Todavía no pueden conducir, pero ya son el objeto de la pasión de las hinchadas de Athletic y Anderlecht. Y del interés de aficionados y expertos del continente, que siguen con lupa los precoces pasos de Iker Muniain y Romelu Lukaku.

Tanto, que algún medio llega a titular la previa del encuentro de San Mamés como «The battle of the teenagers» (La batalla de los adolescentes). Y qué decir de las etiquetas, de muchos kilates, que les empiezan a colocar: si al fornido ariete blanquivioleta se le tilda habitualmente de «Drogba belga», al navarro le han catalogado esta misma semana como el «Rooney vasco».

Ha sido la revista británica «Four Four Two», donde comparan a Muniain con el delantero del Manchester United por su «naturaleza tenaz, combinada con su instinto ofensivo y una actitud irreductible». También porque es «intrépido y porque, cuando hace falta, suple su falta de goles trabajando duro para el equipo, exactamente como Rooney», recuerdan en la publicación, donde destacan el interés que han suscitado los primeros pasos como profesional del jugador rojiblanco en potentes equipos del continente.

Claro que, en ese aspecto, Lukaku parece aventajarle. Si en el caso de Muniain se ha hablado de «interés», en el del belga se han llegado a escuchar las cifras de la oferta que ya le habría realizado el Chelsea.

No es la única faceta en la que el blanquivioleta toma la delantera. Con un año menos, 22 centímetros por encima y 31 kilos más que Muniain, Lukaku es el máximo goleador de su equipo y de la Liga -puede batir el récord del realizador más joven del torneo, vigente desde hace 99 años-. Ventaja con matices, teniendo en cuenta la diferencia evidente entre las competiciones que disputan ambos y la desigualdad, aún mayor, entre los minutos que han estado sobre el campo uno y otro.

Rapidez para todo

Porque mientras al rojiblanco se le mima y dosifica, al belga se le mima -como Muniain, tampoco concede entrevistas y apenas realiza comparecencias ante la prensa-, pero se le dosifica menos. O nada, porque es uno de los habituales en las alineaciones de Ariel Jacobs.

No ha necesitado mucho tiempo para llegar hasta ahí. Hábil, veloz y con un espectacular cambio de ritmo pese a su envergadura, la rapidez también caracteriza su trayectoria. Pasó por las categorías inferiores de Rupel Boom, Wintam, Lierse SK y Brussels antes de que el Anderlecht le incorporara a su academia para jóvenes talentos. Fue, como sus anteriores experiencias, un abrir y cerrar de ojos, porque debutaba de inmediato con el filial blanquivioleta y, prácticamente, sin pausa, con el primer equipo.

Lo hizo hace nueve meses, con 16 años recién cumplidos, en el desempate por el título de Liga que enfrentó a Anderlecht y Standard. Muchos lo consideraron una frivolidad de Jacobs; hoy suspiran por un autógrafo de Lukaku.

En ese sentido, Muniain no tiene nada que envidiar al ariete belga: también es el nuevo ídolo de la afición. Para el resto, aún le queda camino por recorrer.

Citado por Caparrós en la última jornada de la pasada Liga para viajar a Valencia -aunque acabó siguiendo el partido desde la grada-, fue a partir del verano cuando empezó a acumular récords de precocidad: debutante más joven con la elástica rojiblanca, goleador más joven en la historia del Athletic, también en la de la Liga... Por no hablar de otras marcas menos oficiales, como su capacidad para provocar faltas, penaltis y expulsiones, revolucionar partidos o enardecer San Mamés con sólo saltar a la banda a calentar.

Su carrera, con todo, ha cambiado de velocidad. Regresó tocado del Mundial sub17 y, desde entonces, Joaquín Caparrós ha dosificado sus apariciones casi con cuentagotas. Es habitual en las convocatorias, pero no tanto en las alineaciones y, de momento, le toca conformarse con el papel de dinamitador oficial de partidos, sobre todo cuando las cosas se tuercen para el equipo. Le basta para mantenerse como tercer goleador del equipo, sólo por detrás de Fernando Llorente y Javi Martínez.