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Sierras de Kostalera-Kodes de Zuņiga al Santuario de Kodes

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Juan Mari FELIU I

El abrupto conjunto montañoso de Kostalera-Kodes nos aproximará definitivamente sobre la amplia cuenca del Ebro, cubierta de tierras fértiles por el característico monocultivo mediterráneo. Próximos a las tres Riojas, los viñedos irán acaparando el paisaje conforme nos aproximemos a la espectacular muralla calcárea de la sierra de Toloño.

Sin llegar a Zuñiga, a escasos metros de la muga de Araba tendremos el lugar de inicio de esta nueva etapa. Zuñiga es una población que pasó a ser villa fronteriza y fortificada en el s. XIII al separarse Araba del Reino de Navarra. Fue tierra de conflictos no solo antes de la pérdida de la independencia de Navarra que dio nombre a la frontera de malhechores, sino de otros posteriores, especial especialmente en el siglo XIX durante las guerras carlistas. En las peñas de Malpico quedan los restos del castillo que fue refugio de Juan Lobo y su banda de forajidos que en 1523 terminó su sangriento historial bajo los arcabuces de los cofrades de Kodes.

El itinerario lo iniciaremos desde el aparcamiento situado frente el pequeño humilladero de Arkijas con una bella imagen hispano-flamenca, situado en la carretera poco antes de llegar a Zuñiga. Desde aquí una amplia pista nos llevará al interior de un barranco cubierto de bosque que abandonaremos en el primer desvío a la izquierda hasta alcanzar en una loma el caserón-ermita de Arkijas (s. XIII). De regreso tras nuestros pasos unos metros atrás, el itinerario toma una pista de tierra situada a la izquierda. Entre bosque autóctono y pinares de repoblación la pista nos permitirá ganar altura cómodamente en componente sur por el amplio lomo de la montaña de Valderrota.

Tras pasar por un portillo, daremos vista a la cresta cimera de Kostalera. Se deja al paso un cruce de cuatro pistas hasta situarnos en otro cruce de cinco ramales. Aquí deberemos girar a la izquierda por otra pista herbosa que nos llevará entre un túnel forestal a otra pista proveniente de Azedo. Por una fuerte pendiente y junto una alambrada nos situará en el exterior del bosque, donde daremos vista a la sierra de Lokiz.

Sobrepasado otro portillo, el itinerario abandona la pista por una senda (mojón de piedras) para subir una fuerte pendiente junto la alambrada hasta dar con la herbosa loma del cordal conocida por los rasos de San Martín. Sin dejar la alambrada, tras pasar un paso de persona estaremos en la cota 1.163 m., donde se entra en contacto con el hayedo. Tras un corto paseo por el fino lomo del cordal y cruzar un nuevo paso de persona, iniciaremos el flanqueo de la Peña Gallet por su aérea cara norteña.

Tras dejar a la espalda la profunda entalladura que separa los dos peñascos cimeros la senda nos llevará tras un nervioso culebreo por el roquedo a la cumbre de Kostalera, 1.234 m. Al paso dejaremos un graffiti sugerente: «¡Qué bella es la montaña, respirar aire puro y disfrutar de los paisajes!» Ayudados por unas señales rojas y de un cable para la trepada final, estaremos en esta aérea cima coronada por un buzón de la E.M. Iradier de 1959. El itinerario continúa por el roquedo por la Peña de la Tortura al cercano collado de Nazar (1.156 m.), paso de la pista que une Nazar con Kampezu.

Aquí encontraremos en un penacho de hayedo un poste del sendero GR 1 con los indicadores a Kodes y Kostalera. El itinerario nos situará pronto sobre el filo de un alargado cordal herboso jalonado por las señales del GR 1. Con la vista puesta en las cercanas cumbres de Laplana y Ioar y el erizado perfil de la sierra de Toloño al fondo, alcanzaremos el alto de San Cristóbal (ruinas s. XIII-XVII), donde veremos en la cara norteña Kampezu a nuestros pies.

Seguir junto la alambrada para desembocar en los rasos de La Llana, alfombrado de brezos y pastos hasta alcanzar el collado de La Nava, donde se encuentran los desvíos de acceso a las cumbres de Ioar 1.414 m. y La Plana 1.337 m. Aquí el viejo camino de Kampezu al santuario de Kodes nos llevará entre peñascos por bellos rincones. Tras dejar el esbelto peñasco de los Cencerros y las inclinadas pedreras que cubren el carasol de la montaña, pasaremos de las hayas al roble, la encina y carrasca.

Sin dejar la densa techumbre del bosque mediterráneo, un amplio camino nos conducirá tras una suave y permanente bajada al santuario de Kodes.

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