Osasuna consiguió dar continuidad al triunfo de la semana pasada y cierra la primera vuelta con una tranquilizadora cifra de 23 puntos. La victoria ante el Xerez no fue un camino de rosas, pero los rojillos tuvieron el acierto y la insistencia necesarios para evitar que el farolillo rojo hiciese bueno el tópico y celebrase con triunfo la llegada de su nuevo técnico.

Así que la lectura es positiva, hasta cierto punto. Porque, a riesgo de sonar a aguafiestas, sumar los tres puntos en Chapín entra dentro de lo posible. Porque, a riesgo de sonar peyorativo, los enfrentamientos con el Xerez se han convertido en una suerte de trámite para casi todos los equipos de la categoría. Los números del equipo andaluz permiten pensar que todo lo que no sea puntuar -como mínimo- equivale a plantarse en la ventanilla de turno a falta de una fotocopia. Incluso cuando, como ayer, llega un nuevo encargado, la exigencia no es excesiva. Hasta ahora, casi todo el que ha llevado sus papeles bien ordenaditos ha superado el trámite de manera más o menos airosa y, por ahora, Néstor Gorosito no ha conseguido variar la rutina. La suerte de su equipo sigue dependiendo, en buena medida, de su rival.

Esa misma sensación ofreció el encuentro de ayer. A nada que Osasuna apretó los dientes, su anfitrión sufrió; el amago de autocomplacencia que sucedió al gol de Monreal se convirtió en un balón de oxígeno para los andaluces; y en cuanto el conjunto rojillo volvió a tirar de un mínimo de ambición, el partido se resolvió de su parte.

De primeras, los dos rivales saltaron al campo con ganas, pero las de Osasuna dieron mayor sensación de peligro. Así, mientras el Xerez saldaba su airosa recta inicial con dos remates a las nubes, el once navarro necesitó menos de diez minutos para romper la igualada. Renan despejó un remate de Aranda para que Monreal, en su incorporación, volease su primer gol de la temporada.

Con buena parte del camino recorrido, Osasuna pareció relajarse. Un pecado comprensible, no tanto por la rentabilidad que, como subrayaba después José Antonio Camacho, de la que acostumbra a dotar a sus goles, sino por la escasa pegada de su rival. Con siete goles en 18 partidos -ocho en 19 desde ayer-, el Xerez no parecía el rival más amenazante para acabar con la ventaja, aunque fuera mínima, navarra. Pero jugar con fuego, aunque sea una cerilla, siempre implica sus riesgos. Y Osasuna se quemó mediado el primer tiempo, cuando Bermejo les ganó la partida a los centrales para cabecear a gol un centro de Momo.

Los de Camacho intentaron reaccionar y, de nuevo, en cuanto pisaron un mínimo el acelerador, el choque se decantó de su lado. Pero ni Aranda -con muchísima presencia-, ni Flaño, ni Camuñas, ni Monreal, que estuvo a punto de repetir la acción del primer gol, acertaron en la portería.

Busca y encuentra

La tónica fue a más tras el descanso. Osasuna intentó tomar la batuta y, con la oposición de un rival que asustó en algunos momentos a base de casta y un césped que no acompañaba, siguió buscando el tanto del triunfo. Que se hizo esperar, pero acabó llegando. Lo evitó Renan a siete minutos del final, cuando despejó con la rodilla tras una buena combinación de Camuñas y Juanfran, pero no pudo repetir cuatro después, ante idénticos protagonistas: esta vez fue el alicantino el que sirvió para que Camuñas anotase el gol que tanto tiempo llevaba buscando.

El trámite, esta vez sí, estaba superado y permite a Osasuna concentrarse en la eliminatoria de Copa con el estado anímico en el punto preciso. Aunque el Racing también ganó...