guerra, en la que el Unión Club se impuso al Donostia -sus nombres en la República- en cuatro de los seis duelos oficiales, aunque en Liga hubo tablas: 3-0 en Gal para los irundarras, 2-1 en Atotxa para los capitalinos. En la reanudación de la Liga (1939-40), empataron en Atotxa a uno y la Real ganó 2-5 en Gal. En la 40-41 la Real ganó los dos partidos por 1-6 y 6-2 y ascendió a Primera . En la última campaña (64-65) ganaron los realistas en Gal (1-3) y los irundarras en Atotxa, también por 1-3. Ese choque fue el 7 de marzo de 1965, con goles de Erro (2) y Arrastia para los visitantes y de Mendiluze de penalti para los locales. El Real Unión descendió. Joseba ITURRIA

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