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Un día de luz en la historia del músico alavés más universal y desconocido a la vez

Hay canciones que cobran vida y escapan de su compositor. Paradigmático es el ejemplo de «La Paloma», uno de los temas más versionados de la historia que, sin embargo, no siempre se asocia a su creador, Sebastián Iradier, natural de Lantziego. En el bicentenario de su nacimiento, varios actos han intentado reivindicar y recordar su imagen. La paloma volvió a llegar a una ventana, en este caso cubierta de nieve, y ayer además tuvo nombre y apellido: Sebastián Iradier.

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Itziar AMESTOY |

No resulta complicado encontrar al gasteiztarra que sepa entonar la melodía de «La Paloma». No en vano, cualquier paseante que pase por la Plaza Nueva en el momento en el que las dos agujas coinciden mirando al cielo, podrá escucharla a toque de campana. Más difícil es coincidir con quien sabe que es una composición de Sebastián Iradier, que éste nació en Lantziego, localidad de la Rioja Alavesa, y que este año se cumplen 200 inviernos desde su nacimiento.

Coincidiendo con la fecha, varias asociaciones, relacionadas con el patrimonio cultural del herrialde o con la música, han ido organizando actos y homenajes a cerca de la figura del compositor. La mayoría se concentraron en torno al 20 de enero, día en el que nació, pero otras, alargadas durante el año, llegaron hasta ayer. En este caso fue el día del homenaje organizado por la ONG Músicos Sin Fronteras el que aportó un poco de luz en la historia y en el reconocimiento de Iradier.

Uno de los momentos destacados fue cuando descubrieron la placa situada en el número 5 de Los Arquillos. En este lugar vivió el músico, y fue ahí mismo donde pasó sus últimos días. Antes ya existía una plancha que recordaba esta información, pero en 1997 Médicos Sin Fronteras añadió otra, con valor emotivo. Tal y como explica el presidente del organismo, Jesús María Alegría, Pinttu, «hace alusión a sus versos de `¡Ay! que vente conmigo, chinita, a donde vivo yo'. Por ello, hicimos eso, trajimos a su chinita aquí y la pusimos». Para renovar su recuerdo, ayer estrenaron una nueva que explica la historia. Pero el viaje de la placa no se acaba aquí. En Cuba, concretamente, en la escuela Manuel Saumell de La Habana, hay una réplica. «Saumell fue un músico, contemporáneo de Sebastián», explica Pinttu, quien recuerda que existe un disco con temas de los dos.

El homenaje siguió a lo largo de la jornada. El acto estrella, el que pretendía aportar el «tono sencillo y sentido» que caracterizaba al de Lantziego, llegó a las 19.00 en la Plaza Nueva. Todos los reunidos homenajearon al músico reviviendo su aportación más notoria, dando vida una vez más a los versos asociados a Iradier. «Si a tu ventana llega una paloma...» sonó una vez más. Para acompañarlo, y haciendo honor a que su creador nació en una de las tierras que mejores vinos ofrece, la Rioja Alavesa, se inauguró la degustación de vinos de la denominación.

Bajo el vuelo de La Paloma

El éxito de su canción más conocida, que ha sobrevivido al paso del tiempo gracias a innumerables versiones, ha ensombrecido su propio nombre. Después de que Lanciego le viera nacer en el año 1809, su carrera estuvo llena de precoces éxitos. A sus 9 años cantaba en el coro de tiples de Santa María y a los 16 ya pasó a ser organista en la iglesia gasteiztarra de San Miguel. Dos años más tarde, ocupa el mismo lugar pero en San Juan Bautista de Agurain. Animado por su ideales liberales, contrapuestos con el ambiente carlista que reinaba en la villa alavesa, decidió hacer las maletas y viajar hasta Madrid, donde su estancia fue pasando de ser temporal a ir asentándose. Después de regresar a Agurain cuando concluyó la primera guerra carlista, viajó a lo largo y ancho del mundo, con paradas como París, La Habana o Londres. En la ciudad parisina tuvo relación con personajes ilustres de la época como Rossini o Luis Viardot. A cruzar el charco le movió la gira en la que, como director y pianista, quiso presentar a la cantante Adelina Patti. Regresó, aun y todo, a Gasteiz, a la casa de Los Arquillos, en el ocaso de su vida.

Su lista de composiciones es larga, y en ella predominan las creadas para los salones de la época. Una habanera es la que, sin embargo, ha eclipsado toda su carrera. «La paloma» nació en torno a 1960, después de su visita a Cuba. Murió, probablemente, sin intuir el eco que ésta alcanzaría. Primitivo Langarica, un seguidor de Iradier, ha recopilado en las últimas décadas unas 1019 versiones. Georges Bizet la utilizó en su conocida ópera Carmen, se puede escuchar en la banda sonora de «El Padrino II» y se ha podido oir en voz de Elvis Presley, María Callas o Serrat. Su vuelo ha sido tan alto que en muchos lugares la reivindican como propia. Ha llegado a muchas ventanas, aunque pocos recuerdan que salió de Araba.

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