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Un nuevo paso adelante para romper el bloqueo y forzar un cambio estructural y positivo

La izquierda abertzale ha dado por concluido el proceso de debate desarrollado entre su base social, tras las reuniones y gestiones llevadas a cabo con otros agentes tanto a nivel nacional como internacional y después de refrendar las conclusiones de ese proceso en asambleas territoriales en las que han participado unos 600 militantes en representación de más de 270 pueblos. Ahora le toca exponer ante la sociedad las conclusiones definitivas del mismo, los parámetros que dan forma a su renovada iniciativa política, así como comenzar a desarrollarlo en su labor diaria y en todos los ámbitos. La resolución final del debate, que hoy reproduce íntegramente GARA, es la síntesis de una labor de meses de trabajo político, de contraste y autocrítica, de discusiones y acuerdos.

Actividades todas ellas que, objetivamente, son muestra de una gran salud democrática y política por parte de ese movimiento. No obstante, antes de entrar a valorar las conclusiones es necesario tener en consideración las condiciones en las que se ha tenido que desarrollar ese debate. A pesar de la dura situación derivada de los sucesivos procesos de ilegalización, de tener a una parte importante de sus dirigentes y cuadros políticos encarcelados o inhabilitados para mantener una actividad política pública y bajo constante amenaza, una vez superadas las operaciones policiales y políticas destinadas a abortar esta iniciativa concreta y expuesta a constantes intoxicaciones que en un momento dado han buscado explícitamente un cisma en su base social, la izquierda abertzale sale reforzada política e ideológicamente de este proceso. La unanimidad con la que en los pueblos y barrios se ha apoyado la propuesta de la dirección así lo evidencia. El nivel de debate y la profundidad con la que, según sus promotores, se han tratado todos los temas dejan claro que la apuesta es firme y sincera.

Esta iniciativa contiene una propuesta de trabajo y compromiso ilusionante para la militancia y la base social de la izquierda abertzale. Incluso, más allá de ese sector, dibuja un escenario para el trabajo en común de lo que Arnaldo Otegi denomina «el pueblo abertzale de izquierda». Supone asimismo una oferta clara y explícita para toda la ciudadanía vasca, que logra situar de nuevo los parámetros reales del conflicto, los que se derivan del análisis de la situación real y de la verdadera relación de fuerzas existente en la sociedad vasca en base a principios democráticos, no la que muestra una representación institucional cercenada. Esa imagen distorsionada no hace sino confirmar las tesis de la izquierda abertzale: el ciclo autonómico está agotado y existen condiciones para cambiar ese ciclo por uno nuevo en el que todos los proyectos políticos, incluida la independencia, sean realizables. La oferta de la izquierda abertzale a la sociedad supone, sobre todo, una alternativa a la actual situación de bloqueo y responde a un sentimiento generalizado en la ciudadanía vasca que desea un cambio verdadero, un avance político por medio del acuerdo que deje atrás esta fase del conflicto y alumbre un marco democrático.

Quienes hayan atendido con un mínimo de interés y honestidad intelectual lo expuesto por la propia izquierda abertzale durante este periodo, quienes hayan analizado el documento «Clarificando la fase política y la estrategia», leído los artículos, las entrevistas y las declaraciones de sus líderes o quienes hayan estudiado la Declaración de Altsasu no se sorprenderán por el contenido de unas conclusiones que suponen un nuevo paso adelante. «Zutik Euskal Herria» ratifica que, de cara a lograr la acumulación de fuerzas, la lucha de masas, la lucha institucional y la lucha ideológica, la modificación de la correlación de fuerzas y el apoyo internacional serán los únicos instrumentos de proceso democrático. En ese sentido, el texto afianza los pasos dados en esos trabajos previos, expone una agenda clara al plantear la necesidad de crear una formación legal que participe en una negociación entre partidos guiada por los Principios Mitchell y, en general, marca una línea reconocible que se inscribe en la tradición política, en la cultura militante de la izquierda abertzale. La izquierda abertzale adopta compromisos con la ciudadanía y da su palabra de no defraudar al pueblo vasco, a quienes considera los fundamentos de su movimiento. En definitiva, el discurso de la izquierda independentista se teje en afirmativo y en base a aportaciones, y busca generar ilusión frente a quienes buscan la desesperanza. Difícil papel el de quienes ahora tienen que defender la resignación para enfrentarse a una propuesta que tiene la esperanza y el compromiso por bandera.

Ante este escenario, a los habituales mantras del unionismo se suman quienes dicen que «ellos ya lo dijeron». Dejando de lado lo pueril del argumento y su afán de protagonismo, hay que señalar que el argumento es falso. La iniciativa de la izquierda abertzale tiene una potencialidad clara y novedosa al exponer un camino para resolver uno de los grandes dilemas a los que históricamente se ha enfrentado el denominado nacionalismo institucional: cómo diseñar y llevar a cabo una propuesta que sirva para lograr el objetivo estratégico de conseguir un Estado vasco en Europa, por medio de la lucha democrática. Eso es, ni más ni menos, el proceso democrático.

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